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Ahora toca el turno de mi hija Cristina, que al igual que sus hermanos estuvo muy unida a su padre, Joaquín de Prada González. Espero que disfrutéis su escrito y esta foto, que hice yo mientras los dos dormían y Cristina era muy chiquitita…

Aquí sigue el escrito de mi Cristina:

Hace 21 años que murió mi padre y 20 años que conocí a Peter. Así es que tristemente Peter, con quien comparto mi vida, no llegó a conocer a Joaquin de Prada González, con quien creo que se habría avenido muy muy bien.

Es verdaderamente triste que sea así, pero me consuela pensar que en alguna medida, aunque sea pequeña, si que lo ha conocido. Me explico. Siempre hemos sido una familia muy unida, hemos viajado juntos, hemos celebrado juntos y eso supone que cuando un miembro de la familia muere, deja atrás costumbres, gestos, tics, frases, anécdotas, gustos y mil cosas más, a las que nos aferramos para mantenerlo cerca y que compartimos con los que se nos acercan. Esos pequeños pedacitos de Joaquin de Prada González que yo guardo en mi corazón ya no sólo son míos sino también de Peter que los ha asimilado, los vive y sabe que me alegran y acompañan.

A modo de ejemplo, os cuento unas cuantas historias inconexas que nos acompañan siempre y nos recuerdan a él:

En los últimos 20 años hemos debido viajar a Holanda, Peter y yo, más de una cincuentena de veces. Pues cuando mi padre viajaba en avión y el avión empezaba a acelerar para el despegue, mi padre solía poner en marcha el cronómetro de su reloj digital. La razón era pura curiosidad, relacionada con el hecho de  que sobrepasada cierta velocidad (y tiempo por consiguiente) el avión ya no podría frenar a tiempo aunque quisiera (por falta de pista) y no tendría más remedio que despegar (en el mejor de los casos). Un detalle curioso del que se debió enterar en alguna de sus lecturas, como no y que por curiosidad cronometraba. Os parecerá una tontería, pero yo ahora cuando estoy en el avión y vamos a acelerar, pulso con mi dedo índice un cronometro imaginario y pienso en él, mientras que Peter pone en marcha el cronómetro de su Iphone.

Cambiando radicalmente de tema (como voy a hacer en numerosas ocasiones a lo largo de este escrito) os contaré que hay frases que él usaba y que todavía nos acompañan, algunas de lo más divertidas, por ejemplo este “punch line” (remate) de un chiste cuyo principio ya nadie recordamos (si alguien conoce el principio del chiste que lo diga!!). La frase en cuestión es: “¡A tomar por culo el caballito y la bicicleta!” y la seguimos usando todos los de casa cuando la circunstancia es la apropiada.

Hay otra frase, y esta se remonta a la infancia de Joaquín: “Pasa lo que pasa con las pasas”, que aparentemente es algo que respondió de pequeñito en clase e hizo reír mucho a la profesora y a los otros niños… nos contó esta historia  un día y ya nunca lo he olvidado, y la frase la voy usando de vez en cuando.

Otro cambio de tema… a mi padre le encantaba comer bien, y aunque siempre ha cocinado mi madre (Loli), había una excepción que era el Steak Tartare, que preparaba él (con mi asistencia de pinche)… que rebueno salía. Y ahora lo hacemos Peter y yo, igualito ¡y nos acordamos mucho de él!

Otra anécdota culinaria se remonta a una vez en que estaba yo haciendo leche merengada y le di a probar la leche antes de añadir el merengue (pero ya llevaba su azucar y estaba aromatizada con limón y canela). Le dije, puedes probar pero “esto es solo la leche”, y el me contesto “¡pues coño que vaca!”

A él le encantaba presumir de hija cocinera (no en vano mis padres me pagaron estudios de cocina en la escuela Ritz-Escoffier de Paris, en las tripas del hotel Ritz), y recuerdo una vez que estaba muy orgulloso de mí pues  hice helado de ciruelas al Armagnac para su amigo y compañero Juanjo Lopez Burniol, en una ocasión que venía a cenar con  su mujer, Dolores. Recuerdo que  luego mi padre insistió en que se llevara el resto a casa, y estaba feliz de fardar de hija cocinera (yo hice toda la cena!).

Sigo con anécdotas divertidas, y es que una vez viajamos él y yo solos a Londres, por aquel entonces yo debía tener 18 años. Me acuerdo que se reía pues decía que todos los que nos veían juntos debían pensar “¡¡pero si podría ser su padre!!”, y me dijo “me voy a hacer una camiseta en que delante ponga ‘no solo podría ser su padre’ y por detrás ‘LO SOY!’

Luego esta su cariño por ciertas personas o personajes. Guido Crepax por ejemplo, y su personaje, Valentina. Recuerdo un viaje a Milán que hicimos cuando yo debía tener 12 años. Sabíamos que Milán era donde vivía Guido Crepax y a mi madre (Loli) y a mi se nos ocurrió bajar al lobby del hotel y buscarlo en la guía telefónica. No había ningún Crepax pero si un Crepas, con S… y nosotras pensamos, ¿será el? A lo mejor no se apellida Crepax de verdad, solo es como él firma. Subimos a la habitación con esta información, y ni cortas ni perezosas llamamos al numero y con nuestro italiano de andar por casa pudimos comprobar que si, si que era la casa de Crepax, y quedamos en visitarlo.

Fue inolvidable. Fuimos todos a su casa y aunque yo era pequeñita recuerdo todavía sus soldados de plomo, y una muñeca articulada de Valentina que había hecho su hija, y su aspecto, un hombre delgado con aspecto casi de monje. Papa compro varios originales, uno de ellos esta dedicado a mi “a Cristina, con cordialità”. Así que por eso es Valentina parte de nuestras vidas y nos acompaña siempre.

Para acabar, están las colecciones de Joaquín que nosotros seguimos haciendo, entre ellas la colección de carteles de NO MOLESTAR y de menús de cafeterías y bares. Bueno, en general todo el material promocional impreso de los hoteles, lo coleccionaba, tenemos cajas y cajas.

Me encantan estas fotos suyas delante de su colección de menús de cafetería, dónde hay verdaderas preciosidades!

Hay muchas más historias que contar, y es que lo llevamos muy dentro del corazón.

¡Papá te echo mucho de menos!

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Hoy le toca el turno a mi hijo Joaquín, que quería con locura a su padre (como lo queríamos todos, la verdad). La foto que véis aquí está hecha por mi en la Plaza de los Bandos de Salamanca en 1964.

Aquí sigue el escrito de Joaquín, espero que lo disfrutéis…

Cualquier buena idea tiene siempre muchos “padres”, y en este caso la buena idea era aplicar la informática al funcionamiento de las notarías, y, uno de los padres fue el mío, Joaquín de Prada González.

Así puedo contar que antes de 1977 empezó a trabajar en la informatización de la contabilidad y los índices. La persona que le ayudó era su hermano, que tenía una pequeña empresa de consultoría informática.

Con un alto gasto económico papá invirtió todo lo preciso para desarrollar los programas necesarios.

Recuerdo que el ordenador era un IBM 3740, de los primeros con diskette (un gran avance frente a las fichas de papel).

También recuerdo como esa pequeña consultoría empezó a vender esa misma solución informática a otros notarios. Se podría decir que el hermano de mi padre estaba sacando provecho de todo el trabajo de papá, y es cierto, aunque también es cierto que papá en su gran generosidad apoyó todo lo que pudo a su hermano.

En estos momentos (años 80) la informatización de las notarías significaba exclusivamente el ámbito de la administración de la notaría. Es decir ni se planteaba el informatizar la elaboración de las escrituras, que todavía se hacían, como mucho, con máquinas de escribir eléctricas con memoria.

Papá era un ávido lector de revistas de informática, Y le gustaban tanto los ordenadores que en el año 80 ya había comprado para casa un Apple IIe. Para hacernos una idea, en aquella época nadie tenía ordenadores en casa. El Apple era un invento prodigioso que fascinaba a todos los visitantes, pero papá lo usaba para trabajar, tenia tratamiento de textos y una hoja de cálculo que se llamaba VisiCalc.

Para informatizar la elaboración de escrituras había dos problemas, por una parte la inadecuación de los programas existentes de elaboración de documentos. Por otra la falta de impresoras que fueran rápidas y sobretodo que funcionaran a doble cara. De hecho lo habitual en esa época eran las impresoras Epson de “matriz de puntos” y la mayoría funcionaba con papel continuo. Se llego a hablar de papel continuo con el timbre notarial, o incluso he oído a papá hablar de una máquina de timbrar.

En un intento de avanzar la tecnología papá adquiría periódicamente cualquier programa nuevo que salía de tratamiento de textos,  recuerdo WordStar, WordPerfect, pero aunque hubo muchos más… ninguno era idóneo.

También recuerdo al hermano de mi padre diciendo que la elaboración de escrituras nunca se informatizaría, eso es tener visión. De hecho su visión era vender “IBM” Y para eso montó una empresa a medias con mi padre.

Un día, papá me enseñó un artículo en su revista preferida, Byte. Recuerdo que había una ilustración de una locomotora de vapor a toda velocidad, ello era para representar la potencia de un nuevo tratamiento de textos: XY Write II.

El programa sólo se vendía en Estados Unidos, y era un importante dispendio, papá se lo dijo a su hermano, que no mostró el más mínimo interés, por ello al final lo pedimos nosotros directamente en Estados Unidos.

La velocidad y las posibilidades como herramienta del XY Write eran impresionantes.

Yo, que personalmente había hecho algunos pinitos con WordStar en el Apple IIe me dedique 100% al XY.

Modestia a parte a los pocos meses teníamos el sistema funcionando en la notaría de papá. Algo relativamente “pedestre” pero que le daba mil vueltas a cualquier máquina de escribir. También recuerdo como papá compró y probó una de las primeras impresoras láser en su notaría, una “Laserjet II”.

Ni que decir tiene que prácticamente todas las notarías en ese momento se pusieron a usar ese programa, pirateado con distintos nombres, Y más tarde apareció una versión castellana.

También con el tiempo evolucionó a XY Write III. Curiosamente la historia de este tratamiento  de textos es que nace como un clónico de “ATEX” un tratamiento de textos para periódicos  y que usaba el New York Times en aquella época.

Aún hoy en día si miras en internet verás mucha gente que o bien lo sigue usando, o bien lo ha estado usando hasta hace poco. De hecho yo conozco alguna notaría que aún lo sigue usando.

Volviendo a papá, su hermano por supuesto se subió al carro y empezó a comercializar “nuestro”  programa sin ofrecernos ningún tipo de contraprestación por supuesto. Entonces éramos familia y nos parecía lo más natural.

Papá era así, bueno y generoso, especialmente con sus hermanos a los  que quería mucho. Por ello me pregunto muchas veces qué pensaría él de cómo se están portando de mal con nosotros.

Pero vuelvo a la informática. Más o menos… cuando muere papá en junio de 1991, yo llevaba 8 años estudiando oposiciones a notarías, era básicamente un fracaso como opositor.

Ayudado por mi familia, le propusimos al hermano de mi padre, que en estos momentos tenía ya un lucrativo negocio a base de los notarios, que me permitiera trabajar para él. Al fin y al cabo el programa de textos lo había hecho yo, y el de gestión papá.

Yo por otro lado tenía muchas ideas de cómo mejorar el programa, que quería aportar.

Pero resultó que no, que no solo no quería darme trabajo, sino que no quería mis ideas, ya que con lo que tenía era suficiente.

Así que con la ayuda de mi familia, especialmente de mi madre, de mi hermana y de Peter  y con dos empleados del hermano de mi padre que se querían ir de la empresa, montamos nuestra propia empresa.

Nos auguraron 6 meses de vida. Visto ahora, 20 años después, puedo decir que ha sido un viaje fascinante: con ayuda de Adolfo Calatayud, notario y amigo de papá, perfeccionamos una nueva forma de hacer escrituras y copias más allá de usar el ordenador como una máquina de escribir.

Nuestra empresa es la número dos del mercado, la del hermano de mi padre creo que sigue existiendo pero no estoy seguro. Lo cual no deja de ser curioso porque en aquel momento eran prácticamente un monopolio,  nosotros lo teníamos todo a ganar, pero sobre todo muchas ganas de innovar.

Por todo ello es especialmente triste que el notariado haya caído en la misma trampa y este elaborando su propio programa para notarías, basados en la falsa premisa de que la informática y las empresas de informática para notarías son muy caras. Sin entrar en el coste que pueda tener este programa que están pagando todos los notarios con sus aportaciones, en el mundo SAP, por poner un ejemplo, los costes informáticos son infinitamente más altos.

Pero lo peor no es que vaya a ser realmente más oneroso que los sistemas actuales, el problema es que acabarán siendo un monopolio, y acabando con la innovación.

Papá: el mundo ha cambiado mucho, ahora hay ordenadores del tamaño de una libreta que son millones de veces más potentes que tu Apple II, pero el mundo ha cambiado, España está gobernada por una mafia de ladrones y, los que te creías que nos querían, que te querían, nos han robado y traicionado.

Papá, cada día te echo de menos.

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Hoy comparte con nosotros sus recuerdos de Joaquín de Prada González (mi querido Joaquín), su compañero y amigo David Pérez Maynar, en una carta dirigida a mi hijo…

Barcelona, a 7 de Junio de 2012

Querido Joaquín,

Por encargo de Loli me pides que escriba sobre tu padre y me cuesta mucho hacerlo, la razón es muy sencilla, tuve contacto profesional con él desde la primavera de 1971 hasta su muerte, tuvimos una carrera notarial muy parecida, nos respetamos siempre, aguantamos nuestras respectivas excentricidades y nuestra tendencia al “ex abrupto” y, a pesar de todo, tardamos muchos años en ser verdaderamente amigos.

Yo me di cuenta de que tu padre era alguien que contaba mucho para mí cuando, en 1987, decidí pasar de Hospitalet a Barcelona y me pareció evidente que debía proponerle que iniciáramos la nueva aventura profesional juntos. Me dijo, con una cierta tristeza, que no se atrevía a aceptar mi oferta, comprendí sus razones y no quise insistir.

Algunos meses mas tarde, Joaquin me propuso entrar en la Junta del Colegio Notarial, me resistí todo lo que pude pero al final me convenció invocando la memoria de Luis Úbeda.

Cuando me he preguntado porque pasamos tantos años con un contacto profesional frecuente y unos intereses intelectuales parecidos, sin que llegáramos a tener una verdadera amistad, solo encuentro dos razones, Joaquin era tímido y pudoroso en la expresión de sus sentimientos y yo viví aquellos años embarcado en aventuras políticas que, vistas hoy, considero justas pero planteadas equivocadamente.

Entre tu padre y yo hubo dos mediadores con los que compartí despacho notarial, Julio Burdiel,  o actividad política, Luis Úbeda. Los dos eran grandes amigos nuestros y cuando Julio se fue a Madrid y Luis murió, tu padre y yo nos sentimos solos y nos convertimos en verdaderos amigos.

Leyendo la nueva edición de “Joaquin y Loli un encuentro de Cine” me he vuelto a sorprender de la ternura, del valor y de la capacidad de amar que tenia tu padre. Yo lo estimaba mucho por su talla profesional que contrastaba con mi tendencia al desorden organizativo, por su honestidad profunda y evidente y por  su sentido del compañerismo que, en repetidas ocasiones le llevó a ayudar a los notarios que iban llegando a Hospitalet, el pequeño feudo del que era el notario por excelencia.

Estuve con él pocos días antes de su muerte, me impresionó su lucidez y su entereza y puedo asegurarte que la lección que recibí en un momento tan duro me sirvió para no derrumbarme cuando mi P.S.A. se disparó. En aquella ocasión me dijo dos cosas una personal y otra profesional. En la esfera personal me dijo que quería morir en su casa, rodeado de los suyos, sin tener que soportar que alguna enfermera cariñosa y bien intencionada le diera una palmadita y le dijera: “Joaquinito que tal estas hoy?”. Le horrorizaba haber vivido muchos años como Don Joaquin y terminar la vida como Joaquinito.

En la esfera profesional me pidió que hiciera todo lo posible por conservar la organización del Colegio Notarial a la que había dedicado muchas horas. Sus dos deseos se cumplieron gracias a Loli y a Roberto Follia.

Joaquin, han pasado veintiun años de la muerte de tu padre, tengo ahora setenta y seis años, a mi edad te cruzas todos los días con la presencia de los amigos muertos, en cierto modo viven contigo y te permiten seguir envejeciendo serenamente.

Os deseo a Loli y a sus tres hijos que mi amigo Joaquin os ayude siempre.

Un abrazo,

David Perez Maynar

Notario

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El escrito que comparto hoy con vosotros viene de la mano de mi hijo José Manuel de Prada Samper, de quién estoy segura que Joaquín se sentiría enormemente orgulloso, al igual que de todos nuestros hijos. También aprovecho para recomendaros que cuando vayáis a la librería a comprar el libro Censurado. Joaquín y Loli un encuentro de cine, aprovechéis para comprar el último libro de mi hijo, publicado por la editorial Siruela, que se llama Cuentos populares de África. Espero que disfrutéis de su escrito…

Dzavadzimu

para mi padre, en el 21 aniversario de su partida

La imágenes de este poema me vienen rondando desde hace tiempo, pero sólo ahora han cristalizado en palabras y, cosa poco común en mí, lo han hecho en forma de un breve poema. En la lengua shona del sur de África, hablada sobre todo en Zimbabwe, dzavadzimu significa “referente a los espíritus”. Los bosquimanos |xam, que vivían más al sur de los shona, en lo que hoy es la república de Suráfrica, decían que todos los seres humanos llevamos dentro un viento personal e intransferible. También decían que las historias viajaban con el viento, y que bastaba con sentarse en un recodo del camino para sentirlas. Sobre el corazón decían que era la sede del espíritu, pero no se referían a la víscera en sí, sino a lo que ellos llamaban “hilos del pensamiento”, que situaban “a un lado de la garganta”.

Quisiera contarte tantas cosas,

pero no sé hacerlo.

En cambio,

yo a ti puedo a veces percibirte.

Tu viento se hace sentir

en cada espiral de mi camino,

y el tuyo es el corazón que palpita

en todos los rincones donde habito

y cuyos latidos me hacen llegar

instantes en los que te reconozco.

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Hoy comparto con vosotros el escrito de Joan Solé, con cuyos padres, Luci y Josep María desarrollamos una amistad que empezó con nuestra llegada a Hospitalet. Joaquín fué una influencia positiva en la vida Joan, y en la de todos aquellos que tuvieron con él contacto. Aquí tenéis también una foto de Joan y su hermano Josep María jugando con mi hija Cristina en la terraza de casa. La foto, por supuesto, hecha por Joaquín:

Y este es el cariñoso texto que ha escrito Joan Sole:

Hay pocas cosas de Joaquín que pueda decir y que no haya dicho ya. Obviamente lo añoro, como todos los que le conocíamos, echo de menos los paseos, sus clases, sus consejos; echo de menos esperarlo en la sala de juntas y comer a su lado en la cocina. Echo de menos su ser.
Este año he tenido un hijo, un niño guapísimo que se llama Gerard, y lo que lamento profundamente es que nunca lo podrá conocer. Claro que le hablaremos de Joaquín, le enseñaremos fotos y vídeos y le explicaremos la gran persona que era, lo mucho que me ayudó y lo que significó para todos nosotros; le diré que fue mi maestro y el responsable en gran parte de lo que soy hoy en día; pero eso no es lo mismo que conocerlo. Porque Joaquín era la suma de un millón de intangibles, que convierten una persona excelente en una persona excepcional.

Se que no puedo hacer nada para que le conozca tal y como lo hicimos nosotros, para él siempre será aquel amigo de papá del que todos hablan. Pero sí que puedo hacer algo, puedo enseñarle lo que él me enseñó a mí. No inglés o álgebra pero sí constancia y dedicación, perseverancia y excelencia y por que no, a disfrutar de la vida, de la familia, de un buen chuletón acompañado de un excelente vino y a reírse del sistema de vez en cuando. Le podré enseñar a no ser conformista y que la vida no te regala nada.

Y así finalmente lo conocerá de verdad, y cuando vea su foto dirá: “Sí, es el yayo Joaquín”.

Joan Solé

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Hoy seguimos recordando a Joaquín de Prada González con una carta escrita por su amigo de juventud, Manolo Alcántara, espero que la disfrutéis…

Salamanca 9 de junio de 2012

 Querida Loli “de Prada”:

Ante los veintiún años de la muerte de Joaquín, no quiero que pase esa fecha sin que tengas un recuerdo más, a través de mi experiencia amistosa primero con él y después, contigo, a consecuencia de las Bodas de Oro de la Facultad.

Mi entrecomillado “de Prada” revela mi admiración a tu entrega total a tu “Prada” antes y después de su fallecimiento. Mis recuerdos de tu adorado Joaquín, son los que se corresponden a los años de Bachillerato y de la carrera, años en los que nuestros sueños y deseos se reflejaban, en aquella sana y magnífica amistad a través de los sofocos y alegrías que el estudio nos proporcionaba.

En aquellos años en los que el recuerdo de la Guerra Civil predominaba en nuestras vidas, a través de lo que nos contaban nuestros padres, se forjó la amistad, que continuó muchas décadas, aunque estuviéramos muy alejados. Tenía conocimiento de vosotros a través de Ángel que me contaba algo de vuestras vidas. De ti tenía las referencias que a través del contacto con Ángel me llegaban. De Joaquín tenía el recuerdo de su manera de ser, introvertido y más bien tímido, de su inteligencia, fuera de lo corriente y de todas aquellas cualidades que en su presencia resaltaban y los recuerdos siempre fueron gratos y alegres por sus éxitos profesionales, que eran el resultado de sus cualidades intelectuales, fuera de lo corriente.

De ti los recuerdos primeros, Joaquín tiene novia en Cartagena, se casa con ella… poco más. Sin embargo, el encuentro contigo en las Bodas de la Facultad, y el libro sobre su amor hacia aquella persona sobre la que te habías volcado, impuso un conocimiento de tu persona, mucho más profundo. Es admirable la entrega total por tu parte a través del libro. Es fantástico, comprobar que a pesar de los años transcurridos desde “su fallecimiento”, tus vivencias y recuerdos de tu marido, sigan impregnando tu vida, aunque ello te ha traído un continuo y diario recuerdo de vuestros año felicísimos en vida.

He querido que tengas un recuerdo de éste, vuestro amigo que siempre os tendrá, en compañía de su mujer, en el mejor de los recuerdos.

Un abrazo muy fuerte para ti y tus hijos.

Manolo Alcántara

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Hoy los recuerdos de Joaquín de Prada González, mi Joaquín, vienen de la mano de su compañero y amigo, el notario Adolfo Calatayud Sierra…

UN NOTARIO ADELANTADO A SU TIEMPO

Parece mentira pero hace ya veintiún años que nos dejó Joaquín. El tiempo transcurrido no me ha impedido seguir sintiendo su presencia cercana; su persistente recuerdo resulta inevitable para los que le conocimos y convivimos con él y, en particular, para muchos Notarios que tuvimos la suerte de estar junto a él y a quienes nos ayudó a amar nuestra profesión. Porque, aunque es indudable que la mayor tragedia de la pérdida de una persona que llenaba tanto el espacio en que se encontraba es la personal, la sufrida fundamentalmente por su familia y también por los amigos que le quisimos, creo que el Notariado padeció también de modo muy relevante la desaparición de Joaquín. A ello quiero dedicar esta breve remembranza.

Joaquín era hijo de Notario y, aunque huérfano de padre pronto, su vocación hacia la profesión notarial creció y se desarrolló en ese entorno. El que mamó desde pequeño era un Notariado de servicio, de hacedor de la paz social, de consejero de familias, de protector de los humildes; lo que es el Notariado de verdad, del que los Notarios de hoy somos herederos y que estamos obligados a preservar, también en esta sociedad actual y pese al dominio de la economía y las transacciones en masa de bienes y servicios, o, precisamente por eso mismo, incluso más que antes, porque la indefensión del ciudadano que contrata con esas grandes empresas puede ser hoy en día mucho mayor de lo que lo era en otros tiempos. Joaquín tenía muy claro que para conseguir ese objetivo era preciso penetrar hasta el fondo de cada acto o contrato, porque sólo así es posible prestar la asistencia que el contratante débil precisa y garantizarle un consentimiento debidamente informado, aspectos esenciales de la prestación de la función notarial.

Jurista de peso, como todos los buenos Notarios, la vocación por su profesión no se limitó al ejercicio de la actividad notarial en su despacho, sino que, además, realizó notables aportaciones en forma de trabajos, que se centraron en la propia actividad notarial. Sus trabajos sobre el Protocolo notarial son clásicos y la recopilación que realizó de las resoluciones del sistema notarial de la Dirección General de los Registros y del Notariado, que nadie había acometido hasta entonces, constituyeron un importante instrumento de trabajo de los Notarios y también de los órganos corporativos del Notariado, en los que también participó muy activamente, sobre todo en la Junta Directiva del Colegio Notarial de Barcelona, en la que aportó la sabiduría que le daba haber vivido de modo tan intenso el ejercicio de su profesión.

Un aspecto crucial de la personalidad de Joaquín dentro de su actividad como Notario, que me parece imprescindible recordar porque muestra la profunda mirada con que Joaquín contemplaba la función notarial, mucho más allá de su configuración meramente tradicional, es cómo se volcó, desde el principio, en la introducción de las nuevas tecnologías en el trabajo de las Notarías. Estamos hablando de la primera parte de los años 80, cuando los ordenadores se consideraban todavía aparatos propios de la ciencia ficción. Las Notarías a lo más que llegaban era a la fotocopiadora y la máquina de escribir eléctrica. La mayoría de los Notarios ni se planteaba la posibilidad de informatizar sus despachos; incluso, los que podrían pensar en esa opción, en su mayor parte la consideraban indeseable, contradictoria con la forma de trabajo de las Notarías.

En cambio, Joaquín vio siempre claro que el futuro de la profesión notarial iba por el camino de la introducción de los nuevos sistemas de tratamiento de la información y predicó con el ejemplo, haciendo un enorme esfuerzo personal y económico, pero con el entusiasmo del convencido. Un auténtico pionero. Y el tiempo le ha dado la razón; tras vacilaciones y dudas, el Notariado ha modernizado sus modos de trabajo. Cuando, al cabo de los años, formé parte de la Comisión de Sistemas de la Información del Consejo General del Notariado y hubo que organizar, casi de cero, un sistema de información del Notariado, ante las grandes dudas que con frecuencia me asaltaban no podía dejar de recordar a Joaquín e intentar de adivinar cómo habría él resuelto esta o aquella cuestión.

La prematura pérdida de Joaquín impidió al Notariado poder contar con él en esta tarea tan compleja, para la que estaba especialmente capacitado y nos privó a los Notarios de una aportación que, estoy seguro de ello, habría impregnado de sentido común y sensatez y de profunda perspectiva notarial a la necesaria convivencia entre esta función cuyas raíces penetran en siglos de historia y las nuevas técnicas de la información imprescindibles hoy. Seguro que habría contribuido a impedir algunos excesos que hemos tenido que sufrir, que, en algunas ocasiones, han llevado a utilizar las nuevas técnicas para subordinar lo esencial de la función notarial, la independencia del Notario en el ejercicio de su función y la protección de los derechos de los ciudadanos que reclaman su ministerio, al interés de las administraciones públicas por ejercer el mayor control posible sobre aquéllos, sirviéndose para ello de los Notarios más allá de lo razonable.

¿Son muchos veintiún años? Sin duda, pero no los suficientes para que el recuerdo de Joaquín y el sentimiento de pérdida de lo mucho que todavía podía habernos aportado y lo que podíamos que haber disfrutado de su presencia, se desvanezca.

 Adolfo Calatayud Sierra

Notario

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El próximo 12 de junio habrán pasado 21 años desde que murió Joaquín de Prada González, mi Joaquín, y sigue siendo recordado por muchos, que lo quisieron y disfrutaron de su amistad. Muchos amigos me han mandado escritos para que los publique en el blog en esta fecha tan señalada, y como todos los escritos son pequeñas joyas, yo voy a ir publicándolos a lo largo de la semana y no todos de golpe, para que así cada uno se aprecie más.

Para empezar y abrir boca, el escrito de uno de esos amigos, el notario Juan José López Burniol, que le rememora en este maravilloso escrito que no me canso de leer y que creo que os gustará mucho. Como es el primer escrito que recibí, es el primer escrito que os pongo…

 

MEMORIA VIVA

 No todas las memorias son iguales. Está, en primer lugar, la memoria histórica, es decir, la memoria individual o colectiva de hechos pretéritos, que no han sido protagonizados ni presenciados por quienes los rememoran. Esta distancia en el tiempo y en el espacio no impide que dichos hechos marquen o puedan marcar la vida y el futuro de quienes los tienen presentes; así -por ejemplo- la Guerra Civil española marcó el destino de quienes nacieron después de que hubiese terminado pero estuvieron sujetos a las consecuencias de su desenlace. No obstante, pese a la influencia determinante de este tipo de memoria, y pese incluso a que pueda concitar sentimientos de alto voltaje, tanto de cordial y entusiasta adhesión como de frontal e indignado rechace, lo cierto es que los hechos que la conforman no son revividos como propios por quienes los tienen presentes, por la sencilla razón de que no puede revivirse lo que no se ha vivido. Por este motivo, al lado de la memoria histórica, está otro tipo de memoria, que es la memoria viva: la memoria de hechos y situaciones en las que se ha encontrado -en las que se ha hallado implicado- quien las recuerda pasado el tiempo, la memoria de personas a las que ha conocido y con las que ha convivido quien las revive alegre y dolorosamente una vez desaparecidas.

De lo dicho se desprende que existe una diferencia sustancial entre la memoria histórica y la memoria viva. La memoria histórica es esto: historia, todo lo influyente y condicionante que se quiera, pero historia a fin de cuentas. En cambio, la memoria viva es vida: vida de quien, al recordar, hace revivir al recordado, quien, por eso mismo, vive -prolonga su vida- en la de aquél que le recuerda. Por eso es absolutamente cierto que existen dos muertes: una primera -física-, que se consuma en el trance mismo del fallecimiento, y otra segunda -espiritual- que tiene lugar cuando se extingue la memoria viva del difunto, por la desaparición de aquellos que le conocieron, que con el hicieron y compartieron proyectos, que supieron de sus virtudes y defectos, de sus logros y frustraciones, que con el -en suma- convivieron.

Por eso, muchos años después de su tan prematura muerte, el recuerdo de Joaquín de Prada acompaña a cuantos le conocieron; y por eso, este recuerdo lo hace revivir a él al hacerse memoria viva. En mi caso, esta memoria viva va mucho más allá de los lances compartidos en el seno de la junta directiva del Colegio Notarial de Barcelona, en la que coincidimos, por mucho que sean imborrables los recuerdos de su rectitud moral, de su pericia técnica, de su rigor conceptual, de su aquilatada prudencia y de su innegable coraje. Se percibía claramente en su forma de afrontar los debates y en su manera de resolverlos, una personalidad notable, resultado de una inteligencia superior y trabajada, una formación amplia y profunda y una voluntad firme y constante. Mi memoria de Joaquín adquiere su auténtica dimensión y profundidad al incidir en mi amistad con él, una amistad con la que yo me sentí honrado, por considerarla como aquélla que te brinda alguien mayor que tú no sólo en edad, sino también en talento, formación y experiencia.

Esta fue la faceta de nuestra relación que me permitió intuir primero y constatar después que, más allá del notario ejemplar pero adusto, se escondía una personalidad extremadamente compleja, con inquietudes, preocupaciones y vocaciones muy distintas de las que parecen dar a entender el oficio de notario en el que cristalizó su vida. Afición por las ciencias, vocación artística, talante progresista, indomable espíritu de justicia y un anticonvencionalismo radical fueron facetas de una personalidad que permaneció escondida para la mayoría, pero que resultaba diáfana para quienes llegaron a conocerle un poco. Podría decirse, para resumir, que se anticipó a su tiempo, por lo que a actitudes y formas de vida se refiere. Su misma casa -moderna y funcional-, por poner un ejemplo, no tenía nada que ver con la casa de sus colegas que habían alcanzado una realización profesional parecida por la misma época, es decir, no parecía el decorado exigido por una representación de alta comedia.

Esta es mi memoria viva de Joaquín de Prada, al que sigo teniendo presente tantas y tantas veces, al preguntarme, en determinadas circunstancias, que es lo que habría pensado, lo que habría dicho o lo que habría hecho. Porque estoy seguro de que, de no haber muerto, algunas cosas no hubieran sucedido de la misma manera en nuestro pequeño mundo, más allá de su estricto ámbito familiar. Hubiese influido, por ejemplo, en la deriva de la organización corporativa de nuestro oficio y, en concreto, de nuestro colegio. Por eso muchos lo hemos echado de menos, que es la forma más aguda de que siga estando entre nosotros. Quienes con el convivimos perdimos mucho con su muerte. Y ésta sensación de pérdida es la que aún le hace estar vivo en nuestro recuerdo de una manera persistente e imborrable. Su segunda muerte será con la nuestra. Doy testimonio de ello.

Juan-José LÓPEZ BURNIOL.

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La librería Victor Jara es una pequeña joya que se encuentra en la Calle Meléndez 21 de Salamanca. Atravesar sus puertas supone estar entre amigos, ser tratado con cariño y encontrar libros maravillosos, como el nuestro ¡como no! Aquí arriba podéis ver el escaparate de la librería, luciendo nuestro libro.

El libro de Joaquín y Loli, que en su última encarnación se llama: CENSURADO. JOAQUÍN Y LOLI UN ENCUENTRO DE CINE. Estuvo a la venta en las mesas que la maravillosa librería Victor Jara puso en la Plaza Mayor de Salamanca con motivo del día del libro, el 23 de abril de 2012.

La persona al cargo de la Librería Victor Jara es mi entrañable amigo y editor del libro Mario Martín Fraile, que tras haber montado el chiringuito del día del libro a primerísima hora, y con una Plaza Mayor desierta, realizó este divertido reportaje, en el que Joaquín y Loli, se pasean, en la portada del libro, por toda la plaza…

Y desayunan en una terraza…

Es tan temprano que son los primeros en llegar, está la terraza desierta…

…y hasta saludan a Miguel de Cervantes.

 

 

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Se me quiso hacer callar, bajo la excusa de unas fotografías de infancia y de familia que “invadían la intimidad” y parecería que han vencido (ahora está en manos del Tribunal Supremo), pero vosotros me conocéis a mí y sabéis que ni yo ni mis hijos nos dejamos intimidar, ni vencer. Es por eso que el libro vuelve a estar a la venta, con un pequeño cambio de título, que ahora incorpora la palabra CENSURADO, que es como nos hemos sentido, censurados.

Queridos lectores de mi blog, espero que vayáis a vuestra librería y compréis el libro (18 euros no os sacarán de pobres), y que lo disfrutéis, pues hay mucho dentro para disfrutar. Las fotos “ofensivas” han desaparecido, por lo que ya no veréis más fotos de infancia de Joaquín que aquellas en las que aparece solo, ni tristemente veréis fotos de los abuelos y bisabuelos paternos de mis hijos. Pero hay novedades interesantes que estoy segura vais a disfrutar.

Muchos me habíais pedido más cartas de Joaquín: ¡HECHO!.

Otros pedíais cartas mías: ¡HECHO!

Algunos queríais más información sobre las Conversaciones cinematográficas de Salamanca y sobre la revista Cinema Universitario: ¡HECHO! En el libro encontraréis la versión definitiva de los hechos, escrita por uno de los protagonistas, el maravilloso y galardonado escritor Salmantino (y gran amigo): Luciano González Egido. La última palabra sobre el tema, los puntos puestos sobre las iés, de gran interés para los amantes de la historia del cine.

Algunos se han preguntado a lo largo de este calvario que me han visto pasar, cual era la posición de mis hijos en este tema (aunque ha quedado bien claro en mi blog y en los suyos!). Su posición, como la mía, ha sido la de víctimas de esta persecución sin sentido que hemos sufrido, pero antes que todo, su posición ha sido la de maravillosos hijos que me dieron todo su apoyo y ayuda para la elaboración del libro “prohibido”  (retirado de las librerías por orden judicial desde hace muchos meses). En esta nueva edición del libro podéis leer tres maravillosas cartas de apoyo que han querido que yo incluya.

También de gran interés, la carta de mi editor y amigo, Mario Martín Fraile, que aquí os transcribo ya que explica desde su punto de vista esta odisea:

En la primavera de 2005 Amarú ediciones recibió una propuesta de edición de un libro cuyo corazón se componía de las cartas de amor que Joaquín de Prada envió a Loli durante los tres años que duró su noviazgo. Joaquín había muerto unos años antes y Loli salía de una grave depresión con un objetivo: ver realizado el libro que proyectaba como homenaje a Joaquín.
El proceso fue largo, no teníamos una idea clara sobre el contenido, ni el hilo conductor del libro, tampoco habíamos pensado si diferentes ilustraciones o fotografías formarían parte del mismo, dado que disponíamos de una importante cantidad de ellas.
Se optó por acompañar el texto con fotografías adecuadas al momento y también al tema, en cada uno de los apartados en que íbamos estructurando el trabajo. No eran fotografías fundamentales o imprescindibles a la hora de la edición del libro, lo único imprescindible eran las cartas y lo siguen siendo. Sin embargo daban un ambiente familiar que era uno de los aspectos buscados en la publicación.
Nadie, ni Loli como autora, ni los colaboradores más cercanos y amigos de Joaquín: Julio Burdiel Hernández, Alfredo Flores Pérez, Luciano González Egido, Ángel Rodríguez Sainz y Manuel Hernández Alcántara… Ni Ubaldo de Casanova y Todolí autor de la introducción; ni yo mismo como editor, con más de 400 publicaciones en mi haber, podíamos imaginar el desenlace de la publicación. “Joaquín y Loli un encuentro de cine” vio la luz a finales de 2006; no habían pasado dos meses cuando nos sorprendió una demanda judicial por parte de los hermanos de Joaquín, contra Loli como autora y contra Amarú Ediciones como corresponsables por la utilización de las fotografías, en las que aparecían ellos sin haber dado su consentimiento. Hay que decir que las fotografías tenían más de sesenta años, es decir, databan de la época de niñez de Joaquín y sus hermanos, también había alguna de los padres de Joaquín. Creíamos, que tanto los padres como los hermanos de Joaquín no solo eran familia de Joaquín sino también suegros y cuñados de Loli y abuelos y tíos de los hijos de Joaquín y de Loli, todo esto al parecer no era motivo suficiente para aparecer conjuntamente con Joaquín en este libro homenaje.

Al final, un desencuentro familiar enquistado frustró la ilusión de Loli, apoyada siempre por sus tres hijos José Manuel, Joaquín y Cristina de Prada. El juez como medida cautelar ordenó inmediatamente la retirada del libro.
Pasaron un par de años, se celebró el juicio, en el cual tanto Loli como Amarú Ediciones, renunciamos a presentar testigos; teníamos claro que no existía nada en el libro que pudiera considerarse peyorativo, vejatorio, denigrante, insultante, o cualquier otro aspecto que justificara la sentencia posterior que fue la retirada definitiva de la obra de las librerías. El juez con la inestimable intervención de la fiscal consideró más importante el derecho a la imagen de los demandantes que el derecho a la libertad de expresión y creación. Hay que decir que los abogados de Loli de Prada y de Amarú Ediciones no encontraron ninguna sentencia similar o parecida, anterior a esta, por lo que muy probablemente de ahora en adelante, cualquier editorial tendrá que plantearse la utilización de fotografías familiares, en libros de tipo conmemorativo, populares, tradicionales, o biográficos…
Cualquiera que haya leído y visto el libro se dará cuenta que el derecho a la imagen es solo una burda disculpa.
Loli se enfrenta a lo que consideramos una injusticia que después de seis años sigue abierta, dado que se ha interpuesto recurso ante el Tribunal Supremo, que esperamos se gane y permita que no se liquiden las posibilidades de editar libros de estas características. Y se enfrenta con un libro idéntico al anterior en su escritura, aunque sin los documentos fotográficos, que tanto molestaron y que dieron lugar a la querella. Es decir el libro es el mismo, y su lectura igual de apetecible, pero las imágenes las tendrá que poner el lector.
Como editor y librero desde hace más de treinta y cinco años desconozco si hay o ha habido casos similares, en los que se trate denodadamente de eliminar una publicación con excepción por supuesto de libros donde es claro el plagio o el trucado de imágenes.
Superados los disgustos y decepciones, aún con algún frente abierto, saludamos hoy este nuevo libro, como recién estrenado, y tanto Loli, como nosotros nos enfrentamos con ilusión a esta aventura de amor y de cine.

Esto es todo por ahora. Estaremos en contacto queridos lectores. Os quiere,

LOLI DE PRADA

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