Archivo de la Categoría “La realidad de las cosas”
Este libro de Juan Rof Carballo titulado “La Familia Dialogo Recuperable” ha debido estar, desde que se publicó en 1976, en un estante de la biblioteca de mi marido (Joaquín de Prada González) -ahora mi estudio- si bien Joaquín jamás me lo enseñó y yo la verdad no lo tenía controlado hasta que unos amigos me llamaron la atención de su existencia y me mandaron un ejemplar desde Salamanca. Luego otros amigos, notarios de Madrid, y también alguno de Barcelona me mandaron otros ejemplares, con lo cual tengo ahora un montoncillo de libros que me recuerdan a diario la hipocresía que caracteriza a ciertas personas.
Yo quiero compartir con vosotros dos fragmentos de este libro.
El primer fragmento es una corta pero muy interesante colaboración que empieza en la página 193 y se titula “Proyecto social y reestructuración jurídica familiar”, escrito por uno de los hermanos que le han puesto el pleito a mi marido (porque aunque pongan mi nombre en el pleito a quien hacen daño es a ÉL, a Joaquín de Prada González, puesto que repetidamente se me dice en el pleito que no soy nada ni soy nadie y que tengo que identificarme diciendo quien soy, por tanto queda clarísimo que la persona importante es mi marido, Joaquín de Prada González, de profesión Notario).
Cuando leáis este fragmento escrito, como os he dicho, por uno de los hermanos de Joaquín, os daréis cuenta de la incongruencia entre eso que escribe y sus actos posteriores (por ejemplo, poner un pleito a la viuda de su hermano), pues si hubiera sido consecuente con lo escrito y se hubiera comportado como una persona decente, todo habría sido distinto.
He aquí el fragmento:
“Como observación previa, imprescindible para comprender el Derecho de Familia, y como advertencia para cortar escándalos ante algunas normas todavía vigentes, recordamos que la práctica de la vida familiar con frecuencia no se ajusta al esquema jurídico establecido por ser mucho más importantes en ella los vínculos extrajurídicos que los propiamente jurídicos. Esto expresa con una bella fórmula poética mi compañero Pelayo Hore (pág. 44) cuando dice que la familia se basa en el amor más que en el Derecho. De aquí que el Derecho de Familia sea el menos jurídico de las ramas del Derecho porque en ella una sonrisa, un abrazo o una lágrima tienen más importancia que los artículos de un Código o las cláusulas de un contrato. (JM de Prada, págs. 197-198).”
El otro fragmento del libro que os quería comentar (y que además no hay por donde cogerlo) está escrito por un gran amigo del anterior, y que por cierto nos hizo muchísimo daño a Joaquín y a mí. Este señor, además de ser empresario tenía su carrera, estaba casado con una gran persona y tenía unos hijos maravillosos. Parecería que hablo de un individuo ejemplar ¿no? Sobre todo cuando él en este libro habla de respeto al matrimonio, del amor, de la unión entre las parejas, y de un gran etcétera. Él era, como el anterior, muy católico, muy amigo de los curas y por supuesto, muy franquista. ¿Pero qué pasó? Pues pasó que aunque predicar si que predicaba y no tenía problemas en ver la paja en el ojo ajeno, lo que no hacía era predicar con el ejemplo, y viviendo él en Madrid, se echó una querida, engañó a su buenísima mujer mientras pudo, luego la dejó y pasó el resto de su vida con la querida. Ella, su mujer, en su momento se fue a su pueblo y con el apoyo de sus hijos tiró adelante, aunque sufrió o sufre mucho.
Que yo sepa, porqué este señor (que en su día censuró nuestro noviazgo y junto con otros intentó darle fin) hiciera eso con su familia nada ocurrió. Todos calladitos, todos tan amigos. Mientras que a nosotros y me refiero a mi marido y a mi o sea a Joaquín y a Loli, se nos ha mirado mal por querernos desde casi niños, respetarnos en nuestro noviazgo y matrimonio cada día y que cada día el querernos fuera lo primero en nuestras vidas, cuando el nuestro era un caso envidiable y de los que existen pocos.
Creo que esto no merece más comentarios, pues los hechos hablan por si mismos. Solo quiero deciros, a todos aquellos que me entendéis y que comprendéis mi caso, GRACIAS, mil veces gracias por el apoyo y el cariño.
Aprovecho para poneros la letra de una canción que me recomendó la doctora Olga Portolá hace unos meses, y que me gustó mucho. Se llama “Papá cuéntame otra vez”, y la canta maravillosamente Ismael Serrano:
Letra: Daniel Serrano
Música: Ismael Serrano
Papá cuéntame otra vez ese cuento tan bonito
de gendarmes y fascistas, y estudiantes con flequillo,
y dulce guerrilla urbana en pantalones de campana,
y canciones de los Rolling, y niñas en minifalda.
Papá cuéntame otra vez todo lo que os divertisteis
estropeando la vejez a oxidados dictadores,
y cómo cantaste Al Vent y ocupasteis la Sorbona
en aquel mayo francés en los días de vino y rosas.
Papá cuéntame otra vez esa historia tan bonita
de aquel guerrillero loco que mataron en Bolivia,
y cuyo fusil ya nadie se atrevió a tomar de nuevo,
y como desde aquel día todo parece más feo.
Papá cuéntame otra vez que tras tanta barricada
y tras tanto puño en alto y tanta sangre derramada,
al final de la partida no pudisteis hacer nada,
y bajo los adoquines no había arena de playa.
Fue muy dura la derrota: todo lo que se soñaba
se pudrió en los rincones, se cubrió de telarañas,
y ya nadie canta Al Vent, ya no hay locos ya no hay parias,
pero tiene que llover aún sigue sucia la plaza.
Queda lejos aquel mayo, queda lejos Saint Denis,
que lejos queda Jean Paul Sartre, muy lejos aquel París,
sin embargo a veces pienso que al final todo dio igual:
las ostias siguen cayendo sobre quien habla de más.
Y siguen los mismos muertos podridos de crueldad.
Ahora mueren en Bosnia los que morían en Vietnam.
Ahora mueren en Bosnia los que morían en Vietnam.
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El burofax que aquí podéis leer, tan lleno de “cariño”, lo recibimos mis hijos y yo a modo de “felicitación de navidad” el año 2006. A mi hija Cristina le dió un ataque de ansiedad al verlo y tuvimos que llevarla a urgencias y a todos los demás nos falto poco de ir por el mismo camino.
Dicen que hay que tener cuidado con lo que se dice y se escribe pues uno queda retratado. Este burofax “retrata” a gente que creíamos que era familia y que un buen día se levantaron y decidieron pegarnos una bofetada. Como si no bastara con que yo me hubiera quedado sin mi marido y mis hijos sin su padre… Y luego vino el pleito.
Entre las joyas contenidas en este burofax (que “mis abogados” me han dicho que puedo publicar, pues lo aportaron ellos al pleito), me escriben que no puedo firmar libros como LOLI DE PRADA, “Este no es tu apellido ni tienes derecho a su uso”. Pues bueno, deciros que no solo puedo firmar un libro con el nombre de pluma que me de la gana, sino que desde el día 6 de noviembre de 1959 en que me casé con Joaquín de Prada González yo pasé a ser Loli de Prada, y si no les gusta que se aguanten. Aquí podéis ver unas cartas de 1975 y 1976, que me mandó Joaquín cuando fue a Dublin y a Londres a hacer un curso de inglés con nuestro hijo. Como podéis ver Joaquín tenía claro cual era mi apellido y yo también:
Y esa estupidez de que “si mi hermano viviese jamás hubiese autorizado su publicación (…) si mi pobre hermano pudiese levantar la cabeza, la volvería a bajar, avergonzado por ello”. Bueno, no tengo palabras. Honestamente ¿creen que si Joaquín levantase la cabeza lo que le avergonzaría sería mi precioso libro? No. Lo que le llenaría de pena sería ver a sus hermanos ensañados contra su familia, contra Loli, Joaquín, José Manuel y Cristina de Prada, que era lo que más ha querido en su vida.
Podría escribir páginas y páginas en respuesta a ese burofax, pero sería malgastar mi aliento, por lo que solamente quiero hacer unos cortos comentarios:
-Si hubiera sabido que el tema de las fotos se iba a convertir en este gran drama (aunque en el fondo creo que es “la excusa” para atacar el libro), obviamente no las habría publicado (las que salen los hermanos). Los padres y abuelos de Joaquín, son los abuelos y bisabuelos de mis hijos y por ahí, he de decir, que no habría pasado por el tubo pues mis hijos me han autorizado a utilizar esas fotos de SU familia (que mis hijos son nietos y bisnietos, no los recogimos en una cuneta).
-Que la madre de Joaquín no quería salir en fotos ni conservar fotos es un tema muy debatible (ya que a Joaquín padre, Joaquín hijo y a mí nos regaló albumes y fotos), y dejaré que mi hija Cristina escriba sobre el tema en un comentario pues tiene una opinión muy clara al respecto.
-Parecería que NO SE HAN LEIDO EL LIBRO, pues hablan de alusiones a José Mª de Prada González que “no se ajustan a la realidad”, y honestamente no sé de que hablan, pues aparte de una anécdota puntual que se explica por la época represiva en que transcurrieron los hechos, no hago ninguna alusión que se pueda considerar dañina. Al contrario, le agradezco que le diera dinero a Joaquín para que me pudiera visitar.
-El libro es DE Y PARA Joaquín y la mención de su familia es totalmente incidental y podría haberles eliminado del libro sin que éste se hubiera visto afectado, pero siendo un libro biográfico tenía sentido que se les mencionara ymi aparecieran su fotos.
Os dejo a vosotros que juzguéis…
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De verdad os aseguro que me gustaría poder dar con la razón, pero no puedo, me es totalmente imposible entenderlo. Nunca he sabido lo que es un pleito aunque estaba casada con un gran jurista. No comprendo ese mundo dañino y malo dónde las personas (por llamarlas de alguna manera) se intentan sacar los Ases de la manga sin tan siquiera saber si hay otra persona que tiene una baraja aún más potente que la suya (y que años antes había ido guardando en su esmoquin). Aunque no creo en casi nada ni en casi nadie, he sido lo suficientemente inteligente para saber, desde que era muy pequeñita, qué es bueno y qué es malo y quien es bueno y quien es malo.
Ahora Joaquín de Prada González y yo sabemos lo que es un pleito. Un pleito interpuesto por gente mala, un pleito lleno de mala sangre, de envidia y de rencor. Que no quede ninguna duda, el pleito por el que se quiere suprimir EL LIBRO es una afrenta y un insulto a la memoria de una única persona, y esa persona es Joaquín de Prada González. Aunque la lucha no está perdida, ya que el tema está en apelación, según la sentencia los libros se deberían DESTRUIR. Tal y como están ahora las cosas, Joaquín de Prada González ha perdido.
De uno de los montones de papelotes que conlleva un pleito (en la mayoría de ellos solo se dicen tonterías y mentiras) os transcribo un párrafo que se presupone lo ha escrito alguna de esas personas que intentan decir son “familia” de mi marido, o sea, “familia” del padre de mis hijos, aunque de eso NADA, no son ni hermanos de mi marido, ni sobrinos, ni cuñadas, ni ese gran etcétera. El apellido es pura coincidencia, como el nombre del perfume. Mi marido, Joaquín de Prada González, a todos los efectos, era hijo único, si bien tuvo una preciosa hermana que nos dejó de muy pequeñita y tuvo un maravilloso padre (que no tuve la suerte de conocer, aunque Joaquín me hablaba continuamente de él, y de los dos conservo muchas fotografías) y tuvo una madre maravillosa que también fue mía.
Aquí sigue el párrafo del que os hablaba, aunque de este mismo calibre los hay a montones dentro de este largo pleito. Es una página 15 de no se que parte (no me suelo molestar en leer tanta mentira) y dice así:
Puede igualmente afirmar esta parte, que la primera persona que expresaría su reproche, de estar vivo, sería el fallecido esposo de la demandada que como ha quedado sobradamente acreditado en el juicio, era una persona tremendamente reservada, tímida, introvertida y nada dada a confidencias.
Yo quiero hacer saber y lo digo en nuestro precioso y prohibido Libro “Joaquín y Loli un encuentro de Cine”, precioso libro gracias a la editorial, el editor y todos los que hemos contribuido en el, que cuando yo conocí al único amor de mi vida, él era ciertamente, una persona triste. A los 10 minutos de estar con él me di cuenta de ese hecho, que se vio confirmado cuando al rato, esa misma tarde, él mismo me lo dijera.
Lo cierto es que todo lo que pueda haber dicho y montones y montones de cosas más los tengo de su puño y letra. Todo, absolutamente todo, de lo que se hablara o en San Javier o en Campo de Criptana, me lo escribía a mi palabra por palabra y si algo pensaba él que me podía hacer mucho daño verlo por escrito, esperaba a contarme los detalles de voz en la cafetería Denver de Cartagena, cuando nos podíamos ver, entre palabras y caricias.
Él, mi marido, mi gran amor, Joaquín de Prada González, desde el instante en que nos miramos a los ojos, su vida cambió. Cuando estaba conmigo era otra persona y no quiero con ello decir que no nos costara a los dos sacar ese dolor que llevaba dentro, pero aún así, era una persona dulzona, comprensiva, cariñosa, inteligente y con él se podía mantener cualquier tipo de conversación. Mi cariño y forma de amarlo le hacía muy feliz. Estando juntos él ganó confianza y fuerza.
Él solo ha querido, como yo, una cosa en la vida y es que estuviéramos juntos. Yo nunca le he conocido como persona reservada, ni tímida, ni introvertida. Lo que si hemos hecho, por las circunstancias que imperaban entre los dos, es sólo contar o hablar de aquello que creíamos oportuno. Para saber cómo era él antes de conocerme, basta con leer los escritos de nuestros queridísimos amigos Julio Burdiel Hernández, Alfredo Flores Pérez y Luciano G. Egido (publicados en el libro “Joaquín y Loli un encuentro de cine”). Pero esas personas que le han puesto un pleito no parece que le conocieran en absoluto, y tampoco parece que hayan aprendido nada acerca de él leyendo el libro (eso si se lo han leído, que lo dudo cada momento más).
Quiero dar las gracias a todas esas personas que continuamente me mandan cartas de su puño y letra o por correo electrónico, pidiéndome saber más. A todos os quiero pedir que tengáis un poco de paciencia, que de todo os iréis enterando. Tengo toda la intención de ir publicando este maravilloso material de distintas formas, como a él le habría gustado, compartiendo nuestra felicidad con todo el mundo.
De verdad, que vale la pena que os lo contemos los dos muy juntitos.
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Claro que habría preferido que lo quisieran y lo respetaran y que después de su muerte hubieran respetado su memoria, pero despues de su muerte nos ignoraron y cuando yo decidí homenajearlo con mi precioso libro ellos afilaron sus dientes y sus cuchillos y creyendo que los clavaban en mi persona en realidad los clavaron en la persona de Joaquín de Prada González, en su buen nombre, en su memoria. Ellos dicen que yo no soy nadie (y lo dicen continuamente), y es cierto porque la persona a la que todos conocen es a mi marido, es a Joaquín de Prada González. Ahora, cuando aquellos que le quieren y conocían le rememoran ven con tristeza que la memoria de Joaquín de Prada González se encuentra enfangada en un asqueroso lodo podrido en que lo han metido sus propios hermanos.
Dicen que quieren salvaguardar el apellido De Prada González, lo cual es una terrible ironía porque son ellos los que lo han enfangado y lo han metido en ese asqueroso lodo podrido. Nada tiene que ver mi libro ni las fotografías en litigio, porque yo nunca escribí ese libro con la finalidad de hacer daño a nadie ni con la idea de que tuviera una gran difusión. Esa es otra ironía, ya que el libro ha tenido mayor difusión como resultado de sus actos ya que yo he sentido la necesidad de hacer saber al mundo entero la realidad, que resulta evidente al tener el libro en la mano, de que el libro no es más que un homenaje a una persona muy querida, muy buena, muy inteligente, a Joaquín de Prada González. Ahora “después” muchísimas personas se interesan en el libro.
Yo siempre pensé que ese Libro podría llegar a tener cierto interés por el tema del cine y porque estéticamente es un libro precioso, aunque no necesariamente a todo el mundo tiene porqué gustarle, y de hecho es así, ese libro es un homenaje a mi marido y punto.
Yo admito que no soy nadie, ni lo he sido ni lo he pretendido ser jamás. No obstante quiero dejar muy claro que para hablar de una persona hay que conocerla bien y en mi caso yo diría que no me ha conocido bien más que Joaquín de Prada González. Hay personas que aseguran conocerme, mucho y muy bien y a quienes con frecuencia sorprendo porque no saben como soy yo de verdad. Nací sin que en mi casa supieran como soy y así he continuado toda mi vida, y no me arrepiento de ser como soy, ni de nada de lo que he hecho.
Encontré la felicidad a través de Joaquín de Prada González. Él comprendió desde el mismísimo instante de conocernos como era yo y sobre todo se dió perfecta cuenta de como de grande era mi corazón. Yo durante toda mi vida lo único que he querido es estar con él y juntos hemos aguantado carros y carretas en nuestro entorno. Yo por mi amor por él, él por su amor por mí. Alguien muy importante de nuestro entorno si que se dió cuenta de como nos queríamos y nos ayudó y nos quiso, ella también contra viento y marea.
Olvidémonos de todo lo demás, no vale la pena pensar en lo que pudo haber sido y no fue, abramos todos al mismo tiempo los ojos y digamos:
¿Se merecía Joaquín de Prada González esto que están haciendo con él?
¿Se merecía un camino de lodo o un precioso camino de rosas?
Para mí está claro, 18 años más tarde yo seguiré preparando para él un camino de rosas y colocaré una más el día 12 de junio de 2009 a las 3 y 12 minutos de la tarde, hora en que no tuvo más remedio que dejarme aunque no quería, os juro que no quería.
Para todo el que recuerde a Joaquín en su 18 aniversario, todo mi cariño y el de nuestros hijos.
Te amo Joaquín.
Si te gusta lo que he escrito (o no), o si tienes algo que contarme (o no), por favor deja un comentario, me harás feliz, asi que atrévete.
Si empiezas a leer y no conoces bien el trasfondo del tema, puedes visitar estas páginas web y enterarte de que va: http://www.lolideprada.com/?p=16 y http://kuki.deprada.net/?p=245
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