Kennedy, Salamanca y yo
Escrito por: Loli de Prada en La realidad de las cosas, Las cosas como fueron..., Otras cosasEn 1963 yo vivía en Salamanca en la calle Santa Teresa número 3, quinto izquierda.
El 22 de noviembre José Manuel cumplía siete meses, mi marido, Joaquin de Prada González, estaba preparando unas oposiciones entre notarios en Madrid.
Aquella mañana, como todos los días, llegó la Señora Paca, que me ayudaba con las cosas de la casa. A media mañana me trajeron media barra de hielo que yo metí en la nevera, pues nuestra nevera no era eléctrica. Ah! pero antes, vino el portero a subirme el carbón para mi cocina económica que encendía normalmente al atardecer y a la que le ponía unas unas cáscaras de naranja (que se quemaban) para que oliera bien, cosa que por cierto, me copiaron todos los vecinos…
Os hablaré de mis vecinos… en el mismo quinto en la puerta derecha vivía Troconi, que era médico, y, que además de serlo era un buen amigo nuestro, y que por cierto se portó muy bien cuando tuve a mi madre en casa muy malita con un cancer (ella al final se murio cuando ya estabamos en Baeza en 1965). Y en el cuarto derecha vivía mi amiga Magdalena, que su marido Pepe era anestesista, y que además, era de cerca de Cartagena, como yo.
Pero sigo con mi historia, era un día normal y acompañe a Quinito a las monjitas, donde, por decir algo estudiaba por las mañanas, le di el biberón a José Manuel y escuché la radio un rato pero como no era interesante la apagué enseguida, por aquellos tiempos no teníamos televisión.
Por la tarde me senté un rato en el sofá a hacer punto. José Manuel seguramente dormía en la cuna y Quinito debía estar jugando en “Miami” (os explicaré, eso de Miami, era un cuarto, medio de invitados, medio de trastos, donde Joaquín, después de comer, se echaba a dormir la siesta). Pero sigo, más tarde iríamos a dar un paseo a la Plaza de los Bandos al lado de casa. Recuerdo que cuando volvimos oí la voz de Magdalena gritando por el patio del montacargas que nos comunicaba, estaba muy alterada y me decía: ¡Loli, Loli, Loli!¡Han matado a Kennedy! ¡Han matado a Kennedy! instintivamente me salió, ¡Que no! ¡Que eso es mentira! ¡Que es mentira!
Pero desgraciadamente era verdad, habían matado a Kennedy en Dallas y desde ese momento nunca nada fue igual.
Siempre he sido una gran admiradora de Kennedy y tengo muchos libros, fotos y recortes de periódico de él. Mi hijo dice que soy muy “Kennediana”, y la verdad es que si. Se han dicho muchas cosas sobre Kennedy, pero yo sigo pensando lo mismo: que era muy buena persona y que no debieron matarlo, además no tengo ninguna duda de que el mundo sería mejor si Kennedy hubiera vivido.