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Mis abuelosLos padres de Joaquín y abuelos de mis hijos: Cármen González Calzada y José María de Prada y Fernández Mesones

Yo escribí un libro. Mi libro. Mejor dicho “nuestro libro” pues es el libro de Joaquín y Loli. Esta fue mi manera de mantener viva la memoria de Joaquín de Prada González y compartirlo con el mundo pues era demasiado maravilloso como para que el resto del mundo no se enterase.

jazmines...

Los hay que crean y los hay que destruyen. Ellos quisieron destruir mi libro. Destruirme a mi, sin pensar en los costes o las consecuencias. Eliminar toda memoria de Joaquín y mía. Sospecho que les molestó la honestidad del libro, al igual que les he molestado YO desde el momento que entré en la vida de Joaquín. No pudieron quitarme a Joaquín pues nuestro amor era verdadero. Cuantos más obstáculos tuvimos más creció ese amor. Pero se emperraron en quitarnos el libro (que hemos vuelto a publicar, ajustándonos a la sentencia que les da, tristemente, la razón). Ellos son los dos hermanos de Joaquín que le sobreviven, José María y Manuel.

Como brabucones, primero enviaron una carta amenazadora, pensando que nos amendrantarían. La carta, ese famoso burofax enviado en la navidad de 2006, contenía amenazas que a ratos eran de chiste (y difícil es creer que vengan de la mano de un abogado). Como esta:

O esta siguiente perla, que viene a demostrar lo poco que conocían a su hermano:

Si, obviamente fueron cartas escritas dentro de la privacidad y sin pensar en publicarlas en un libro. Pero son cartas maravillosas y Joaquín se habría sentido ORGULLOSO de que yo las publicara, así pienso yo, y así piensan mis hijos. ¿Realmente creen que si su “pobre hermano” pudiera levantar la cabeza lo que le avergonzaría sería nuestro libro? ¿de verdad? ¿No se les ocurre pensar que a lo mejor lo que le avergonzaría es que sus hermanos le mandaran a su viuda semejante brabuconada? ¿o que le avergonzaría todavía más que luego esos hermanos le pusieran un pleito a su viuda?… A VER, SEAMOS SERIOS. Si algo ha de causar vergüenza es lo que han hecho ellos, y no el publicar una historia de amor y unas cartas llenas de cariño.

Lo que sigue en esa carta tan llena de cariño es el el argumento que luego han usado en juicio y que (a falta de la palabra final del Tribunal Supremo) les ha dado lo que querían. Esas fotos en las que aparecen junto con Joaquín de pequeños son aparentemente una grave invasión a su privacidad, y lo que es más aberrante, la publicación de fotos de padres y abuelos, aparentemente, también es una invasión a su privacidad. En fin, no os voy a aburrir más. El que quiera leer el burrofax completo puede acceder a él haciendo click aquí.

Lo que duele mucho más que los 18.000 euros que tendremos que pagarles (por la gravedad de los daños morales que aparentemente les hemos causado), eso si el Supremo les sigue dando la razón, es la prohibición de publicar fotografías de los padres y de  los abuelos de Joaquín (abuelos y bisabuelos de mis hijos):

Lo cual ha dado lugar a situaciones absurdas como la de tener que eliminar con Photoshop a la madre de Joaquín de nuestra foto de boda. Aquí os la puedo mostrar al completo pues la ha publicado mi hija en su cuenta de Flickr y yo no hago más que enlazar (al igual que con la maravillosa foto de arriba), pero en el libro ella ha sido eliminada:

Boda Joaquin y Loli

Otro absurdo es que, como un juez ha dicho que no puedo publicar fotos de los abuelos y bisabuelos de mis hijos, teóricamente no podría publicar la siguiente foto, que se tomó el 11 de noviembre de 1927 en la Universidad de Salamanca, con ocasión del nombramiento honoris causa del Sr. Brown Scott (jurista especialista en Derecho Internacional  y del Sr. Fernández y Medina (ministro de Uruguay).

Sabemos quién es quién (o casi todos) por que la foto ha aparecido publicada. Obviamente a Manuel González Calzada lo reconocemos inmediatamente y es así como encontramos esta foto en el Archivo Fotográfico de Salamanca, mirando fotos y viendo si lo reconocíamos. También lo sabemos pues al día siguiente de la fotografía apareció un artículo en el ABC dónde se dice:

Formaban la presidencia el ministro de Instrucción publica, Sr. Callejo; el rector de la Universidad de Salamanca, Sr. Esperabé; el presidente de la Asamblea Nacional Consultiva, Sr. Yanguas Messía, que lo es a la vez de la Asociación de Francisco de Vitoria; el embajador de los Estados Unidos de América, el duque de Alba, Mr. Brown Scott, el representante de la Universidad de Lisboa, Sr. Magalhaes; el ministro del Uruguay, Sr. Fernández y Medina. Los estrados se hallaban totalmente ocupados por los representantes de las distintas Facultades, tomando asiento en ellos los Sres. Hoyos, Méndez, Rodríguez Arrieta, Corredera, Calzada, Peña, Barcia, García Blanco, Sánchez de Parga, Muñoz García, obispo de la diócesis, fiscal de Su Majestad, alcalde de Salamanca, Fernández Pridas, Diez, Canseco, marqués de Olivart, López Montesinos, cronista de Salamanca, delegado de Hacienda, presidentes de la Diputación y de la Audiencia, rectores del Colegio de los Irlandeses, padres jesuitas, dominicos, carmelitas, agustinos y salesianos; decanos de los Colegios de Abogados y Procuradores, gobernadores civil y militar, coroneles de los Cuerpos de la guarnición, directores del Instituto de segunda enseñanza y de las Escuelas Normales de maestros y de maestras.

Finalmente también quiero compartir con vosotros estos maravillosos diplomas que Joaquín y yo salvamos de acabar en la basura cuando se vendió la casa familiar de Salamanca.

El título de licenciado en derecho y el título de doctor en derecho del padre de Joaquín: José María de Prada y Fernández-Mesones y dos premios extraordinarios del examen de estado Joaquín de Prada González.

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El 31 de diciembre de 1936 murió Miguel de Unamuno. Hace 75 años. No deja de ser sorprendente lo que ha cambiado España en esos 75 años. Hace 75 años España estaba en plena guerra civil (o incivil como la llamó Unamuno) y la luz al final del tunel estaba muy lejos de avistarse.

Miguel de Unamuno era bilbaino pero pasó gran parte de su vida en Salamanca y allí murió. Como sabéis, Joaquín de Prada González, mi Joaquín, también era de Salamanca y tenía tan solo 3 años y cuatro meses cuando Unamuno murió. El abuelo de Joaquín, Manuel González Calzada, era entonces catedrático de la facultad de ciencias de la Universidad de Salamanca, compañero de Unamuno, y en la familia se conocían anécdotas que contaba mamá (Carmen González Pérez, la madre de Joaquín) de cuando su padre coincidía en algún tribunal de éxamenes con Unamuno (gran aficionado a la papirofléxia) y al acabar se traía Manuel para casa las pajaritas de papel que éste había hecho y dejado atrás, ya que a sus hijas les gustaba jugar con ellas.

Tristemente, Manuel González Calzada fue testigo directo y partícipe de uno de los golpes más bajos que recibió Unamuno tras el incidente que ocurrió el Día de la Raza (12 de octubre de 1936) -ver más abajo un recuento del incidente-. Por unanimidad fue destituido de su cargo de Rector Vitalicio, siendo presidente del claustro en aquella ocasión y por circunstancias, Manuel González Calzada.

Algunos de vosotros sabéis, que por orden judicial, no puedo reproducir o publicar fotografías en las que aparezca la imagen de los demandantes y sus ascendientes. Los demandantes son José María de Prada González y Manuel Prada González, “hermanos” de Joaquín. Y pongo hermanos entre comillas pues ni le llegan a la suela del zapato a Joaquín ni se merecen ser llamados hermanos tras lo que le han hecho a él, a nuestros hijos y a mí. Bueno, volviendo al caso, que no se froten las manos pensando en un nuevo pleito pues no soy yo quien ha publicado esta foto que véis abajo si no mi hija Cristina de Prada, y yo me limito a poner un enlace a la misma.

Si no sabéis de que va esta historia, os recomiendo que os paseéis por mi blog y os pongáis al día. Y si queréis un atajo, visitad esta entrada: http://www.lolideprada.com/?p=886 y esta http://www.lolideprada.com/?p=801 y esta http://www.lolideprada.com/?p=16 y esta de mi hija Cristina: kuki.deprada.net/?p=245 y esta de mi hijo Joaquín: joaco.deprada.net/?p=134

En fin, esta imagen es un escaneo del carnet de Catedrático numerario de la facultad de Ciencias de la Universidad de Salamanca del abuelo de Joaquín, Manuel González Calzada. Fechado 24 de mayo de 1935.

My great grand father Manuel González Calzada

Si queréis profundizar en el tema de los últimos meses de Unamuno y el famoso incidente, no hay mejor libro que el escrito por nuestro querido amigo, Luciano G. Egido Agonizar en Salamanca. Unamuno, julio-diciembre 1936 de la Editorial Tusquets.

Leerlo es una gozada. A modo de caramelo os pongo este pequeño fragmento del libro:

“Y fue aquel hombre viejo, de setenta y dos años con su catarro no curado del todo, harto de estar callado, enfurecido por lo que estaba viendo, avergonzado de lo que había dicho y fiel a la contradicción permanente, sin dejar de ser él mismo, de su vida, y dijo no. Como había previsto, se le desató la lengua que evidentemente tenía atada, y dijo no. En medio del ceremonial del nuevo vocabulario, rodeado de los partidarios armados y exaltados del sí, dijo no. Se atrevió a decir lo que hacía semanas que venía pensando, lo que creyó que tenía que decir, una vez más sin medir las consecuencias, fuera de las circunstancias y contra las circunstancias. Como siempre, dijo lo que nadie esperaba, lo que nadie podía suponer que iba a decir; ni siquiera el general Franco, que era el más listo de todos, había podido pensar que el hombre que le sustituía en aquel acto, al que le había dado la confianza de su representación, se atrevería a decir lo que dijo, en el lugar que lo dijo y delante de quien lo dijo. Porque aquel hombre viejo, como un supremo sacerdote, dijo no.”

Aquí sigue un recuento (mucho más escueto que el del libro que os recomiendo) de las circunstancias que llevaron a la destitución de Miguel de Unamuno como Rector Vitalicio y que ciertamente contribuyeron a su muerte (extraido del libro de Jaume Claret Miranda “El atroz desmoche. La destrucción de la Universidad española por el franquismo, 1936-1945)”:

El 6 de octubre, Miguel de Unamuno daba el primer paso hacia el disentimiento público y visitaba personalmente al general Francisco Franco. El rector intentó interceder por sus amigos Atilano Coco y Filiberto Villalobos, expuso la falta de base de muchas de las acusaciones, denunció los excesos y acabó pidiendo que se evitase el bombardeo de Bilbao, pues contaba allí con dos casas. El generalísimo no atendió ninguna de las peticiones y, de toda la entrevista, únicamente recordó sarcásticamente la última solicitud.

La siguiente escena ya nos traslada a la Fiesta de la Raza, cuando, tras la misa solemne en que el vicerrector Madruga Jiménez había sustituido al rector, se celebró un acto académico. La sesión se inició con unas palabras de Miguel de Unamuno, máxima autoridad en representación del general Francisco Franco, con Carmen Polo a su lado. Después tomaron la palabra el catedrático José María Ramos Loscertales, el dominico e historiador Vicente Beltrán de Heredia, el catedrático Francisco Maldonado de Guevara y Andrés y el poeta y presidente de la Comisión de Cultura y Enseñanza, José María Pemán Pemartín.

Los discursos se caracterizaron por su vehemencia, especialmente el del profesor Maldonado de Guevara, quien atacó violentamente al nacionalismo catalán y al vasco, describiéndolos como “cánceres en el cuerpo de la nación”. Tan sólo el fascismo, el “sanador” de España, sabía cómo exterminarlos, “cortando en la carne viva como un cirujano resuelto, libre de falsos sentimentalismos”. La excitación retórica provocó un brusco inciso del general José Millán Astray y sus seguidores con gritos y saludos fascistas.

Tras el incidente, los parlamentos se reanudaron, pero el rector salmantino decidió responder a la provocación y buscó en sus bolsillos un papel donde realizar unas anotaciones. Finalmente encontró el sobre de la carta remitida por la mujer de Atilano Coco, y allí mismo redactó el guión para una intervención final no prevista. Cuando José María Pemán finalizó su perorata, Miguel de Unamuno se ponía en pie.

Aunque no se conservan sus palabras exactas y las versiones varían de uno a otro autor, el sentido último se mantiene en todas ellas. “Dije que no quería hablar, porque me conozco; pero se me ha tirado de la lengua y debo hacerlo. Se ha hablado aquí de guerra internacional y en defensa de la civilización cristiana: yo mismo lo he hecho otras veces. Pero no, la nuestra es sólo una guerra incivil. Nací arrullado por una guerra civil y sé lo que digo. Vencer no es convencer, sobre todo, y no puede convencer el odio que no deja lugar para la compasión; el odio a la inteligencia que es crítica diferenciadora, inquisitiva, mas no de inquisición. Se ha hablado también de los catalanes y los vascos, llamándoles la anti-España; pues bien, con la misma razón pueden ellos decir otro tanto. Y aquí está el señor obispo, catalán, para enseñaros la doctrina cristiana que no queréis conocer, y yo, que soy vasco, llevo toda la vida enseñándoos la lengua española, que no sabéis. Ése sí es imperio, el de la lengua española, y no … “

Las palabras del rector finalizaron bruscamente, pues el manco general Millán Astray se levantó de nuevo y rompió el hilo del discurso golpeando la mesa con su única mano mientras, por dos veces, gritaba: “¿Puedo hablar?”. El militar justificó de nuevo la guerra y, secundado por la mayoría de los presentes, concluyó con el conocido grito de la Legión, “¡Viva la muerte!” y el aún más famoso a partir de entonces, “¡Mueran los intelectuales!”. Algunos autores invierten el orden de las exclamaciones, pero el resultado fue el mismo: Miguel de Unamuno trató en vano de replicarle y tuvo que ser escoltado por la guardia personal de Carmen Polo, quien lo tomó del brazo. En el coche oficial del Cuartel General, el rector salmantino era acompañado hasta su casa. El mismo general Franco comentó posteriormente que “todo fue una réplica del general a la actitud bastante molesta del señor Unamuno, que no se justificaba en un acto patriótico, en un día tan señalado y en la España nacionalista que lucha en el campo de batalla con un feroz enemigo y con grandes dificultades para vencerlo”.

El cierre de filas fue inmediato. Aquella misma tarde, sus compañeros habituales de tertulia en el Casino le dieron la espalda y lo insultaron. Poco después, se dio marcha atrás en su nombramiento como presidente honorario. El día 13, en sesión secreta, el Ayuntamiento solicitaba formalmente al gobernador civil su destitución como concejal. El regidor Rubio Polo lo acusaba de tener una “actitud incongruente, facciosa y antipatriótica”.

Al día siguiente, 14 de octubre de 1936, bajo la presidencia accidental del decano de Ciencias, Manuel González Calzada, y a propuesta del decano de Filosofía y Letras, José María Ramos Loscertales, el Claustro de la Universidad de Salamanca, al retirar por unanimidad la confianza en su actual Rector, considera el cargo como vacante y propone al Alto Mando para el cargo de rector de esta Universidad al catedrático Don Esteban Madruga Jiménez. Los mismos que el 25 de enero de 1935 presentaban, también por unanimidad, la candidatura de Miguel de Unamuno al premio Nobel de Literatura, apoyaban ahora su defenestración. El 18 de octubre era cesado oficialmente.

Tras comprobar cómo por la calle la gente le increpaba y la policía lo vigilaba, el ya ex rector no volvió prácticamente a abandonar su casa de la calle Bordadores. “He decidido no salir ya de casa desde que me he percatado de que al pobrecito policía esclavo que me sigue -a respetable distancia- a todas partes, es para que no escape -no sé a dónde- y así se me retenga en este disfrazado encarcelamiento como rehén no sé de qué, ni por qué ni para qué …”

Los hijos tenían miedo de lo que pudiera suceder, y por ello pidieron a su padre, y casi le impusieron, que se quedara en casa y hablara lo menos posible con la gente, lo que era mucho pedir para su temperamento, y estaba deseando que le visitase cualquier amigo para desahogarse. Pero pocos eran los que se atrevían a frecuentar su casa en aquellos día, más allá de algunos falangistas que intentaban conquistarlo para su causa y con los que mantenía acaloradas discusiones.

El 19 de diciembre la Junta Universitaria, como si nada hubiese ocurrido, daba lectura a una carta remitida por el ya ex rector, donde reiteraba su voluntad de donar su biblioteca particular al centro. Sus antiguos compañeros se limitaban a transmitirle “su más grande agradecimiento” por el donativo.

Finalmente, el día 31, entre las cuatro y media y las cinco de la tarde, en una Salamanca a oscuras en previsión de los ataques aéreos, moría «intoxicado por el brasero» Miguel de Unamuno y Jugo. Al día siguiente, ano nuevo de 1937, se reunían en su velatorio familiares, catedráticos y falangistas. Estos últimos conseguían apropiarse del féretro y enterrarlo con los honores destinados a uno de los suyos. El nieto del ex rector, Miguel, testigo de la escena, salía corriendo mientras gritaba: “Se llevan al abuelo, a tirarlo al río”.

Aquel mismo diciembre, el día 8, había sido fusilado su amigo el pastor protestante Atilano Coco, sin ser sometido a juicio, contra las tapias del cementerio del Marín. En su ficha carcelaria se recogía como destino: “Libertad”.

 

 

 

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Este libro de Juan Rof Carballo titulado “La Familia Dialogo Recuperable” ha debido estar, desde que se publicó en 1976, en un estante de la biblioteca de mi marido (Joaquín de Prada González) -ahora mi estudio- si bien Joaquín jamás me lo enseñó y yo la verdad no lo tenía controlado hasta que unos amigos me llamaron la atención de su existencia y me mandaron un ejemplar desde Salamanca. Luego otros amigos, notarios de Madrid, y también alguno de Barcelona me mandaron otros ejemplares, con lo cual tengo ahora un montoncillo de libros que me recuerdan a diario la hipocresía que caracteriza a ciertas personas.

Yo quiero compartir con vosotros dos fragmentos de este libro.

El primer fragmento es una corta pero muy interesante colaboración que empieza en la página 193 y se titula “Proyecto social y reestructuración jurídica familiar”, escrito por uno de los hermanos que le han puesto el pleito a mi marido (porque aunque pongan mi nombre en el pleito a quien hacen daño es a ÉL, a Joaquín de Prada González, puesto que repetidamente se me dice en el pleito que no soy nada ni soy nadie y que tengo que identificarme diciendo quien soy, por tanto queda clarísimo que la persona importante es mi marido, Joaquín de Prada González, de profesión Notario).

Cuando leáis este fragmento escrito, como os he dicho, por uno de los hermanos de Joaquín, os daréis cuenta de la incongruencia entre eso que escribe y sus actos posteriores (por ejemplo, poner un pleito a la viuda de su hermano), pues si hubiera sido consecuente con lo escrito y se hubiera comportado como una persona decente, todo habría sido distinto.

He aquí el fragmento:

“Como observación previa, imprescindible para comprender el Derecho de Familia, y como advertencia para cortar escándalos ante algunas normas todavía vigentes, recordamos que la práctica de la vida familiar con frecuencia no se ajusta al esquema jurídico establecido por ser mucho más importantes en ella los vínculos extrajurídicos que los propiamente jurídicos. Esto expresa con una bella fórmula poética mi compañero Pelayo Hore (pág. 44) cuando dice que la familia se basa en el amor más que en el Derecho. De aquí que el Derecho de Familia sea el menos jurídico de las ramas del Derecho porque en ella una sonrisa, un abrazo o una lágrima tienen más importancia que los artículos de un Código o las cláusulas de un contrato. (JM de Prada, págs. 197-198).”

El otro fragmento del libro que os quería comentar (y que además no hay por donde cogerlo) está escrito por un gran amigo del anterior, y que por cierto nos hizo muchísimo daño a Joaquín y a mí. Este señor, además de ser empresario tenía su carrera, estaba casado con una gran persona y tenía unos hijos maravillosos. Parecería que hablo de un individuo ejemplar ¿no? Sobre todo cuando él en este libro habla de respeto al matrimonio, del amor, de la unión entre las parejas, y de un gran etcétera. Él era, como el anterior, muy católico, muy amigo de los curas y por supuesto, muy franquista. ¿Pero qué pasó? Pues pasó que aunque predicar si que predicaba y no tenía problemas en ver la paja en el ojo ajeno, lo que no hacía era predicar con el ejemplo, y viviendo él en Madrid, se echó una querida, engañó a su buenísima mujer mientras pudo, luego la dejó y pasó el resto de su vida con la querida. Ella, su mujer, en su momento se fue a su pueblo y con el apoyo de sus hijos tiró adelante, aunque sufrió o sufre mucho.

Que yo sepa, porqué este señor (que en su día censuró nuestro noviazgo y junto con otros intentó darle fin) hiciera eso con su familia nada ocurrió. Todos calladitos, todos tan amigos. Mientras que a nosotros y me refiero a mi marido y a mi o sea a Joaquín y a Loli, se nos ha mirado mal por querernos desde casi niños, respetarnos en nuestro noviazgo y matrimonio cada día y que cada día el querernos fuera lo primero en nuestras vidas, cuando el nuestro era un caso envidiable y de los que existen pocos.

Creo que esto no merece más comentarios, pues los hechos hablan por si mismos. Solo quiero deciros, a todos aquellos que me entendéis y que comprendéis mi caso, GRACIAS, mil veces gracias por el apoyo y el cariño.

Aprovecho para poneros la letra de una canción que me recomendó la doctora Olga Portolá hace unos meses, y que me gustó mucho. Se llama “Papá cuéntame otra vez”, y la canta maravillosamente Ismael Serrano:

Letra: Daniel Serrano
Música: Ismael Serrano

Papá cuéntame otra vez ese cuento tan bonito
de gendarmes y fascistas, y estudiantes con flequillo,
y dulce guerrilla urbana en pantalones de campana,
y canciones de los Rolling, y niñas en minifalda.
Papá cuéntame otra vez todo lo que os divertisteis
estropeando la vejez a oxidados dictadores,
y cómo cantaste Al Vent y ocupasteis la Sorbona
en aquel mayo francés en los días de vino y rosas.
Papá cuéntame otra vez esa historia tan bonita
de aquel guerrillero loco que mataron en Bolivia,
y cuyo fusil ya nadie se atrevió a tomar de nuevo,
y como desde aquel día todo parece más feo.
Papá cuéntame otra vez que tras tanta barricada
y tras tanto puño en alto y tanta sangre derramada,
al final de la partida no pudisteis hacer nada,
y bajo los adoquines no había arena de playa.
Fue muy dura la derrota: todo lo que se soñaba
se pudrió en los rincones, se cubrió de telarañas,
y ya nadie canta Al Vent, ya no hay locos ya no hay parias,
pero tiene que llover aún sigue sucia la plaza.
Queda lejos aquel mayo, queda lejos Saint Denis,
que lejos queda Jean Paul Sartre, muy lejos aquel París,
sin embargo a veces pienso que al final todo dio igual:
las ostias siguen cayendo sobre quien habla de más.

Y siguen los mismos muertos podridos de crueldad.
Ahora mueren en Bosnia los que morían en Vietnam.
Ahora mueren en Bosnia los que morían en Vietnam.

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La Ribera, el mar, el Costa Azul, que bonito todo cuando la vida es preciosa. Yo también te quiero Joaquín.

Ayer cuando te dejé en el tren me vine no muy deprisa como me dijiste. Estuve estudiando. A la hora de merendar te escribí y luego me fui a llevar la bicicleta a ponerle el portaequipo. Ha quedado bien y ya te puedo llevar en la bici sin que tengas que ir en la barra. Después estuve estudiando.

Hoy ha venido mi tía y una amiga. Fui a buscarlas al Costa. Ya están aquí y esta casa es un lío y yo con todo salgo perdiendo pues no tengo tranquilidad. Además esta mañana me ha dolido bastante la cabeza. Me tomé una aspirina pero a pesar de esto no se me ha terminado de quitar. Todo hace que no pueda estudiar como a mi me gustaría y me pongo triste y de mal humor. Además me acobardo mucho. Yo sé que no te gusta pero no lo puedo remediar y me entra miedo de todo y entonces te necesito como nunca junto a mí para que me riñas como aquella vez. Claro que ahora es mucho mejor pues nuestro amor está por encima de todo y me ayuda muchísimo en esos momentos. Si no fuera por ti, mi Loli, no valdría la pena vivir.

Tengo unas ganas inmensas de verte, mi Loli. Como nunca. Más que ningún otro Domingo. Estos dos días que faltan no va a ser vivir lo que haga. Este Domingo también tienes que dedicarlo a quererme. Lo necesito. Además muchísimo rato, sin hacer nada más que eso. Tienes que prometérmelo. Yo iré como todos los Domingos, me gustaría poder bajarnos enseguida, si fuera posible para llegar a misa de nueve y media. Así podríamos estar más rato juntos. Después comemos como si fuéramos a ir al cine, pero en vez de ir nos metemos en Denver o en el Casino y estamos todo ese rato juntos. ¿Lo haremos así?

¿Qué tal vas de tu catarro? Loli no te cuidas y por eso te pones mala. Tienes que cuidarte más ahora que estás sola. Después no lo necesitarás ya pues me tendrás a tu lado para cuidarte. Entonces solo yo me preocuparé y no te pondrás mala. Pero tu ahora cuidate ¿me lo prometes? Si el Domingo no quieres salir a la estación me lo avisas y yo voy a tu casa. Tú estás atenta a la puerta y cuando yo dé un golpe sales tú y nos vamos. De esa forma no coges frío.

Loli, te quiero con locura. Eres mi todo y cuando pienso en ti y en que eres mía y que cuento con tu cariño, no me importa ya nada y me siento feliz. Loli, yo te quiero y te adoro tanto que me es imposible decírtelo.

Acuérdate de decirle a Ángel lo de mi alojamiento los dos días de Semana Santa. De paso dale recuerdos a Maruja.

Mi amor ¿me quieres? Yo vivo solo la vida que tú me das y tu amor es para mí lo único que tengo. Lo llenas todo y si tu me dejaras el vacío me mataría.

Un millón de estrellas y un amor inmenso y las caricias mejores y una vida entera.

Siempre tuyo,

Joaquín

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Como todos sabéis, las cartas de Joaquín (y las mías) están repletas de amor y de cariño, aunque si uno se fija siempre se nota ese trasfondo de pena y angustia, causado por las circunstancias familiares.

San Javier 26 Septiembre 1958

Tengo aquí tu abanico que nos dejamos en el coche y el espejito que te dejaste aquí.

¿TE CUIDAS?

Queridísima y muy mía virgencita:

Te quiero locamente y ayer fui muy feliz. Eran dos cosas que me corría prisa decirte. Ninguna de las dos te cogerá de sorpresa pues tu sabes como mi amor aumenta a cada instante. Y que ayer fui feliz también lo sabes pues lo viste y te irás acostumbrando como yo a ser feliz únicamente cuando estás junto a mi. Pero ayer fue maravilloso. El final lo arregló todo y gracias a él el día fue muy maravilloso. Además tuvimos un éxito pues hoy me han hablado otra vez de lo bien que resultó todo. Yo estoy muy orgulloso de ti. Además a ratos mientras lo preparábamos me parecía que tu eras mi mujer, aquella nuestra casa y la fiesta una de esas que a ti te agrada dar ¿te pasó a ti igual? Me hiciste muy feliz y yo te agradezco que vinieras y que hicieras todo eso por mi. El resultado fue que me sacaste feliz. Pero lo mejor de todo fue el viaje a Balsicas ¿no te parece? Me sentí tan feliz como yo deseaba serlo ¿Qué tal tu viaje? ¿y luego en tu casa? Ya me lo contarás todo amor mío.

-guro que habrás avisado a doña Flora. Sal a esperarme y ten decidido todo lo que tenemos que hacer. Ya verás que domingo más lindo. Para ti mi amor maravilloso. Mis caricias suaves y dulces, mi ternura desbordante y un beso genial y muy urgente. Siempre tuyo y para siempre.
Quin

Esta carta que sigue me la escribió desde Los Molinos el sábado de esa misma semana. La escribió por la noche, desde la pensión de doña Flora dónde se alojaba las noches de sábado a domingo (cuando estaba en San Javier) y que estaba muy cerquita de mi casa. Allí se hospedaban todos los novios de mis amigas. La carta me la dió el domingo por la noche antes de coger el tren. Esto lo solía hacer muy a menudo, pero a estas cartas no solía ponerles ni día ni mes ni año, aunque yo estoy segura de que la escribió el 28 de septiembre de 1958 (y además las dos cartas estaban guardadas juntas).

Amor de mis entrañas: ¡si pudiera dejarte entre las manos mi propio corazón! Él sí sabría hablarte de todo cuanto yo quiero que sepas y recuerdes durante nuestra ausencia, de todas las cosas que él guarda y del que es tu guardián. Quisiera dejar mi propia vida junto a ti. Algo que constantemente te hablara de mi amor para que él te sirviera de consuelo, te recordara hasta que punto soy tuyo. Cómo eres dueña y señora de mi vida. Cuanto te quiero amor mío. Soy infinitamente tuyo, amor puro y vivo, llama de cariño. Te deseo, te amo, me vuelves loco, soy tuyo. ¿Qué más puedo decirte? Todo lo sabes tu pues todo lo vivimos juntos. Es maravilloso quererte tanto.

Ámame mucho y no te importe lo demás. Lo único importante

pero cuanto más nos cueste más maravillosa será nuestra soledad, nuestra felicidad.

Ámame mucho. Hasta pronto amor mío. Un beso genial de tu

Quin.

Dónde estas corazón?
Yo le quería más que a mi vida,
el era mi cariño, era mi dicha,
mi único goce era su amor.
Una mañana de cálido verano,
entre mis brazos se me murió;
y desde entonces voy por el mundo
con el recuerdo de aquel amor.

Dónde estás corazón,
no oigo tu palpitar,
es tan grande el dolor
que no ceso de llorar.
Le quería yo tanto
y se fue para no retornar.

Yo le quería con toda el alma
como se quiere sólo una vez,
pero el destino cruel y sangriento
quiso dejarme sin su querer.
Sólo la muerte arrancar podía
aquel idilio de tierno amor;
y una mañana de cálido verano
entre mis brazos se me murió.

Dónde estás corazón,
no oigo tu palpitar,
es tan grande el dolor
que no ceso de llorar.
Le quería yo tanto
y se fue para no retornar más.

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De verdad os aseguro que me gustaría poder dar con la razón, pero no puedo, me es totalmente imposible entenderlo. Nunca he sabido lo que es un pleito aunque estaba casada con un gran jurista. No comprendo ese mundo dañino y malo dónde las personas (por llamarlas de alguna manera) se intentan sacar los Ases de la manga sin tan siquiera saber si hay otra persona que tiene una baraja aún más potente que la suya (y que años antes había ido guardando en su esmoquin). Aunque no creo en casi nada ni en casi nadie, he sido lo suficientemente inteligente para saber, desde que era muy pequeñita, qué es bueno y qué es malo y quien es bueno y quien es malo.

Ahora Joaquín de Prada González y yo sabemos lo que es un pleito. Un pleito interpuesto por gente mala, un pleito lleno de mala sangre, de envidia y de rencor. Que no quede ninguna duda, el pleito por el que se quiere suprimir EL LIBRO es una afrenta y un insulto a la memoria de una única persona, y esa persona es Joaquín de Prada González. Aunque la lucha no está perdida, ya que el tema está en apelación, según la sentencia los libros se deberían DESTRUIR. Tal y como están ahora las cosas, Joaquín de Prada González ha perdido.

De uno de los montones de papelotes que conlleva un pleito (en la mayoría de ellos solo se dicen tonterías y mentiras) os transcribo un párrafo que se presupone lo ha escrito alguna de esas personas que intentan decir son “familia” de mi marido, o sea, “familia” del padre de mis hijos, aunque de eso NADA, no son ni hermanos de mi marido, ni sobrinos, ni cuñadas, ni ese gran etcétera. El apellido es pura coincidencia, como el nombre del perfume. Mi marido, Joaquín de Prada González, a todos los efectos, era hijo único, si bien tuvo una preciosa hermana que nos dejó de muy pequeñita y tuvo un maravilloso padre (que no tuve la suerte de conocer, aunque Joaquín me hablaba continuamente de él, y de los dos conservo muchas fotografías) y tuvo una madre maravillosa que también fue mía.

Aquí sigue el párrafo del que os hablaba, aunque de este mismo calibre los hay a montones dentro de este largo pleito. Es una página 15 de no se que parte (no me suelo molestar en leer tanta mentira) y dice así:

Puede igualmente afirmar esta parte, que la primera persona que expresaría su reproche, de estar vivo, sería el fallecido esposo de la demandada que como ha quedado sobradamente acreditado en el juicio, era una persona tremendamente reservada, tímida, introvertida y nada dada a confidencias.

Yo quiero hacer saber y lo digo en nuestro precioso y prohibido Libro “Joaquín y Loli un encuentro de Cine”, precioso libro gracias a la editorial, el editor y todos los que hemos contribuido en el, que cuando yo conocí al único amor de mi vida, él era ciertamente, una persona triste. A los 10 minutos de estar con él me di cuenta de ese hecho, que se vio confirmado cuando al rato, esa misma tarde, él mismo me lo dijera.

Lo cierto es que todo lo que pueda haber dicho y montones y montones de cosas más los tengo de su puño y letra. Todo, absolutamente todo, de lo que se hablara o en San Javier o en Campo de Criptana, me lo escribía a mi palabra por palabra y si algo pensaba él que me podía hacer mucho daño verlo por escrito, esperaba a contarme los detalles de voz en la cafetería Denver de Cartagena, cuando nos podíamos ver, entre palabras y caricias.

Él, mi marido, mi gran amor, Joaquín de Prada González, desde el instante en que nos miramos a los ojos, su vida cambió. Cuando estaba conmigo era otra persona y no quiero con ello decir que no nos costara a los dos sacar ese dolor que llevaba dentro, pero aún así, era una persona dulzona, comprensiva, cariñosa, inteligente y con él se podía mantener cualquier tipo de conversación. Mi cariño y forma de amarlo le hacía muy feliz. Estando juntos él ganó confianza y fuerza.

Él solo ha querido, como yo, una cosa en la vida y es que estuviéramos juntos. Yo nunca le he conocido como persona reservada, ni tímida, ni introvertida. Lo que si hemos hecho, por las circunstancias que imperaban entre los dos, es sólo contar o hablar de aquello que creíamos oportuno. Para saber cómo era él antes de conocerme, basta con leer los escritos de nuestros queridísimos amigos Julio Burdiel Hernández, Alfredo Flores Pérez y Luciano G. Egido (publicados en el libro “Joaquín y Loli un encuentro de cine”). Pero esas personas que le han puesto un pleito no parece que le conocieran en absoluto, y tampoco parece que hayan aprendido nada acerca de él leyendo el libro (eso si se lo han leído, que lo dudo cada momento más).

Quiero dar las gracias a todas esas personas que continuamente me mandan cartas de su puño y letra o por correo electrónico, pidiéndome saber más. A todos os quiero pedir que tengáis un poco de paciencia, que de todo os iréis enterando. Tengo toda la intención de ir publicando este maravilloso material de distintas formas, como a él le habría gustado, compartiendo nuestra felicidad con todo el mundo.

De verdad, que vale la pena que os lo contemos los dos muy juntitos.

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Por si alguien ha tenido la menor duda, quiero deciros a todos los que en cualquier momento leais mi blog, que no estoy en absoluto arrepentida de haber publicado ninguna de las cartas de mi marido (sea en este blog o en cualquier otro medio). Me siento muy orgullosa y continuaré poniendo cartas y cartas, porque no hay ni una en la que pueda decir “Joaquín que mal lo hiciste”. Todo lo contrario, son cartas de verdadero amor. De un amor auténtico que aún perdura. Concretamente en esta carta que publico hoy, hablo del “exilio” que le impusieron (y del que ya he hablado en otra entrada de este blog), ese “exilio” que a todos hizo feliz excepto a Joaquín y a mí, y que en nosotros tuvo el efecto contrario al deseado, ya que nos quisimos más que nunca al habernos separado. Lo siento, no les funcionó.

Salamanca 14 Noviembre 1956

Mi queridisima Loli: cuando me escribiste la carta que yo he rebicibido hoy miercoles estabas triste. Yo no puedo hacer nada para remediar tu tristeza pues cuando me entero de ella ya es tarde. De todas formas quiero consolarte y para ello no puedo hacer nada sino decirte cuanto te quiero. Te quiero tanto como para que desaparezca para siempre de ti la tristeza. Ten animos y acuerdate de mi y de mi cariño y recuerda que falta ya menos para que nos veamos de nuevo.

No tengas miedo de quererme mucho. A veces yo te pido que me quieras demasiado, con exceso. Las cosas hay que hacerlas con generosidad, sin medida. Y si esa cosa es amar con más razón aun. Tu quiéreme así poniendo tu vida entera en quererme. Los que no quieren así no saben lo que es el amor. Pero tu y yo hemos nacido para querernos y hemos de hacerlo en su plenitud, de verdad, no calculando lo que hay que querer. No hagas caso de consejos y continua queriéndome así como me quieres, que me haces completamente feliz. Y no tengas miedo que eres correspondida. Pues de igual forma te quiero yo a ti.

Llevo estudiando lo que va de semana y hoy mismo ya he estudiado bastante y después de merendar continuaré estudiando. Es nuestra manera especial de querernos ¿no? Yo al menos estudio queriéndote mucho.

Lolichi te quiero con locura, te lo digo una vez más. Hoy, cuando recibas esta carta, me figuro estarás contenta o que al menos el recibirla te animará un poco. Ánimo que ya falta menos para el martes. Muchos besos, muchísimas estrellas, mas caricias y toda mi ternura te mando hoy con mi pequeña carta y todo para ti y más que tengo guardado para cuando nos veamos.

Te quiero muchísimo, continuamente y para siempre y seremos muy felices los dos, estoy segurísimo.

Siempre tuyo

Joaquín.

TE QUIERO MUCHÍSIMO

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Estupendas Ana (Trotagorros) y Montse, de Bilbao, como os prometí que os dedicaría una de mis cartas, ahí va esta y espero que os guste. Sois un cielo, y siempre tenéis una palabra de cariño para mi hija Cristina y para mí, y eso es tremendamente de agradecer. Ana ¿como van tu máquina de coser y tus sombreritos? Cuando vuelva a ser joven, me harás un sombrerito para que yo lo pueda lucir junto al entrañable amor de mi vida. Os quiero.

Las cartas de mi queridísimo Joaquín que pongo en el Blog no tienen hilación entre si, como ya os habréis dado cuenta. Yo pongo aquellas que por cualquier razón tienen recuerdos muy especiales para nosotros.

En esta carta que comparto con vosotros hoy faltan 4 días para que se cumpla un año desde que nos conocimos (aquél 1 de abril de 1956). Él ya llevaba 4 meses en Salamanca, exiliado en contra de su voluntad, a la fuerza, con la única intención de alejarlo de mí.

Al no mucho tiempo de volver Joaquín a San Javier le dijeron (nunca su madre, ella fue siempre nuestra aliada) que a cambio del gesto que habían tenido de traerlo de nuevo a San Javier él tenía que “colaborar” poniendo en pausa nuestro noviazgo hasta que sacara las oposiciones, de lo contrario (argumentaban ellos), le sería muy difícil conseguir ser Notario (que era algo que ellos querían para Joaquín, más que quererlo Joaquín mismo).

Yo llegué a decirle un día que aunque sería durísimo prefería que estuviera en Salamanca junto a su madre, que le comprendía mejor y que además cuidaba bien de él. Él me dice en una carta que todo eso que le pasaba era por “vivir y comer de limosna” para todo, incluso para poder ir a verme. Más de un domingo no me fue a ver poniendo la excusa de que prefería estudiar cuando en realidad era por no tener que pedir ese dinero. Todos tenéis que tener en cuenta que yo era su maravillosa chica de pueblo, pero desde luego, sin poder adquisitivo, de lo contrario muchas cosas no hubiesen ocurrido.

Todas las cartas que tengo de este periodo son una pura lágrima (tres cartas anteriores y dos posteriores a esta que os pongo). En el domingo que nos pudimos ver mientras ocurría todo esto me llegó a decir que si no fuera por mí, que si Dios no me hubiese puesto en su camino, el no habría tenido ninguna ilusión por vivir.

¿Como pudieron pensar de nuevo en separarlo de lo único que tenía y de lo que más quería y ha querido desde aquél abril de 1956 lleno de flores y con sabor a mar? ¿No les bastó con aquél otro “número” que le montaron, nada más conocernos, entre su hermano, el médico y el cura? Ahora me horroriza leer estas cartas y me pregunto cómo el ser humano es capaz de aguantar tanto, cómo pudimos sobrevivir aquellos duros años de separaciones.

Me pregunto si acaso nosotros no eramos dignos de respeto, apoyo y cariño.

Mi hija Cristina me dice que leyendo estas cartas le da la impresión de que si Joaquín, su padre, no me hubiera conocido, posiblemente no habría tenido el incentivo y la ilusión, para estudiar lo suficiente y probablemente no habría llegado a aprobar Notarías.

San Javier 28 Marzo 1957

Mi queridísima Loli: Estoy cansado y triste.

No tengo ganas de hacer nada y tengo que hacer un esfuerzo para estudiar por lo que me cuesta más trabajo. Solo desearía dormir, estar dormido muchísimo tiempo, sin darme cuenta de nada. No es culpa mía el cansarme, ni el ponerme muy triste y estar desanimado del todo. En estos momentos prefiero no pensar. Si pienso es peor aun.

Te quiero intensamente como nunca, aunque casi me faltan fuerzas para coger la pluma. Deseo estar a tu lado, tu sabrías decirme lo que necesito ahora. Tu sabrías consolarme. Tu me repetirías una y mil veces tu amor y necesito de tu amor y necesito oírlo de tus labios.

Hoy no resultaría, la verdad, muy agradable estar a mi lado. Estaría mustio y ni siquiera una cosa bonita podría decirte. Hoy tendrías tú que ponerlo todo. Tú tendrías que ser la que me dijeras cosas a mí, muchas cosas que yo necesito ahora oír. Yo solo sabría hablarte de mi pena, de mi tristeza y tu tendrías que luchar contra mi tristeza. Pero tu no estás a mi lado, tu estás lejos de mí, mientras yo estoy a solas con mi tristeza y mi cansancio. ¿Qué haces tu ahora que yo te escribo? ¿Vives para mi? ¿Haces algo que no sea tuyo sino nuestro, de los dos? Mi consuelo es pensar que todo mi esfuerzo no es para mí. Para mí solo no lo haría. Es por los dos y el pensar que para los dos trabajo me alivia.

Ya mañana cuando tu recibas mi carta estará mas cerca el domingo. Tengo ganas de un domingo no hacer nada más que estar juntos y hablar. Estarnos toda la mañana y toda la tarde el mayor tiempo posible juntos y hablar mucho, para que no quede nada por decir.

Loli este domingo haré el viaje de todos los domingos. Iré en el tren de las 8 menos cuarto. Iré en la bicicleta pues no importa el viaje de vuelta pues ahora ya es buen tiempo y no tienes porque preocuparte. Es una hora mas que estamos juntos y por un minuto que fuera yo haría el viaje andando, no me importaría. Tu estate esperándome en la estación y ya hacemos todo cuanto tu desees pues tu sabes bien que mi único deseo es estar junto a ti el mayor tiempo posible. Yo el domingo si fuera necesario no comería si de esa forma pudiera estar junto a ti mas tiempo. Y no creas que seria un sacrificio. Yo todo lo que hago por estar contigo es un placer y no me molesta en absoluto. Y soy capaz de eso y mas.

Gracias por perdonarme mi enfado (no me enfadé eso es verdad) del otro día. Eres muy generosa. La promesa que me haces de otro día volverte a tu casa, te diré dos cosas. Primero que si prefieres a mi no me importa pasar el domingo cerca de tu casa, ya que no te dejaría volver sola. Y segundo que yo me esperaba otra promesa. Por ejemplo: “No tienes que preocuparte, aunque no te enfades yo no te volveré a hacer esperar. Arreglaremos las cosas para que haciendo yo lo imposible tu no tengas que esperar ni un minuto”. (¡Llevo tanto tiempo deseando oírte decir esto!)
Para ti mi mejor deseo que es el vivir para siempre junto a ti.

Siempre tuyo

                                     Joaquín.

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ESTOY BRUTALMENTE ENAMORADO DE LA CRIATURA MÁS MARAVILLOSA QUE EXISTE Y A LA QUE AMO MÁS QUE A MI VIDA MISMA. SOY TUYO.

Amor mío: He entornado la ventana y la habitación ha quedado en la penumbra. Me he tumbado en mi cama dejando tu hueco a mi derecha. Y he leído tu carta lenta y emocionadamente. Tu recuerdas cuando acaricias mis manos, o mejor aún tu recuerdas un diez y siete de noviembre en que mi amor sollozaba contra tu hombro. Tú lo recordarás, seguramente, pues lo llevas aún en tu corazón. Pues puedo decirte que aún era mayor que aquel día mi emoción hace un rato cuando leía sobre mi cama esa carta tuya tan maravillosa, tan estremecida de amor, jamás volverás a hacer algo tan grandioso por mi como el haber escrito esa carta. Mas de una vez con los ojos llenos de lágrimas de amor he tenido que dejar de leer para apretar la carta contra mi cara en busca de tu perfume, de tu tacto, de esas caricias geniales que solo de leerlas (les falta tu voz) estremecen toda mi carne de amor. He temblado todo yo sobrecogido. He sentido con una intensidad hasta ahora no superada sentimientos maravillosos de amor, deseo, ansiedad, avaricia. Porque yo Lolichi queridísima, soy ansioso, deseoso, avaricioso de ti. Yo no tengo paciencia, no espero pacientemente el momento de casarme. Lo espero y deseo, con la misma terrible y devoradora avaricia que tu lo esperas. ¿No sabes una cosa? Tú y yo somos una misma cosa. Tu no acabas en ti sino que te prolongas dentro de mi. Y yo, no soy solo yo sino lo que en ti hay de mi, también. Y no esperes encontrar en ti un sentimiento que simultáneamente y con la misma fuerza no se encuentre también en mi alma. Ya lo has comprobado montones de veces. Una vez más te lo digo: todos esos sentimiento de que me hablas no son tus sentimientos, son nuestros sentimientos. Lo tuyo

Eres, virgen, como un pozo sin fondo, un manantial inagotable, algo insondable, infinito y eterno. Te lo he dicho muchas veces. Cuando me creo que ya conozco todo tu amor, que ya te has dado a mi enteramente, de repente, como si abrieras una nueva puerta, me descubre un mundo ignorado, mucho más maravilloso que el que hasta entonces conocía. Me das mucho más amor y eres más mía que nunca. Esta vez con tu carta ha ocurrido eso, pero con la particularidad de que ha sido mucho más generosa. Me has llevado hasta el cuarto del tesoro y alli me has enseñado las muchísimas riquezas que allí hay para mi. Soy tuyo Atu.

Pero no voy a continuar hablando de tu carta ya que quiero añadir algo nuevo. Tu me hablas de ti para mi y yo también tengo cosas que darte. Amor que despertar y muerte que provocar. Yo también tengo poder sobre ti.

Y así continuaría eternamente hablándote íntimamente, porque a mi me encanta hablar de esta intimidad. Pero, te confieso, estos últimos días me asustaba escribirte de esto pues tengo miedo que lo puedan leer en tu casa. Ahora no quiero que hoy rompas esta carta, guárdala y hoy mismo la metes en un sobre y me la mandas. Yo llevaré el sábado la tuya y la mía y juntos las leemos en Denver y luego ya si quieres la rompemos, o las guardo yo bien. hazlo así.

Hoy habrás ido al teatro. No tienes ya que hacer nada para compensarme porque ya está hecho. Tu carta de hoy lo compensa todo. Yo pensaba que hoy sería un día triste para mi y tu lo has convertido en un día maravilloso, gracias, virgen.

El domingo te explicaré porque me entristece que vayas al teatro, pues no quiero que pienses de mi que soy un tío raro. Luego no volvemos a hablar del asunto. Con todo esto tengo unas ganas locas de que llegue el domingo. Hablaremos de todas esas nuevas cosas que tu has aprendido y haremos un domingo maravilloso. Ya lo veras.

Mándame una hojilla pues quiero ir bien afeitado tu me necesitas muy lindo y yo que siempre he ido sin afeitar me afeito para ti. Yo tengo para ti una confianza absoluta, tienes que decirme cuando has notado lo contrario pues tiene que tratarse de un error. Estoy unidísimo a ti, que eres mi virgen, mi bien y mi tesoro. Quisiera que mi carta la leas como yo he leído la tuya. Dime luego lo que sientes.

También es mi deseo que te haga mi carta pasar un rato de amor tan grande y maravilloso como el que yo he sentido gracias a la tuya.

Te quiero mucho, amor mio. Estoy estudiando mucho y comportándome como tú quieres. Ámame muchísimo.

Dime si mi carta es digna de lo que merece tu carta. Háblame siempre de todo cuanto sientas. Para despedirme no encuentro mejores palabras que las que tu empleas para despedirte de mi: un abrazo eterno recibiendo las mejores estrellas calientes y estremecedoras. Tuyo Quin.

Aquí se acaba esta maravillosa carta, pero sigue un poema precioso que me ha mandado mi amiga Ana Mirasol para que lo incluya en el blog y como me ha encantado aquí os lo pongo y le digo a Ana:

¡Querida Ana! Como no va a ser digna esta preciosa poesía de Antonio Machado que con tantísimo gusto has sabido elegir para Joaquín y para mí. ¡Eres increible! Que pena no haber llegado a ti antes, ha sido una perdida grandiosa para mi. Continuaremos en contacto…

Y también quiero darle las gracias a Conchita Cosme de Alcántara. ¿Porqué? Pues por estos preciosos ciclámenes que adornan su casa y que me ha mandado en forma digital para que yo los comparta con vosotros. ¡Gracias Conchita!

Era un niño que soñaba    

un caballo de cartón.

Abrió los ojos el niño

y el caballito no vio.

Con un caballito blanco

el niño volvió a soñar;

y por la crin lo cogía…

¡Ahora no te escaparás!

Apenas lo hubo cogido,

el niño se despertó.

Tenía el puño cerrado.

¡El caballito voló!

Quedóse el niño muy serio

pensando que no es verdad

un caballito soñado.

Y ya no volvió a soñar.

Pero el niño se hizo mozo

y el mozo tuvo un amor,

y a su amada le decía:

¿Tú eres de verdad o no?

Cuando el mozo se hizo viejo

pensaba: Todo es soñar,

el caballito soñado

y el caballo de verdad.

Como siempre, el fotografo no sale en la fotografía, pero en este caso es  mi marido Joaquín de Prada Gónzalez, que retrata al amor de su vida con las primeras mini faldas de la época y con dos de sus tres hijos, Cristina y Jose Manuel.

 

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Mis hijos llevan meses trabajando en pasar las antiguas películas de Super8. Es un trabajo durísimo, pero ver esas películas mudas me da vida.

Ahora Joaquín ha puesto en su blog un vídeo con el Cumpleaños de Cristina (4 añitos) y el de su abuela, Carmen que cumplia 77 años.

Yo sólo os pongo el enlace a su página y al Super8, pero todo el trabajo lo ha hecho él, con Peter y Cristina.

Joaco quiere que me fije en lo bien que se ve la imagen, en que es de Alta Definición, pero yo lo que veo es que entonces eramos muy felices, de eso sí me doy cuenta, claro que me doy cuenta.

¡Gracias Joaco por hacer este video y ponerlo en internet para que los que nos quieren puedan verlo!

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