Este libro de Juan Rof Carballo titulado “La Familia Dialogo Recuperable” ha debido estar, desde que se publicó en 1976, en un estante de la biblioteca de mi marido (Joaquín de Prada González) -ahora mi estudio- si bien Joaquín jamás me lo enseñó y yo la verdad no lo tenía controlado hasta que unos amigos me llamaron la atención de su existencia y me mandaron un ejemplar desde Salamanca. Luego otros amigos, notarios de Madrid, y también alguno de Barcelona me mandaron otros ejemplares, con lo cual tengo ahora un montoncillo de libros que me recuerdan a diario la hipocresía que caracteriza a ciertas personas.
Yo quiero compartir con vosotros dos fragmentos de este libro.
El primer fragmento es una corta pero muy interesante colaboración que empieza en la página 193 y se titula “Proyecto social y reestructuración jurídica familiar”, escrito por uno de los hermanos que le han puesto el pleito a mi marido (porque aunque pongan mi nombre en el pleito a quien hacen daño es a ÉL, a Joaquín de Prada González, puesto que repetidamente se me dice en el pleito que no soy nada ni soy nadie y que tengo que identificarme diciendo quien soy, por tanto queda clarísimo que la persona importante es mi marido, Joaquín de Prada González, de profesión Notario).
Cuando leáis este fragmento escrito, como os he dicho, por uno de los hermanos de Joaquín, os daréis cuenta de la incongruencia entre eso que escribe y sus actos posteriores (por ejemplo, poner un pleito a la viuda de su hermano), pues si hubiera sido consecuente con lo escrito y se hubiera comportado como una persona decente, todo habría sido distinto.
He aquí el fragmento:
“Como observación previa, imprescindible para comprender el Derecho de Familia, y como advertencia para cortar escándalos ante algunas normas todavía vigentes, recordamos que la práctica de la vida familiar con frecuencia no se ajusta al esquema jurídico establecido por ser mucho más importantes en ella los vínculos extrajurídicos que los propiamente jurídicos. Esto expresa con una bella fórmula poética mi compañero Pelayo Hore (pág. 44) cuando dice que la familia se basa en el amor más que en el Derecho. De aquí que el Derecho de Familia sea el menos jurídico de las ramas del Derecho porque en ella una sonrisa, un abrazo o una lágrima tienen más importancia que los artículos de un Código o las cláusulas de un contrato. (JM de Prada, págs. 197-198).”
El otro fragmento del libro que os quería comentar (y que además no hay por donde cogerlo) está escrito por un gran amigo del anterior, y que por cierto nos hizo muchísimo daño a Joaquín y a mí. Este señor, además de ser empresario tenía su carrera, estaba casado con una gran persona y tenía unos hijos maravillosos. Parecería que hablo de un individuo ejemplar ¿no? Sobre todo cuando él en este libro habla de respeto al matrimonio, del amor, de la unión entre las parejas, y de un gran etcétera. Él era, como el anterior, muy católico, muy amigo de los curas y por supuesto, muy franquista. ¿Pero qué pasó? Pues pasó que aunque predicar si que predicaba y no tenía problemas en ver la paja en el ojo ajeno, lo que no hacía era predicar con el ejemplo, y viviendo él en Madrid, se echó una querida, engañó a su buenísima mujer mientras pudo, luego la dejó y pasó el resto de su vida con la querida. Ella, su mujer, en su momento se fue a su pueblo y con el apoyo de sus hijos tiró adelante, aunque sufrió o sufre mucho.
Que yo sepa, porqué este señor (que en su día censuró nuestro noviazgo y junto con otros intentó darle fin) hiciera eso con su familia nada ocurrió. Todos calladitos, todos tan amigos. Mientras que a nosotros y me refiero a mi marido y a mi o sea a Joaquín y a Loli, se nos ha mirado mal por querernos desde casi niños, respetarnos en nuestro noviazgo y matrimonio cada día y que cada día el querernos fuera lo primero en nuestras vidas, cuando el nuestro era un caso envidiable y de los que existen pocos.
Creo que esto no merece más comentarios, pues los hechos hablan por si mismos. Solo quiero deciros, a todos aquellos que me entendéis y que comprendéis mi caso, GRACIAS, mil veces gracias por el apoyo y el cariño.
Aprovecho para poneros la letra de una canción que me recomendó la doctora Olga Portolá hace unos meses, y que me gustó mucho. Se llama “Papá cuéntame otra vez”, y la canta maravillosamente Ismael Serrano:
Letra: Daniel Serrano
Música: Ismael Serrano
Papá cuéntame otra vez ese cuento tan bonito
de gendarmes y fascistas, y estudiantes con flequillo,
y dulce guerrilla urbana en pantalones de campana,
y canciones de los Rolling, y niñas en minifalda.
Papá cuéntame otra vez todo lo que os divertisteis
estropeando la vejez a oxidados dictadores,
y cómo cantaste Al Vent y ocupasteis la Sorbona
en aquel mayo francés en los días de vino y rosas.
Papá cuéntame otra vez esa historia tan bonita
de aquel guerrillero loco que mataron en Bolivia,
y cuyo fusil ya nadie se atrevió a tomar de nuevo,
y como desde aquel día todo parece más feo.
Papá cuéntame otra vez que tras tanta barricada
y tras tanto puño en alto y tanta sangre derramada,
al final de la partida no pudisteis hacer nada,
y bajo los adoquines no había arena de playa.
Fue muy dura la derrota: todo lo que se soñaba
se pudrió en los rincones, se cubrió de telarañas,
y ya nadie canta Al Vent, ya no hay locos ya no hay parias,
pero tiene que llover aún sigue sucia la plaza.
Queda lejos aquel mayo, queda lejos Saint Denis,
que lejos queda Jean Paul Sartre, muy lejos aquel París, sin embargo a veces pienso que al final todo dio igual:
las ostias siguen cayendo sobre quien habla de más.
Y siguen los mismos muertos podridos de crueldad.
Ahora mueren en Bosnia los que morían en Vietnam.
Ahora mueren en Bosnia los que morían en Vietnam.
Mi increible hijo Joaquín ha montado un video maravilloso con imagenes de tiempos felices en que Joaquín (padre) todavía estaba con nosotros, todo ello al son de una de mis canciones preferidas, cantada por Antonio Machín: Toda una vida.
Os lo pongo aquí para que lo disfrutéis vosotros también (aunque alguno de vosotros ya lo habrá visto en el blog de mi hijo Joaquín http://joaco.deprada.net/?p=61):
Quiero decir en esta entrada, escrita por mí en el 19º aniversario del día en que me dejó (aunque os juro que no quería): Joaquín, te sigo queriendo. Sigo locamente enamorada de ti. Tus cientos de preciosas y poéticas cartas son mi vida, y como cada año en este día y en este momento, las tres y doce minutos de la tarde, yo te sigo haciendo un precioso camino de Rosas (este año cultivadas por mí), que es lo que tú te mereces. Siempre tuya. Loli
Aquí sigue una carta preciosa que me escribió Joaquín el 21 de marzo de 1957 y que podéis leer en la versión original de puño y letra de Joaquín o más abajo en la transcripción. Para los más perezosos (y gracias a los esfuerzos de Peter) podéis escucharla leida por mí.
[audio:carta.mp3|animation=no|titles=Loli leyendo la carta|artists=Loli]
San Javier 21 Marzo 1957
Mi amor estoy contigo desde que ayer te dejé en la estación. ¿No me notas a tu lado? Yo te hice compañía mientras esperabas. Yo te ayudé a subir al tren. Yo te cuidé durante todo el viaje y te cogía de las manos para que no te hicieses daño al bajar del tren. Nunca he estado más cerca de ti. Es como si estuvieras dormida y yo velara junto a ti tu sueño cuidando que no te destaparas. Con qué amor he estado pensando en ti y qué cariño tan inmenso y delicado pongo siempre que pienso en ti. Pensar en ti es poco en comparación con lo que yo hago. Yo no solo pienso en ti, vivo en ti. Pongo el pensamiento y el deseo y el corazón y todo lo que es vivir. Tenerte junto a mí es la única felicidad posible y cuando no estamos juntos yo lo deseo tan ardientemente que es como si lo estuviéramos.
Mi vida te quiero mucho ¿lo sabías? ¿No notas a veces como algo repentino que sin saber cómo te ilumina completamente? Soy yo, es mi amor que incontenible, salta los 30 kms que nos separan y te da un beso de luz. Mi amor es creciente Loli. Cada vez me uno más a ti. Ya estoy tan junto a ti que no sé lo que es tuyo y lo que es mío. No sé si hago algo porque ese es tu deseo o en realidad soy yo quien durante años lo he estado deseando aun sin sospecharlo siquiera. Mi amor, cada día que pasa es un día más que nos hemos estado queriendo. ¿No es eso maravilloso? Ese es nuestro tesoro Loli, el amor. Lo tenemos ya y es lo más importante. Es verdad que aún falta tiempo y muchos sacrificios por hacer hasta que juntos para siempre vivamos en toda su plenitud este amor. Pero el amor, el mismo amor de entonces, el mismo del día de la boda, lo tenemos ya. Eso es lo importante Loli, créeme. Yo he visto, tu también, crecer este amor, y sé que no ha nacido de la nada, que nos ha costado trabajo (dulce y maravilloso trabajo, es verdad) llegar hasta él. Ningún dinero sería bastante para pagar este amor que yo ahora contemplo con toda seguridad y confianza. Somos ricos, Loli, inmensamente ricos de una riqueza sin igual, pues nuestro amor es nuestro tesoro y es un tesoro inapreciable. Dice el Evangelio “allí donde está tu tesoro, allí está tu corazón”. Loli mi corazón está en ti, pues tú eres mi tesoro.
¿Estás conforme conmigo en todo cuanto te digo? Entonces voy a pedirte un favor. Loli quiero que tú, igual que haré yo, aprecies y valores nuestro amor por encima de cualquier otra cosa. Que sea más nuestro amor que cualquier capricho o cualquier otra cosa que pueda haber. Tienes que prometérmelo y si los dos hacemos eso creo que nuestra felicidad es segura.
Loli te quiero mucho, infinitamente. Yo me acuerdo de las estrellas que había la otra noche cuando íbamos a la Estación. Yo a veces sueño despierto y naturalmente tú eres el centro de todas mi (sic) esperanzas. Yo sueño para los dos noches con tantas estrellas como esa. Los dos estamos sentados juntos y solos (te das cuenta, solo dos palabras: juntos y solos, y ¡cuanta felicidad dentro de ellas!) bajo un cielo como ese. Es igual dónde. O en una pasarela junto al mar o en las montañas sobre la hierba. Yo me tumbaré y trataré de contar las estrellas y en tanto silencio te diré: te quiero y tú te inclinarás sobre mí para ver el cielo en mis ojos. Yo ya sabré cuantas estrellas hay. Habrá sólo una. La que tú me des.
Loli ¿por qué me haces tan feliz? Yo estaba horriblemente vacío y tú me llenaste de cosas maravillosas. ¿Cómo quieres que no te quiera? Aún te quiero poco para lo que debería quererte. A pesar de que te quiero como más no puedo pero tú te mereces que el mundo entero se convirtiera en una hoguera de amor por ti. No te preocupes que lo incendiaré. Quiero que mi amor por ti sea tan inmenso y maravilloso que te vuelva loca y te obsesione de forma que no haya cosa que mires o toques que no te grite mi nombre, que no te llene de mi amor. Yo llegaré a quererte de esa forma. Ya te quiero, sí, pero mi único propósito en esta vida es llenarte de amor, y lo haré, estoy seguro. Un día me cogerás por los hombros y me mirarás sin pestañear a los ojos y dirás: Joaquín acabo de hacer un descubrimiento maravilloso. Estoy loca, completamente loca por ti.
Y yo te contestaré… Bueno, y entonces lo sabrás.
Mi Loli ayer me fui muy triste, tanto como tú te quedaste. Yo sé el sacrificio que fue para ti el dejarme marchar (y el mandármelo que si no no me hubiera ido) y sé que lo hiciste por mí, porque no me riñeran. Yo me di cuenta y te diré que es la vez que más maravillosamente me has dicho que me querías y sin necesidad de una sola palabra. Ya me contarás el domingo tu viaje pues, ahora para no entristecerme sólo me dices que te fue bien. Yo llegué a casa y comí a toda velocidad para a las 3 ½ en punto (mi pensamiento puesto en ti que empezabas el viaje) estudiar. No me dijeron nada. Mi madre estaba un poco seria pero nada más. Ni me preguntaron nada, ni nada me dijeron. A la hora de merendar mi madre me preguntó si te había visto y yo le dije que si y como explicándole la cosa añadí que de vez en cuando veníais las dos a por Petróleo a la Base.
Me preguntó que si tu hermana también y le dije que sí. Con esto cumplí mi palabra. La verdad es que me costó un poco de trabajo pues odio con todas mis fuerzas el mentir. Pero así estamos todos conformes y yo soy de los que cumplen su palabra.
Ya falta poco para el domingo. Iré como siempre en el tren de las 8 menos cuarto. Haz lo que quieras. Si prefieres vamos a misa a tu pueblo o si no bajamos a Cartagena. Tú, como yo, sabes que ventaja tiene cada cosa. Lo que sí te pido es que si vamos a Cartagena lo hagas todo antes de llegar yo y no me tengas que dejar ni un solo momento, pues a mí me da mucha pena y pienso cosas que no debía pensar, lo contrario.
He pensado que tu hermana debía escribir una carta al asistente por si dan el petróleo antes del domingo para que lo saque al tren.
Tu carta de hoy me ha llenado de alegría y me dices todo lo que yo quiero oírte. Eres maravillosa.
Si te acuerdas podrías comprar el carrete y nos hacíamos fotografías el domingo.
Dale recuerdos a Adela y a Josemari.
Para ti, mi amorcico, todo un montón de cariño y mimo y la mejor ternura y las caricias más maravillosas de tu dueño y único propietario.
Siempre tuyo
Joaquín
Por supuesto que cuando estas cartas fueron escritas (hay muchísimas de esta época, como de todas las épocas) la madre de Joaquín y yo todavía no nos conocíamos. Aún faltaba más de un mes para ese encuentro y como digo en mi libro “Joaquín y Loli. Un encuentro de cine” a partir de ese mismo día la vida de su madre y por supuesto la de Joaquín y la mía cambiaron, ya que ella me quiso mucho a mí y yo a ella, y las dos queríamos mucho a Joaquín. Prueba de ello son las cartas que publico en mi blog, en la entrada 64 (haz click aquí para verla), donde su madre me manda a mí las cartas que escribía a su hijo (mi novio) para que yo se las mandase a el.
Os preguntaréis qué quiere decir Joaquín cuando habla de mentir. Pues llevávamos dos domingos que no habíamos podido vernos porque su familia no le había dejado salir, así que en esta ocasión Joaquín dijo que iba a dar un paseo y que estaría estudiando de nuevo a las tres y media (cosa que hizo), y durante ese “paseo” nos vimos. A él le supo muy mal tener que hacer eso pero no podía seguir sin verme. En cualquier caso, y como había prometido, se puso a estudiar a las tres y media.
El burofax que aquí podéis leer, tan lleno de “cariño”, lo recibimos mis hijos y yo a modo de “felicitación de navidad” el año 2006. A mi hija Cristina le dió un ataque de ansiedad al verlo y tuvimos que llevarla a urgencias y a todos los demás nos falto poco de ir por el mismo camino.
Dicen que hay que tener cuidado con lo que se dice y se escribe pues uno queda retratado. Este burofax “retrata” a gente que creíamos que era familia y que un buen día se levantaron y decidieron pegarnos una bofetada. Como si no bastara con que yo me hubiera quedado sin mi marido y mis hijos sin su padre… Y luego vino el pleito.
Entre las joyas contenidas en este burofax (que “mis abogados” me han dicho que puedo publicar, pues lo aportaron ellos al pleito), me escriben que no puedo firmar libros como LOLI DE PRADA, “Este no es tu apellido ni tienes derecho a su uso”. Pues bueno, deciros que no solo puedo firmar un libro con el nombre de pluma que me de la gana, sino que desde el día 6 de noviembre de 1959 en que me casé con Joaquín de Prada González yo pasé a ser Loli de Prada, y si no les gusta que se aguanten. Aquí podéis ver unas cartas de 1975 y 1976, que me mandó Joaquín cuando fue a Dublin y a Londres a hacer un curso de inglés con nuestro hijo. Como podéis ver Joaquín tenía claro cual era mi apellido y yo también:
Y esa estupidez de que “si mi hermano viviese jamás hubiese autorizado su publicación (…) si mi pobre hermano pudiese levantar la cabeza, la volvería a bajar, avergonzado por ello”. Bueno, no tengo palabras. Honestamente ¿creen que si Joaquín levantase la cabeza lo que le avergonzaría sería mi precioso libro? No. Lo que le llenaría de pena sería ver a sus hermanos ensañados contra su familia, contra Loli, Joaquín, José Manuel y Cristina de Prada, que era lo que más ha querido en su vida.
Podría escribir páginas y páginas en respuesta a ese burofax, pero sería malgastar mi aliento, por lo que solamente quiero hacer unos cortos comentarios:
-Si hubiera sabido que el tema de las fotos se iba a convertir en este gran drama (aunque en el fondo creo que es “la excusa” para atacar el libro), obviamente no las habría publicado (las que salen los hermanos). Los padres y abuelos de Joaquín, son los abuelos y bisabuelos de mis hijos y por ahí, he de decir, que no habría pasado por el tubo pues mis hijos me han autorizado a utilizar esas fotos de SU familia (que mis hijos son nietos y bisnietos, no los recogimos en una cuneta).
-Que la madre de Joaquín no quería salir en fotos ni conservar fotos es un tema muy debatible (ya que a Joaquín padre, Joaquín hijo y a mí nos regaló albumes y fotos), y dejaré que mi hija Cristina escriba sobre el tema en un comentario pues tiene una opinión muy clara al respecto.
-Parecería que NO SE HAN LEIDO EL LIBRO, pues hablan de alusiones a José Mª de Prada González que “no se ajustan a la realidad”, y honestamente no sé de que hablan, pues aparte de una anécdota puntual que se explica por la época represiva en que transcurrieron los hechos, no hago ninguna alusión que se pueda considerar dañina. Al contrario, le agradezco que le diera dinero a Joaquín para que me pudiera visitar.
-El libro es DE Y PARA Joaquín y la mención de su familia es totalmente incidental y podría haberles eliminado del libro sin que éste se hubiera visto afectado, pero siendo un libro biográfico tenía sentido que se les mencionara ymi aparecieran su fotos.
La Ribera, el mar, el Costa Azul, que bonito todo cuando la vida es preciosa. Yo también te quiero Joaquín.
Ayer cuando te dejé en el tren me vine no muy deprisa como me dijiste. Estuve estudiando. A la hora de merendar te escribí y luego me fui a llevar la bicicleta a ponerle el portaequipo. Ha quedado bien y ya te puedo llevar en la bici sin que tengas que ir en la barra. Después estuve estudiando.
Hoy ha venido mi tía y una amiga. Fui a buscarlas al Costa. Ya están aquí y esta casa es un lío y yo con todo salgo perdiendo pues no tengo tranquilidad. Además esta mañana me ha dolido bastante la cabeza. Me tomé una aspirina pero a pesar de esto no se me ha terminado de quitar. Todo hace que no pueda estudiar como a mi me gustaría y me pongo triste y de mal humor. Además me acobardo mucho. Yo sé que no te gusta pero no lo puedo remediar y me entra miedo de todo y entonces te necesito como nunca junto a mí para que me riñas como aquella vez. Claro que ahora es mucho mejor pues nuestro amor está por encima de todo y me ayuda muchísimo en esos momentos. Si no fuera por ti, mi Loli, no valdría la pena vivir.
Tengo unas ganas inmensas de verte, mi Loli. Como nunca. Más que ningún otro Domingo. Estos dos días que faltan no va a ser vivir lo que haga. Este Domingo también tienes que dedicarlo a quererme. Lo necesito. Además muchísimo rato, sin hacer nada más que eso. Tienes que prometérmelo. Yo iré como todos los Domingos, me gustaría poder bajarnos enseguida, si fuera posible para llegar a misa de nueve y media. Así podríamos estar más rato juntos. Después comemos como si fuéramos a ir al cine, pero en vez de ir nos metemos en Denver o en el Casino y estamos todo ese rato juntos. ¿Lo haremos así?
¿Qué tal vas de tu catarro? Loli no te cuidas y por eso te pones mala. Tienes que cuidarte más ahora que estás sola. Después no lo necesitarás ya pues me tendrás a tu lado para cuidarte. Entonces solo yo me preocuparé y no te pondrás mala. Pero tu ahora cuidate ¿me lo prometes? Si el Domingo no quieres salir a la estación me lo avisas y yo voy a tu casa. Tú estás atenta a la puerta y cuando yo dé un golpe sales tú y nos vamos. De esa forma no coges frío.
Loli, te quiero con locura. Eres mi todo y cuando pienso en ti y en que eres mía y que cuento con tu cariño, no me importa ya nada y me siento feliz. Loli, yo te quiero y te adoro tanto que me es imposible decírtelo.
Acuérdate de decirle a Ángel lo de mi alojamiento los dos días de Semana Santa. De paso dale recuerdos a Maruja.
Mi amor ¿me quieres? Yo vivo solo la vida que tú me das y tu amor es para mí lo único que tengo. Lo llenas todo y si tu me dejaras el vacío me mataría.
Un millón de estrellas y un amor inmenso y las caricias mejores y una vida entera.
Como todos sabéis, las cartas de Joaquín (y las mías) están repletas de amor y de cariño, aunque si uno se fija siempre se nota ese trasfondo de pena y angustia, causado por las circunstancias familiares.
San Javier 26 Septiembre 1958
Tengo aquí tu abanico que nos dejamos en el coche y el espejito que te dejaste aquí.
¿TE CUIDAS?
Queridísima y muy mía virgencita:
Te quiero locamente y ayer fui muy feliz. Eran dos cosas que me corría prisa decirte. Ninguna de las dos te cogerá de sorpresa pues tu sabes como mi amor aumenta a cada instante. Y que ayer fui feliz también lo sabes pues lo viste y te irás acostumbrando como yo a ser feliz únicamente cuando estás junto a mi. Pero ayer fue maravilloso. El final lo arregló todo y gracias a él el día fue muy maravilloso. Además tuvimos un éxito pues hoy me han hablado otra vez de lo bien que resultó todo. Yo estoy muy orgulloso de ti. Además a ratos mientras lo preparábamos me parecía que tu eras mi mujer, aquella nuestra casa y la fiesta una de esas que a ti te agrada dar ¿te pasó a ti igual? Me hiciste muy feliz y yo te agradezco que vinieras y que hicieras todo eso por mi. El resultado fue que me sacaste feliz. Pero lo mejor de todo fue el viaje a Balsicas ¿no te parece? Me sentí tan feliz como yo deseaba serlo ¿Qué tal tu viaje? ¿y luego en tu casa? Ya me lo contarás todo amor mío.
-guro que habrás avisado a doña Flora. Sal a esperarme y ten decidido todo lo que tenemos que hacer. Ya verás que domingo más lindo. Para ti mi amor maravilloso. Mis caricias suaves y dulces, mi ternura desbordante y un beso genial y muy urgente. Siempre tuyo y para siempre. Quin
Esta carta que sigue me la escribió desde Los Molinos el sábado de esa misma semana. La escribió por la noche, desde la pensión de doña Flora dónde se alojaba las noches de sábado a domingo (cuando estaba en San Javier) y que estaba muy cerquita de mi casa. Allí se hospedaban todos los novios de mis amigas. La carta me la dió el domingo por la noche antes de coger el tren. Esto lo solía hacer muy a menudo, pero a estas cartas no solía ponerles ni día ni mes ni año, aunque yo estoy segura de que la escribió el 28 de septiembre de 1958 (y además las dos cartas estaban guardadas juntas).
Amor de mis entrañas: ¡si pudiera dejarte entre las manos mi propio corazón! Él sí sabría hablarte de todo cuanto yo quiero que sepas y recuerdes durante nuestra ausencia, de todas las cosas que él guarda y del que es tu guardián. Quisiera dejar mi propia vida junto a ti. Algo que constantemente te hablara de mi amor para que él te sirviera de consuelo, te recordara hasta que punto soy tuyo. Cómo eres dueña y señora de mi vida. Cuanto te quiero amor mío. Soy infinitamente tuyo, amor puro y vivo, llama de cariño. Te deseo, te amo, me vuelves loco, soy tuyo. ¿Qué más puedo decirte? Todo lo sabes tu pues todo lo vivimos juntos. Es maravilloso quererte tanto.
Ámame mucho y no te importe lo demás. Lo único importante
pero cuanto más nos cueste más maravillosa será nuestra soledad, nuestra felicidad.
Ámame mucho. Hasta pronto amor mío. Un beso genial de tu
Quin.
Dónde estas corazón?
Yo le quería más que a mi vida,
el era mi cariño, era mi dicha,
mi único goce era su amor.
Una mañana de cálido verano,
entre mis brazos se me murió;
y desde entonces voy por el mundo
con el recuerdo de aquel amor.
Dónde estás corazón,
no oigo tu palpitar,
es tan grande el dolor
que no ceso de llorar.
Le quería yo tanto
y se fue para no retornar.
Yo le quería con toda el alma
como se quiere sólo una vez,
pero el destino cruel y sangriento
quiso dejarme sin su querer.
Sólo la muerte arrancar podía
aquel idilio de tierno amor;
y una mañana de cálido verano
entre mis brazos se me murió.
Dónde estás corazón,
no oigo tu palpitar,
es tan grande el dolor
que no ceso de llorar.
Le quería yo tanto
y se fue para no retornar más.
Hace días que mi hijo Joaquín puso en su blog esta divertida película de una visita al zoo de Madrid el verano de 1971. Forma parte de las películas de Super8 que Joaquín junto con Peter están digitalizando.
Me gustan en particular esos segundos al principio de la película en que sale la madre de mi marido, Carmen, haciendo mimos a mi hija Cristina. Carmen perdió a su única hija cuando esta era pequeña en un trágico accidente. Siempre existió una conexión y un cariño muy especial entre Cristina y su abuela, más que con ninguna otra nieta.
Os pongo el enlace para que lo podáis ver directo. Y aquí va también un enlace al blog de mi hijo Joaquín.
De verdad os aseguro que me gustaría poder dar con la razón, pero no puedo, me es totalmente imposible entenderlo. Nunca he sabido lo que es un pleito aunque estaba casada con un gran jurista. No comprendo ese mundo dañino y malo dónde las personas (por llamarlas de alguna manera) se intentan sacar los Ases de la manga sin tan siquiera saber si hay otra persona que tiene una baraja aún más potente que la suya (y que años antes había ido guardando en su esmoquin). Aunque no creo en casi nada ni en casi nadie, he sido lo suficientemente inteligente para saber, desde que era muy pequeñita, qué es bueno y qué es malo y quien es bueno y quien es malo.
Ahora Joaquín de Prada González y yo sabemos lo que es un pleito. Un pleito interpuesto por gente mala, un pleito lleno de mala sangre, de envidia y de rencor. Que no quede ninguna duda, el pleito por el que se quiere suprimir EL LIBRO es una afrenta y un insulto a la memoria de una única persona, y esa persona es Joaquín de Prada González. Aunque la lucha no está perdida, ya que el tema está en apelación, según la sentencia los libros se deberían DESTRUIR. Tal y como están ahora las cosas, Joaquín de Prada González ha perdido.
De uno de los montones de papelotes que conlleva un pleito (en la mayoría de ellos solo se dicen tonterías y mentiras) os transcribo un párrafo que se presupone lo ha escrito alguna de esas personas que intentan decir son “familia” de mi marido, o sea, “familia” del padre de mis hijos, aunque de eso NADA, no son ni hermanos de mi marido, ni sobrinos, ni cuñadas, ni ese gran etcétera. El apellido es pura coincidencia, como el nombre del perfume. Mi marido, Joaquín de Prada González, a todos los efectos, era hijo único, si bien tuvo una preciosa hermana que nos dejó de muy pequeñita y tuvo un maravilloso padre (que no tuve la suerte de conocer, aunque Joaquín me hablaba continuamente de él, y de los dos conservo muchas fotografías) y tuvo una madre maravillosa que también fue mía.
Aquí sigue el párrafo del que os hablaba, aunque de este mismo calibre los hay a montones dentro de este largo pleito. Es una página 15 de no se que parte (no me suelo molestar en leer tanta mentira) y dice así:
Puede igualmente afirmar esta parte, que la primera persona que expresaría su reproche, de estar vivo, sería el fallecido esposo de la demandada que como ha quedado sobradamente acreditado en el juicio, era una persona tremendamente reservada, tímida, introvertida y nada dada a confidencias.
Yo quiero hacer saber y lo digo en nuestro precioso y prohibido Libro “Joaquín y Loli un encuentro de Cine”, precioso libro gracias a la editorial, el editor y todos los que hemos contribuido en el, que cuando yo conocí al único amor de mi vida, él era ciertamente, una persona triste. A los 10 minutos de estar con él me di cuenta de ese hecho, que se vio confirmado cuando al rato, esa misma tarde, él mismo me lo dijera.
Lo cierto es que todo lo que pueda haber dicho y montones y montones de cosas más los tengo de su puño y letra. Todo, absolutamente todo, de lo que se hablara o en San Javier o en Campo de Criptana, me lo escribía a mi palabra por palabra y si algo pensaba él que me podía hacer mucho daño verlo por escrito, esperaba a contarme los detalles de voz en la cafetería Denver de Cartagena, cuando nos podíamos ver, entre palabras y caricias.
Él, mi marido, mi gran amor, Joaquín de Prada González, desde el instante en que nos miramos a los ojos, su vida cambió. Cuando estaba conmigo era otra persona y no quiero con ello decir que no nos costara a los dos sacar ese dolor que llevaba dentro, pero aún así, era una persona dulzona, comprensiva, cariñosa, inteligente y con él se podía mantener cualquier tipo de conversación. Mi cariño y forma de amarlo le hacía muy feliz. Estando juntos él ganó confianza y fuerza.
Él solo ha querido, como yo, una cosa en la vida y es que estuviéramos juntos. Yo nunca le he conocido como persona reservada, ni tímida, ni introvertida. Lo que si hemos hecho, por las circunstancias que imperaban entre los dos, es sólo contar o hablar de aquello que creíamos oportuno. Para saber cómo era él antes de conocerme, basta con leer los escritos de nuestros queridísimos amigos Julio Burdiel Hernández, Alfredo Flores Pérez y Luciano G. Egido (publicados en el libro “Joaquín y Loli un encuentro de cine”). Pero esas personas que le han puesto un pleito no parece que le conocieran en absoluto, y tampoco parece que hayan aprendido nada acerca de él leyendo el libro (eso si se lo han leído, que lo dudo cada momento más).
Quiero dar las gracias a todas esas personas que continuamente me mandan cartas de su puño y letra o por correo electrónico, pidiéndome saber más. A todos os quiero pedir que tengáis un poco de paciencia, que de todo os iréis enterando. Tengo toda la intención de ir publicando este maravilloso material de distintas formas, como a él le habría gustado, compartiendo nuestra felicidad con todo el mundo.
De verdad, que vale la pena que os lo contemos los dos muy juntitos.
Mi amiga Ana Mirasol de Albacete me escribió ayer 23 de febrero de 2010 lo que a continuación os pongo y aprovecho para compartirlo con vosotros y contestarle en mi blog:
“Hola Loli. ¿te suena esto?:
‘El aprecio a las buenas historias es consustancial a la condición humana. Pero sí es cierto que mucha gente no valora esta riqueza, por el simple motivo de que la han educado para vivir de espaldas a ella. Una parte muy importante de este tesoro, las tradiciones familiares (lo que se suele llamar «memoria generacional») ha sobrevivido mejor a estos embates, pero incluso hoy día peligra a causa de cambios sociales que afectan gravemente la cadena de transmisión. Digamos que hoy día no se suelen dar las condiciones para que los abuelos cuenten «batallitas» a sus nietos. Y las consecuencias de eso pueden ser desastrosas. Porque las historias familiares son parte esencial de la educación de cualquier persona. No verse expuesto a ellas genera una carencia que, en mi opinión, explica en parte fenómenos tan inquietantes como el reciente episodio del «botellón» masivo convocado a golpe de SMS.’
Es el párrafo de una entrevista que leí en Internet hace tiempo, poco después de iniciar nuestra amistad “telefónica”. Por entonces estaba yo iniciando el relato que ya sabes y andaba un poco desanimada, sin saber si merecía la pena o sólo tendría interés para mí. Y fueron esas palabras de tu hijo las que me convencieron de que yo estaba en lo cierto y que mis hijos y mis nietos debían conocer cómo fue la vida de mis padres y su repercusión en la mía propia. ¿Comprendes ahora lo que yo quería explicarte el otro día , cuando hablabamos por teléfono?
Un beso, Loli, ya nos llamaremos.
P.D. He empezado una segunda parte, pero va despacio, muy despacio.”
Ana,
Efectivamente es una entrevista a mi hijo José Manuel (que os pongo completa abajo). Me alegro que te gustara y que te haya sido de utilidad para tus trabajos que en este momento estás realizando.
En cuanto a lo de ir despacio, no hace falta ir deprisa, ni llegar primero, pero hay que saber llegar.
Un abrazo muy grande,
Loli de Prada
Aquí sigue la entrevista completa realizada por Juan Ignacio Pérez para Asociación Litoral:
José Manuel de Prada
“El reciente interés por las llamadas «leyendas urbanas» ha servido para que muchas personas descubrieran de pronto que son portadoras de un acervo tradicional”
José Manuel de Prada Samper, traductor, viajero e investigador de la cultura oral universal, nos sorprende cada cierto tiempo con una obra divulgativa que despierta nuestro afán por conocernos. Ya sea haciendo trabajo de campo o rescatando viejas ediciones desconocidas en nuestro país, sus libros nos muestran a los verdaderos protagonistas del relato popular, los narradores, personas con nombres y apellidos que comparten objetivos, técnicas y gestos, a pesar de las diferencias raciales, geográficas, idiomáticas o históricas. Escoceses, bosquimanos, irlandeses y castellanos son en sus obras vecinos de una misma comunidad, aquella que expresa preguntas y respuestas existenciales a través de los cuentos, confiando en el valor generador de la palabra.
¿Por qué consideras tan importante que la ciudadanía conozca los relatos que proceden de la tradición oral?
Porque son parte de nuestro patrimonio colectivo y porque la sabiduría que contienen todavía tiene vigencia, o es susceptible de adaptarse a las preocupaciones y necesidades de nuestros tiempos. Nuestros abuelos y bisabuelos se educaron en gran medida por medio de esos relatos. Relegarlos al olvido, menospreciarlos como algo «infantil» o «pintoresco», o incluso convertirlos en la competencia exclusiva de un puñado de eruditos es un acto irresponsable de automutilación. Más aún, es sabotear una parte fundamental de nuestra memoria, de aquello que nos hace seres humanos.
¿Crees que aún hay sectores de la población que desconocen la riqueza atesorada en la memoria de sus ascendientes?
El aprecio a las buenas historias es consustancial a la condición humana. Pero sí es cierto que mucha gente no valora esta riqueza, por el simple motivo de que la han educado para vivir de espaldas a ella. Una parte muy importante de este tesoro, las tradiciones familiares (lo que se suele llamar «memoria generacional») ha sobrevivido mejor a estos embates, pero incluso hoy día peligra a causa de cambios sociales que afectan gravemente la cadena de transmisión. Digamos que hoy día no se suelen dar las condiciones para que los abuelos cuenten «batallitas» a sus nietos. Y las consecuencias de eso pueden ser desastrosas. Porque las historias familiares son parte esencial de la educación de cualquier persona. No verse expuesto a ellas genera una carencia que, en mi opinión, explica en parte fenómenos tan inquietantes como el reciente episodio del «botellón» masivo convocado a golpe de SMS.
Tu último libro está dedicado a una narradora tradicional. ¿Qué importancia crees que tiene el individuo que narra frente a la fidelidad a la tradición, a la dictadura de la memoria o al canon del texto?
Yo sostengo (y, por supuesto, no es un planteamiento original mío) que un narrador tradicional es autor de sus propias versiones. Por supuesto, trabaja con una trama, unos motivos, que le vienen legados por la tradición, pero cómo exponga esa trama, cómo organice esos motivos, es algo que depende de él o ella. También depende de una serie de factores como el momento en que se narra, a quién se narra, cuál es la actitud del público, etc., etc. Lo que para mí hace que el estudio del folklore sea algo fascinante es precisamente eso. Y también aspectos cómo la gestualidad, la inflexión de la voz y otros factores de lo que se suele conocer con el término inglés performance. El elemento puramente textual, por supuesto, tiene también gran importancia. Yo no digo que no deban estudiarse los aspectos filológicos de un relato. Pero hoy en día, después de las aportaciones fundamentales de estudiosos como Malinowski, Linda Dégh Richard Bauman o Albert B. Lord, no podemos limitarnos a eso. Sin embargo, en España hay gente que parece anclada en Frazer, como si eso fuera el último grito.
¿Por qué crees que en los estudios hispánicos sobre los cuentos se le ha prestado tan poca importancia a la persona transmisora de los textos?
Porque el enfoque sociocultural en el estudio del folklore sólo se comienza a consolidar hacia los años de 1960, con la publicación en alemán (1962) y más tarde en inglés (1969) del crucial estudio de Linda Dégh Cuento popular y sociedad. Pero en España las personas que se dedican a estas cosas suelen sentir muy poca curiosidad por lo que se hace o deja de hacer en el resto del mundo. Por eso, tanto los métodos de recogida de cuentos como los aplicados a su análisis son más bien anticuados, por no decir francamente obsoletos. En el mundo hispánico el cuento, romance, etc., sigue viéndose como un «texto» que flota en el vacío, intemporal, al margen de los avatares de la Historia. Una vez se sitúa al arte verbal en el devenir de la Historia, se ve con claridad que está íntimamente ligado a las personas que lo cultivan. Mi estudio sobre Azcaria Prieto de Castro es, en parte, un intento de introducir en España este tipo de enfoque. Lo que yo he hecho con una narradora ya fallecida se podría hacer con personas vivas.
¿Sirve la tradición oral todavía para que la gente se explique de forma local lo que sucede a su alrededor o, por el contrario, a estas alturas se trata de una costumbre del pasado?
La tradición oral es como la energía: indestructible, porque es algo (sobre todo en lo tocante a la narración) que está íntimamente ligado a nuestra humanidad. Eso sí, la tradición, incluso donde goza de gran vitalidad, está en constante proceso de cambio, y no cabe duda de que en los países industrializados este cambio, más que como renovación o actualización, se manifiesta como un empobrecimiento. En España, hoy día, no es tan fácil recoger cuentos de encantamiento como hace treinta años, aunque es prematuro decir que estos cuentos hayan desparecido o vayan a desaparecer a lo largo de esta generación. En cambio, hay otros géneros, como las leyendas o los relatos humorísticos, que sí parecen gozar de notable vitalidad. El reciente interés por las llamadas «leyendas urbanas» ha servido para que muchas personas, entre las que me puedo contar yo, descubrieran de pronto que son portadoras de un acervo tradicional. Por otro lado, el estudio de ese tipo de relatos demuestra que sí, que seguimos creando y transmitiendo historias, y que lo hacemos en gran medida para explicarnos el mundo que nos rodea. Las leyendas modernas son fiel reflejo de muchas de las preocupaciones de la sociedad actual: la relación con personas de otras culturas, los peligros de la tecnología, la creciente criminalidad, etc., etc. Contar historias, repito, es uno de los actos humanos por excelencia. Quizá sea precisamente aquello que nos hace humanos. Y no sólo contarlas, por supuesto. También escucharlas. El hombre es un animal que cuenta y escucha historias, y lo hace por una gran variedad de motivos: para entretenerse, para educar, para transmitir información, para provocar, para curar, y así un largo etcétera. Nuestra vida cotidiana está íntimamente ligada a la narración y, por supuesto, no me refiero únicamente a la narración de relatos tradicionales, sino que incluyo también las anécdotas personales, chismes y similares.
¿Consideras que se han hecho esfuerzos suficientes para rescatar y poner en valor el patrimonio inmaterial constituido por la tradición oral o compartes la opinión de quienes creen que este aspecto de la cultura popular se ha cuidado menos en España que en otros países?
En España los estudios de folklore siempre han sufrido de una notable «desvertebración», por decirlo de algún modo. No existen por sí mismos, casi siempre han estado vinculados a la filología, la dialectología, los estudios literarios, etc. Lo que habría que hacer es «vertebrarlos». Tendría que haber una titulación en folklore en nuestras universidades, o al menos un «instituto de folklore» que promoviera el estudio riguroso de las artes verbales. Mejor aún, una especie de «red» de centros de este tipo, una red coordinada. Deberíamos tener archivos de folklore, como los que hay en Irlanda, Finlandia o Grecia. Con la tecnología de hoy en día, almacenar esta información y ponerla a disposición de los estudiosos es más sencillo que nunca. Pero, claro, habría que formar un equipo de «encuestadores» que recogiera esta información. Pero tampoco esto sería complicado, puesto que la experiencia demuestra que no es difícil implicar, por ejemplo, a estudiantes de instituto en tareas de este tipo, para que recojan no sólo la literatura tradicional de los lugares donde viven, sino también la historia oral de esos lugares. Archivos de este tipo (que tuvieran su sede, por ejemplo, en museos etnográficos como hay en muchas localidades) se podrían crear con presupuestos relativamente modestos. Por sólo poner un ejemplo, si no se hace nada, en pocos años la memoria oral de nuestra guerra civil desaparecerá con las últimas personas que vivieron esos tiempos. La cantidad de información que perderán las futuras generaciones será brutal. Porque mis propias investigaciones en determinadas zonas de España demuestran que la «memoria oral» de la gente sencilla y corriente que vivió todo aquello en calidad de «comparsas» (es decir, la inmensa mayoría de la población de una y otra zona) ha preservado mucho que no está en los archivos o en los libros escritos por los grandes protagonistas y que es igualmente importante para tener una visión clara y lo más completa posible de lo sucedido. Aparte de que estimular a los más jóvenes a hablar con sus mayores sobre estas cuestiones tiene, en si mismo, un gran valor educativo.
Hemos vibrado con tu emocionante relato sobre las andanzas de los Espinosa por España. ¿Qué es lo que te fascinó personalmente de su trabajo que incluso te impulsó a escribir sobre ellos?
Bueno, además de ser los autores de las dos colecciones más importantes de cuentos españoles, ellos eran parte de la historia que quería contar, sobre todo el hijo. Pero siempre me ha fascinado todo lo que tiene que ver con nuestros predecesores: cómo recogían los cuentos, en aquellos tiempos en que no existían las grabadoras portátiles, cómo se las arreglaban para buscar informantes, etc. En el caso de Espinosa hijo, ya desde mi primer contacto con su colección me intrigó mucho que hubiera hecho su trabajo de campo en vísperas del estallido de la Guerra Civil, y que esta le sorprendiera sobre el terreno. Sus investigaciones tienen mucho mérito, y yo he aportado algunos datos al respecto hasta ahora desconocidos, pero queda todavía mucho por averiguar.
¿Cómo definirías al padre y al hijo como investigadores del cuento popular español? ¿Qué diferencias en cuanto a motivaciones, métodos, tratamiento… percibes entre uno y otro?
El padre era un folklorista nato, pero de la época en que primaba el llamado método histórico-geográfico, que se centraba sobre todo en comparar las distintas variantes, estudiar su distribución geográfica, e intentar establecer el origen de cada relato y su «forma primigenia». La edición definitiva de sus Cuentos populares españoles es uno de los mejores exponentes de este tipo de enfoque y, a mi modo de ver, sigue teniendo un enorme valor para los folkloristas de ahora. No estoy de acuerdo con Rodríguez Almodóvar cuando lo considera (en su libro Los cuentos maravillosos españoles) un mero «monumento bibliográfico», «no muy útil para las exigencias actuales».
Respecto al hijo, hay que decir que fue, en parte, un «folklorista accidental». Como yo documento en mi libro, fue su padre quien lo animó a recoger cuentos, una vez constató que él no podría nunca viajar a España. Aun así, su trabajo es en muchos aspectos superior al de Espinosa padre. Recogió bastantes más cuentos en menos tiempo (en parte porque tenía más movilidad) y es notable su mayor interés por los narradores, cuyos nombres no deja de mencionar en el artículo en que describe sus viajes. Sus anotaciones a los relatos se limitan a dar la clasificación tipológica, enumerar los motivos y reseñar las variantes hasta ese momento conocidas. Pero la suya es una colección que no se ha superado en cantidad, variedad, y calidad de los relatos.
¿Crees que es posible la pronta reedición de los libros de Espinosa padre?
¡Ojalá! Desde luego, Cuentos populares españoles debería reeditarse. Tengo la secreta esperanza de que mi libro anime al Consejo Superior de Investigaciones Científicas a «rescatar» esta importante obra.
Esperamos que sí.
Obras publicadas por José Manuel de Prada Samper
Las mil caras del diablo (Cuentos, leyendas y tradiciones). Editorial Juventud.
Mitos, cuentos y leyendas de los cinco continentes. Editorial Juventud.
Cuentos de las Tierras Altas escocesas. Editorial Siruela.
Cuentos populares irlandeses. Editorial Siruela.
La niña que creó las estrellas. Relatos orales de los bosquimanos Xam. Editorial Lengua de Trapo.
El pájaro que canta el bien y el mal. La vida y los cuentos de Azcaria Prieto. Editorial Lengua de Trapo.
Además, ha traducido a autores en lengua inglesa como Herman Melville o Gerald Brenan.
Por si alguien ha tenido la menor duda, quiero deciros a todos los que en cualquier momento leais mi blog, que no estoy en absoluto arrepentida de haber publicado ninguna de las cartas de mi marido (sea en este blog o en cualquier otro medio). Me siento muy orgullosa y continuaré poniendo cartas y cartas, porque no hay ni una en la que pueda decir “Joaquín que mal lo hiciste”. Todo lo contrario, son cartas de verdadero amor. De un amor auténtico que aún perdura. Concretamente en esta carta que publico hoy, hablo del “exilio” que le impusieron (y del que ya he hablado en otra entrada de este blog), ese “exilio” que a todos hizo feliz excepto a Joaquín y a mí, y que en nosotros tuvo el efecto contrario al deseado, ya que nos quisimos más que nunca al habernos separado. Lo siento, no les funcionó.
Salamanca 14 Noviembre 1956
Mi queridisima Loli: cuando me escribiste la carta que yo he rebicibido hoy miercoles estabas triste. Yo no puedo hacer nada para remediar tu tristeza pues cuando me entero de ella ya es tarde. De todas formas quiero consolarte y para ello no puedo hacer nada sino decirte cuanto te quiero. Te quiero tanto como para que desaparezca para siempre de ti la tristeza. Ten animos y acuerdate de mi y de mi cariño y recuerda que falta ya menos para que nos veamos de nuevo.
No tengas miedo de quererme mucho. A veces yo te pido que me quieras demasiado, con exceso. Las cosas hay que hacerlas con generosidad, sin medida. Y si esa cosa es amar con más razón aun. Tu quiéreme así poniendo tu vida entera en quererme. Los que no quieren así no saben lo que es el amor. Pero tu y yo hemos nacido para querernos y hemos de hacerlo en su plenitud, de verdad, no calculando lo que hay que querer. No hagas caso de consejos y continua queriéndome así como me quieres, que me haces completamente feliz. Y no tengas miedo que eres correspondida. Pues de igual forma te quiero yo a ti.
Llevo estudiando lo que va de semana y hoy mismo ya he estudiado bastante y después de merendar continuaré estudiando. Es nuestra manera especial de querernos ¿no? Yo al menos estudio queriéndote mucho.
Lolichi te quiero con locura, te lo digo una vez más. Hoy, cuando recibas esta carta, me figuro estarás contenta o que al menos el recibirla te animará un poco. Ánimo que ya falta menos para el martes. Muchos besos, muchísimas estrellas, mas caricias y toda mi ternura te mando hoy con mi pequeña carta y todo para ti y más que tengo guardado para cuando nos veamos.
Te quiero muchísimo, continuamente y para siempre y seremos muy felices los dos, estoy segurísimo.