Hoy comparto con vosotros el escrito de Joan Solé, con cuyos padres, Luci y Josep María desarrollamos una amistad que empezó con nuestra llegada a Hospitalet. Joaquín fué una influencia positiva en la vida Joan, y en la de todos aquellos que tuvieron con él contacto. Aquí tenéis también una foto de Joan y su hermano Josep María jugando con mi hija Cristina en la terraza de casa. La foto, por supuesto, hecha por Joaquín:

Y este es el cariñoso texto que ha escrito Joan Sole:

Hay pocas cosas de Joaquín que pueda decir y que no haya dicho ya. Obviamente lo añoro, como todos los que le conocíamos, echo de menos los paseos, sus clases, sus consejos; echo de menos esperarlo en la sala de juntas y comer a su lado en la cocina. Echo de menos su ser.
Este año he tenido un hijo, un niño guapísimo que se llama Gerard, y lo que lamento profundamente es que nunca lo podrá conocer. Claro que le hablaremos de Joaquín, le enseñaremos fotos y vídeos y le explicaremos la gran persona que era, lo mucho que me ayudó y lo que significó para todos nosotros; le diré que fue mi maestro y el responsable en gran parte de lo que soy hoy en día; pero eso no es lo mismo que conocerlo. Porque Joaquín era la suma de un millón de intangibles, que convierten una persona excelente en una persona excepcional.

Se que no puedo hacer nada para que le conozca tal y como lo hicimos nosotros, para él siempre será aquel amigo de papá del que todos hablan. Pero sí que puedo hacer algo, puedo enseñarle lo que él me enseñó a mí. No inglés o álgebra pero sí constancia y dedicación, perseverancia y excelencia y por que no, a disfrutar de la vida, de la familia, de un buen chuletón acompañado de un excelente vino y a reírse del sistema de vez en cuando. Le podré enseñar a no ser conformista y que la vida no te regala nada.

Y así finalmente lo conocerá de verdad, y cuando vea su foto dirá: “Sí, es el yayo Joaquín”.

Joan Solé

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