Flores del vendedor ambulante

Esta carta va dedicada a una persona que desde hace décadas admiro mucho y que se llama Víctor Jara. La canción que podéis leer al final lleva el título de “Qué saco rogar al cielo”. El título de esta entrada “El derecho de vivir en paz” es también el título de una canción de este maravilloso cantautor.

Víctor Jara (San Ignacio, 28 de septiembre de 1932 – Santiago de Chile, 16 de septiembre de 1973) fue un músico, cantautor y director de teatro chileno.

Procedente de una familia campesina, Víctor Jara se convirtió en un referente internacional de la canción reivindicativa y de cantautor. Fue torturado y asesinado en el antiguo Estadio Nacional por las fuerzas represivas de la dictadura militar que derrocó al gobierno de Salvador Allende, el 11 de septiembre de 1973.

En los años 70 y estando ya viviendo en Cataluña, a Joaquín y a mi nos encantaba pasar algún fin de semana o en Andorra o en Perpignan. Allí comprábamos lo que en España era impensable. Libros anti franquistas, revistas subversivas y libros y libros y libros, de todo tipo que fuera interesante.

Estoy junto a mi ordenador en mi estudio (antes la biblioteca de mi marido) y estoy rodeada… Tengo tres libros sobre Victor Jara, 2 comprados en Perpignan y uno que me dedica mi chico en Andorra, 5 cassettes de aquella época, 4 Long Play, 7 CD’s, y más cosas que yo posteriormente he ido consiguiendo. Como veis, pongo las preciosas dedicatorias de los CD que me regalaron y dedicaron mis hijos Joaquín y Jose Manuel en el 2004 y 2005.

 

 

 

 

 

San Javier 4 Noviembre 1958

soy muy tuyo, como si me tuvieras

entre tus manos ¡cuídate amor mío!

Mi virgen queridísima: Soy todo amor para ti y todo necesidad de verte, necesito tu consuelo y son muchas las cosas que tengo que contarte. He recibido tu carta. Yo, aunque no quieras creértelo, te dije de todo corazón que no me escribieras que sí soy capaz de ese sacrificio (el mayor que hay) y de muchos más por ti. Estaba convencido de no tener carta y cuando me la han traído, pensé enseguida que aún a pesar de todo tu cansancio no querías dejarme sin unas letras de amor. Acaricié tu carta y la estreché contra mi pecho muchas veces con esa ternura que tú conoces. Luego la abrí y tu me riñes en ella. De momento me dio un poco de pena y hasta casi lloré, luego he sabido leer tu carta. No dices en ella lo que las palabras dan a entender, ni mucho menos. Dices todo lo que yo soñaba me decías mientras acariciaba el sobre. Y lo dices con tu letra de cansancio, con tu esfuerzo para escribirme con todo eso que hiciste porque algo en ti te empujaba a comunicarte conmigo, porque te era imprescindible hablarme, porque me necesitabas mucho. Esa es la verdad de tu carta, y cuando la he descubierto he vuelto a acariciarla pues me trae un sacrificio más que has hecho por mí y para mí.

Loli sabes muy bien que todo lo que ha ocurrido ha sido mala suerte, pues si yo hubiera sospechado nada no hubiese consentido que eso pasara, pues eres más valiosa para mí que mi propia vida, y me duele mucho todo lo que ocurrió. Te prometo que en adelante pondré más cuidado para que no nos vuelva a pasar esto nunca más. ¿Qué tal estas, virgen? Quisiera saber cómo te encuentras en estos momentos. Cariño mío, te estoy queriendo mucho esta semana. No puedo engañarte y te diré que me encuentro francamente mal, con los nervios otra vez mal, pero saco fuerzas de tu recuerdo y hasta el momento estoy estudiando mucho y con fruto. Estoy terminando el programa, y me da alegría por pensar en los dos días

o el domingo, pues no depende sólo de ella. Ya falta poquísimo para vernos. ¡Dios mío! Tengo unas ganas locas de verte. Tienes una cara lindísima y tus ojos son los más maravillosos que conozco. Y no me lleves la contraria, lo digo yo que te conozco como nadie. Sin contar hoy sólo el miércoles y jueves estamos sin vernos. Ya el viernes aunque tarde, nos vemos, y ya sólo por eso el viernes es un día feliz.

Mi madre igual que siempre.

Para ti que eres mi vida maravillosa, mi ternura, mis caricias apasionadas, mis besos húmedos y calientes y un abrazo que dure una eternidad.

Siempre tuyo y para siempre tu

Joaquinico

Aquí está la canción de VÍCTOR JARA para vuestro deleite:

Qué saco rogar al cielo
si en tierra me han de enterrar,
la tierra me da comida,
la tierra me hace sudar.

Qué saco sudando tanto,
y comiendo poco y nada,
si mi tierra no es mi tierra
y el cielo, cielo nomás.

A dónde pongo mis manos,
brotan claveles y rosas,
brotan y brotan las cosas
que no aprovecha mi mano.

Una espiga hay en el campo,
una espiga colorada,
si juntos la cosechamos
grande será nuestro pan.

Loli de Prada dedica esta carta a Víctor Jara

Girasol en la cocina de Mirjam

NB A 13 de marzo de 2010 corregimos una pequeña errata en la carta.

Una Respuesta a “Homenaje a VICTOR JARA… el derecho de vivir en paz”
  1. Ana Nieves dice:

    Un post muy bonito; has quitado con mucha maestría el amargor que pudiera haber tenido el relato de una vida con un final tan injusto.
    Un homenaje muy merecido ¡Qué fuerte es la magia de las canciones capaces de hacer llegar mensajes a gentes de todo tipo y condición!. Las ideologías cantadas no necesitan de un nivel cultural, cualquiera puede entenderlas y hacerlas suyas. Eso es lo que temen los analfabetos emocionales, temen los gritos cantados que se leen con el corazón.

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