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He compartido con vosotros muchas fotografías de Joaquín, pero hoy quiero compartir algo muy especial que tengo.
Son retratos y caricaturas de Joaquín hechas por distintas personas a lo largo de su vida.
La primera, que muestra a un Joaquín sonriente, está hecha por Jose María Gutierrez “Valdesaz” con motivo de las famosas conversaciones cinematográficas de Salamanca, de las que Joaquín fue uno de los firmantes e impulsor.
Esta segunda, hecha también por Valdesaz en 1958, muestra un poco al Joaquín que yo conocí “en blanco y negro”, apesadumbrado, serio. A mi me gusta mucho esta.
Durante un viaje a Roma en la semana santa de 1975, un dibujante, caricaturista callejero le pintó una simpática caricatura, las cuatro imágenes siguientes recogen el proceso que se hace bajo la atenta mirada de Cristina y mía.
El resultado como podeís ver es muy bueno. Finalmente os adjunto esta imagen que hizo mi hijo Joaquín de su padre, alrededor de 1973 (con 13 años) y que Joaquín padre ha adjuntado a un album de foto y por eso ha llegado a nuestros días.
En resumen, creo que los dibujantes han captado la esencia de mi Joaquín. Por cierto, el abuelo de Joaquín tiene una caricaturas hechas por Cilla muy buenas que compartiré con vosotros otro día.
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El 23 de Septiembre falleció nuestro gran amigo Sebastián Damunt en lo mejor de su juventud de 77 años.
Nosotros, que nos consideramos buenos amigos de la Tana, lo recordaremos siempre, por su cariño, por su sabiduría gastronómica, y sobretodo por ser un profesional como la copa de un pino. Aficionado a la fotografía, a la informática, experto en vinos…
El cariño con que nos trataba a mi, a mis hijos y creo que a todos no hay palabras para describirlo.
Echaremos de menos cada viernes sus entradas en el maravilloso blog que tenía. En esa última entrada del 18 de Julio, parece que nos mira desde las barcas de la sal, también desaparecidas…
Hasta siempre Sebastián. Mi corazón está contigo… Siempre que que nos acordemos de ese bonito lugar, nos acordaremos de tí. Mis flores más bonitas para tí.
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Londres era la ciudad preferida de Joaquín. Con diferencia.
Siempre que podía se escapaba, conmigo, con mis hijos. Le encantaba.
Ir al Museo Britanico (pero “no para verlo todo”) pasear por Tottenham Court Road viendo las ultimas novedades de electrónica, para comprarse una radio o cualquier “juguete” o gadget de los que tanto le gustaban.
Pasear por Hide Park con él era especial, en aquellas mañanas de verano.
Recorrer Kings Road (“hasta la estación de bomberos”)…
En fin Joaquín para mi siempre estará en Londres.
Por cierto, a mi, Loli de Prada también me gusta Londres.
Todos queremos lo que no se puede, somos fanáticos de lo prohibido. Algunos lo llaman utopía, pero la utopía es más seductora. No tiene puertas cerradas como lo imposible. No nos desprecia como lo prohibido. Lo prohibido es casi siempre un desafío que nos derrota.
-Mario Benedetti
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La preciosa casa de la playa, donde han ido Cristina, Peter y Joaquín a pasar unos días. Yo no he ido por dos razones: primero porque mi salud no me lo permite, pero sobretodo porque toda la casa palmo a palmo está llena de Joaquín, diría que hay recuerdos de él y recuerdos míos pero no es así, en cualquier caso serían recuerdos de los dos: los dos íbamos a comprar, los dos pedíamos presupuestos, los dos…
Tras morir él fui alguna vez para dejar las cosas recogidas. Fui tan feliz allí con él y los niños… ya os habréis dado cuenta de que toda la familia de Joaquín no me quería aunque en la entrada del blog anterior se puede comprobar que la abuela pasó muchos veranos con nosotros (ella y yo nos queríamos mucho). Unos veranos se quedaba con la chica y con Cristina porque todavía era muy pequeña, mientras nosotros estábamos de viaje. Otras veces venía y estábamos todos.
Un día la tía Rosario me dijo ¿Puedo ir a tu casa de la playa? y yo le dije claro que sí.
Y vino, vio como yo era, vio como yo quería a Joaquín.
Cristina siempre ha sido de un carácter dulce y acogedor, yo diría que ha sido de todos los nietos la que más ha querido a la abuela.
“Pirate” mi perrito hizo migas con la abuela y se le subía a su regazo porque sentía calorcito. La verdad es que a “Pirate” lo queríamos todos. Cuando se murió, mi hijo Joaquín dijo en broma, “mamá yo no quiero que se vaya, porque no lo disecamos y lo ponemos en una maderita con cuatro ruedas y un hilito” como en la novela Hotel New Hampshire.
Pero eso no fue nada, lo gordo en mi familia, mi reducida familia, fue cuando faltó Joaquín: esta casa también está llena de recuerdos pero yo quiero vivir en ella, los tengo asimilados más de otra manera, y ella misma me ayudara a morirme.
He quitado todo el jardín, apenas tengo nada, pero nunca quitaré aquel olivo que él quiso poner y que los dos adorábamos.
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Estamos tristes. Ya hay sentencia del Tribunal Supremo y Loli de Prada ha sido condenada en firme. Las copias del libro “Joaquín y Loli. Un encuentro de cine” que llevan años retiradas del mercado por orden judicial, serán destruidas, y Loli tendrá que pagar 18.000 euros por daños morales más intereses y costas.
Una de las fotografías prohibidas es la foto de boda de Joaquín y Loli en la que aparece Carmen González Calzada, madre de Joaquín, al fondo:
Ésta es la nota de prensa que los hijos hemos publicado en respuesta a la noticia que ha aparecido en Europa Press:
El Tribunal Supremo declara libro biográfico de escaso valor histórico y cultural y condena a viuda a pagar 18.000€ por daños morales.
El pasado 30 de junio se publicó en Europa Press la siguiente noticia: “El TS confirma que debe indemnizar con 18.000 euros a sus cuñados por usar fotos familiares en un libro”.
Los hijos de Mª Dolores Samper Sánchez (conocida como Loli de Prada), autora del libro objeto de litigio “Joaquín y Loli. Un encuentro de cine”, han manifestado su perplejidad ante la sentencia del TS que, repetidamente, califica la obra de “escaso interés histórico y cultural” y creen que esas calificaciones revelan, cuanto menos, que apenas si se ha hecho un examen superficial de la misma.
La sentencia se centra en trece fotografías, siete de las cuales son de infancia, tomadas en los años 40, en las que aparecen los demandantes junto a su hermano, protagonista del libro y marido de la autora, Joaquín de Prada González, que falleció en 1991. En el resto de imágenes, tomadas anteriormente a los años cuarenta, aparecen los padres, y el abuelo de los mismos. La autora tendrá que pagar 18.000 euros por daños morales (más costas e intereses) y las copias existentes del libro, que fue retirado del mercado por orden judicial a los inicios del conflicto, deberán ser destruidas.
La calificación del libro como de “escaso interés histórico y cultural” sorprende pues éste contiene un extenso capítulo dedicado a la histórica revista “Cinema Universitario” y a las “Primeras Conversaciones Cinematográficas Nacionales”, que se celebraron en Salamanca en 1955, a las que estuvo estrechamente vinculado Joaquín de Prada. Incluye un texto del escritor Luciano G. Egido (Premio Castilla y León de las Letras, 2004) y el llamamiento a las Conversaciones (que se incluye en versión facsímil en el libro) tuvo un gran impacto político e incluía las firmas de, entre otros, Juan Antonio Bardem, Basilio Martín Patino y el propio Joaquín de Prada.
A modo de ejemplo de su interés histórico y cultural, los hijos comentan que el libro se encuentra disponible para consulta en la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos (gran honor ya que suelen adquirir pocos libros extranjeros).
Los hijos de la autora consideran indudable la relevancia de su padre, Joaquín de Prada, como crítico de cine en los años cincuenta, relevancia a la que se alude en numerosos estudios académicos, y su papel nada secundario en lo que se ha venido a llamar ‘resistencia cultural al franquismo’. También es relevante su protagonismo como notario (era vicedecano del Colegio Notarial de Cataluña a su muerte), con numerosas publicaciones en esa área. Es por eso que los comentarios del TS causan particular ofensa a los hijos y amigos de este sector de la familia, pues el contenido del libro es inofensivo y tiene como único propósito el homenajear a una persona excepcional.
Independientemente del drama familiar, conviene valorar las muchas ramificaciones que la sentencia tendrá en el mundo editorial. El editor del libro, Mario Martín Fraile, comenta en la segunda edición del libro (publicado en 2012 bajo el título “Censurado. Joaquín y Loli. Un encuentro de cine”) que “…de ahora en adelante, cualquier editorial tendrá que plantearse la utilización de fotografías familiares, en libros de tipo conmemorativo, populares, tradicionales, o biográficos”.
El escritor e investigador José Manuel de Prada Samper, uno de los hijos de la autora, declara en una carta de apoyo publicada en la segunda edición que “Sólo las sociedades oprimidas o seriamente trastornadas pueden generar instancias que pretendan controlar la memoria colectiva o erigirse en sus exclusivos depositarios o garantes. Del mismo modo, nadie en una familia extensa puede pretender ser el propietario exclusivo de sus historias y objetos, sus lugares y sus imágenes. No hay en el mundo tribunal alguno legitimado para privar a nadie de un patrimonio que es, por definición, inalienable pues constituye un elemento vital de lo que somos, sentimos y pensamos”.
La autora del libro que sufrió un ictus cerebral en 2010 y está sumida en una profunda depresión a raíz de este conflicto familiar, intenta mantenerse activa a sus ochenta años y con la ayuda de sus hijos sigue compartiendo memorias y fotografías en su blog personal: www.lolideprada.com
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A estas alturas supongo que ya conoceís a mi hija Cristina.
Me cuida, me ayuda, me cocina… pero sobretodo me quiere y es un ángel, ayuda a sus amigos, ayuda a sus hermanos, y me ayuda a mí que lo necesito tanto.
Escribía Joaquín en 1975 acerca de ella:
“Supongo que la hacemos más niña de lo que es, pero también supongo que es inevitable. Es dificil pensar en ella como algo más. Cumple en el colegio y nos hace rabiar en casa. Es un juguete pequeño y encantador. Es madre ya de innumerables muñecas, todas con su nombre. Juega a papás y mamás(sobretodo si tiene a su abuela) y también a Colegios, donde su experiencia como alumna le hace ser una buena maestra para todas sus muñecas. Tiene un aire dulce y soñador que te desarma y unos ojos claros y…
Pero supongo que también se hará mayor y también nos preocuparemos de sus notas, y tendrá que estudiar y hacerse mayor. Pero mientras eso llega, mirala bien y disfruta de ella mientras nos dure.”
Y yo digo hoy en 2014: eres guapísima, listísima, cocinas mejor que nadie y haces unos sombreros preciosos. Papá decía que los hijos eran “un juguete caro y a la larga aburrido” pero yo digo AHORA, Cristina, TÚ no tienes precio.
Por todo eso, quiero dedicar esta entrada del blog a mi sombrerera preferida, mi ángel de la guarda, mi hija perfecta: CRISTINA TE QUIERO CON LOCURA.
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No me acuerdo de nada, o de casi nada, y de lo que me acuerdo es tan terrible que preferiría no acordarme. A veces la felicidad te hace eso, que no te enteres de que eres feliz mientras lo estás siendo.
Entonces buscas otras maneras de encontrar esa felicidad. En mi caso, podría ser un lugar, un pueblecito, una playa, una pasarela, por ejemplo Los Álcazares, y un momento, los años 60…
Mi calle, la calle Santa Isabel, tenía de todo ¡De verdad! Tenía de todo.
En la esquina estaba la confitería “Estrella del Mar Menor”, ahí nos tomabamos unos “cortes” de nata marca Avidesa que eran buenísimos, y las rosquillas.
Al otro lado de la calle de la Feria estaba el Globo, que tenía muchisimas cosas, era de Max. Todas las semanas mataban los jueves un cerdo, y tenían un embutido muy bueno, típico de aquí como el blanco. El hermano de Max, Antonio tenía una tienda de regalos.
En frente estaba la frutería. Me avisaba cuando recibía cosas, “Loli, me acaba de llegar de todo…” me acuerdo que tenía siempre una DKV aparcada delante…
En calle Feria estaba el establecimiento preferido de mis hijos, se llamaba “La Avioneta” y tenía todo tipo de chucherías…
La farmacia un poco más abajo…
Y sobretodo estaban mi familia, mis primas, y mis tías, que vivían al lado y enfrente…
Quiero recordar aquí a todos ellos, al menos lo intentaré, Carmela, Arturo, Cari, Maricarmen, Angelita, Arturito, Ino, MariJose… aún los veo, sentados en la calle, jugando una partida de cartas…
Pero sobretodo lo que yo recuerdo es MI familia, esos niños sucios de estar jugando por ahí todo el día, esa niña recién nacida, la música de los Tres sudamericanos sonando por la ventana en el tocadiscos…
También me acuerdo del color verde de los puestos de la feria, del Balneario, de las puertas pintadas de color chillón, de la temperatura del mar menor, de la leche helada del Bar Tapa, de los churros del domingo, de las pasarelas, de tomar patatas fritas mientras paseaba del brazo de Joaquín en la feria…
¿Es acaso eso la felicidad?
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Le decía Joaquín en una carta a su madre que la casa de Gavá era la primera que de verdad habíamos puesto (aclarándole, eso sí, que antes no habíamos vivido precisamente debajo de un puente). Pero era verdad, y la prueba es la cantidad de fotos que hizo de las distintas habitaciones.
Además, mis hijos han encontrado varias carpetas, con la documentación detalladísima de como se hizo y decoró lo casa. Una gozada, si me preguntáis a mi.
Fruto de ello, la casa de Gava ha quedado casi como una referencia de diseño de los años 70, especialmente los sillones “Airborne” de Maga, las estanterías Cadó y el comedor de Ditte y Adrian Heath. De todo ello os hablaré otro día.
Hoy quiero hablaros del Uten·silo, que ahora podéis comprar fácilmente en Barcelona, en tiendas como por ejemplo en mi querida Vinçon o en la moderna Vitra pero que en 1971 cuando estábamos poniendo la casa no se vendía en España.
El Uten·silo es un diseño de Dorothee Becker, la mujer de Ingo Maurer, un diseñador alemán. Como se explica en este artículo en inglés, lo diseña en 1968, inspirada por un juego de formas geométricas que ella había diseñado. Dice que también le influyo el recuerdo de los cajones llenos de cosas fascinantes que había en la farmacia de su padre. Y por supuesto el “espíritu de 1968” y la famosa primavera de París.
En 1969, su marido Ingo Maurer lo pone en fabricación, con un gran coste, en plástico ABS. El producto es un gran éxito, y en 1970 sale el Uten·silo II, un poco más pequeño. Ambos se fabrican hasta 1974 aproximadamente.
Pues bien, aunque como os he contado no estaba disponible en España, he encontrado en Gava todos los papeles y cartas de Junio de 1971 cuando Joaquín lo intentó comprar (sin conseguirlo, cosa que espero solucionar pronto). Naturalmente él lo quiso comprar porque a mi me gustaba mucho y se lo había pedido. Él se desvivía por mi, es la verdad.
Esta es la carta, que le mando el propio Ingo Maurer a Joaquín el 23 de Junio de 1971. Llama la atención el precio de 98 Marcos Alemanes, es bastante caro. Curiosamente le mando dos folletos y unas muestras del plástico en los distintos colores:
Todo esto me parece increíble, que se conserve tantos años después, pero Joaquín, mi Joaquín era así.
Adjunto alguna imagen más de los folletos, me llama especialmente la atención esta en que se ve el Uten·silo en rojo con una pistola colgada:
Y alguna otra:
Me parece una historia muy bonita, con “sabor” a los años 70, cuando yo era, TAN, TAN FELIZ.
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Y eso, que fuimos al mejor hotel de Mallorca, menos mal que el aire acondicionado funcionaba, pues aparte del calor al lado teníamos una sala de fiesta llamada Titus, así que teníamos doble motivo para cerrar la ventana a cal y canto: el calor y el ruido. Será por aquello de que allí la alegría de noche y de día nunca tiene fin.
El hotel era muy bonito se llamaba Victoria y tenía flamencos y otros animales, pero lo peor fue que nada más llegar vimos un cartel que ponía “the Spanish Pepito”, y como diría mi hijo “no hay más preguntas señoría”: Estaba lleno de ingleses. Pero nosotros no pagábamos cuatro duros como ellos, nosotros pagábamos un precio muy caro por estar en ese hotel lo que quiere decir que teníamos que comer en el bar de la piscina gazpacho de bote y Spanish Pepito. Sí, intentamos hacer algo de turismo, salimos, vimos la catedral (preciosa), vimos el castillo y todo lo que había que ver, pero es la primera vez en mi historia que nos volvimos antes del tiempo que teníamos previsto.
Cuando se lo contamos a Juan José López Burniol, nos dijo ¡hombre podías habernos avisado pues mi mujer es de Mallorca! Pero ya era demasiado tarde y no me entendáis mal, Mallorca debe ser preciosa (lo es) y tener unas playas muy bonitas (las tiene) y se debe comer muy bien, pero desgraciadamente yo eso no lo vi o al menos no lo supe encontrar en aquel verano de 1974.
Por cierto, lo de la familia Telerín lo pongo sencillamente porque a mí me gusta pero quiero que quede claro que no tiene nada que ver ni con Pérez ni con Mallorca.
Me acuerdo que aquel verano dimitió Nixon y me recuerdo a mí misma sentada en la piscina leyendo la noticia. Mi hijo Joaquín estaba estudiando inglés en Irlanda.
Como nosotros somos muy serios y legales, os diré que “Me lo dijo Pérez” lo cantaban los Tres sudaméricanos, y que la familia Telerín debe ser copyright de los Estudios Moro o de Televisión Española. Ah, y las cebollas son de la Boquería.
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¿No os habéis parado nunca a pensar porque algunos lugares son como un imán donde la gente le gusta hacerse fotografías? Pues yo sí.
Por ejemplo, yo vivía en la calle del Carmen número uno de Los Molinos (entonces un barrio señorial de Cartagena) ahora conocido como barrio Peral (aunque a mí no me gusta ese nombre).
Mi abuela (que se llamaba Caridad, como no) vivía en la calle Mercader una o dos calles por encima de la calle del Carmen.
Pues bien, enfrente de donde vivía mi abuela había una casa preciosa una mansión modernista de las que estaba en aquella época lleno Los Molinos.
La casa es conocida como Villa Esperanza aunque nosotros, cuando eramos chiquillos la llamábamos la “casa de Alcantú”, era de una familia de comerciantes de Cartagena y supongo que cuando yo era joven ya estaba en decadencia. Yo recuerdo que en mi calle vivían dos Alcantud, Matilde y Manolo (el novio de Matilde se llamaba Lalo y me acuerdo que tenía una moto con sidecar), parece que entre la familia se tiraron los trastos a la cabeza, también creo que malvendieron la casa…
Pues bien, como veis a lo largo de un siglo, mi familia y yo nos hemos fotografiado con Villa Esperanza al fondo. Pero voy a entrar en detalle.
La primera foto es de mi madre y yo la dato alrededor de 1912-14 (ella es una nena), se ve la fachada principal desde la calle Marineros y me gusta porque está coloreada a mano y se ve como ha pintado Villa Esperanza de color rojo. En otra foto el mismo día, se ve junto a una amiga y se lee perfectamente “Villa Esperanza”. Otro detalle curioso es la torre elevada (¿depósito de agua?) que se ve al fondo y que al menos existía todavia en 1957, tenía una veleta monísima que era un gallo, pero que se ha perdido tras la restauración.
La siguiente foto cronológicamente es de aproximadamente 1920, está hecha en la terraza de mi abuela en la calle Mercader. Mi madre está muy guapa.
La foto a continuación está fechada por mi madre como 11 Noviembre de 1925. Se ve perfectamente dos ventanas, la bonita cenefa y parte del tejado de la casa. Es curioso (a parte de lo guapa que también está mi madre) detalles como los zapatos o la pulsera. Esta hecha en la misma terraza, pero mirando hacia la calle Mayor.
Un año después mi padre ya debía estar cortejando a mi madre. Esta curiosa foto hecha seguramente en la última ventana de la casa, esta datada asi “Hecho el día 12 de Septiembre del 1926 en Los Molinos”
Unos cuantos años después, en 1957 aproximadamente yo ya era novia de Joaquín. Me hacía fotos en el tejado de mi amiga Maruja, la panadera. En una de esas fotos se ve perfectamente Villa Esperanza al fondo:
Lo más curioso es que el año 2012 cuando fue mi hijo a los Molinos se encontró con una casa preciosa a la que hizo varias fotografías ¿os imagináis que casa es? Pues si es la casa de “Alcantú”, Villa Esperanza, que ha sido restaurada y está preciosa, os dejo las fotos que hizo Joaquín.
Quiero desde aquí felicitar a las personas que han restaurado la bonita “casa de Alcantú”.
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