De verdad os aseguro que me gustaría poder dar con la razón, pero no puedo, me es totalmente imposible entenderlo. Nunca he sabido lo que es un pleito aunque estaba casada con un gran jurista. No comprendo ese mundo dañino y malo dónde las personas (por llamarlas de alguna manera) se intentan sacar los Ases de la manga sin tan siquiera saber si hay otra persona que tiene una baraja aún más potente que la suya (y que años antes había ido guardando en su esmoquin). Aunque no creo en casi nada ni en casi nadie, he sido lo suficientemente inteligente para saber, desde que era muy pequeñita, qué es bueno y qué es malo y quien es bueno y quien es malo.
Ahora Joaquín de Prada González y yo sabemos lo que es un pleito. Un pleito interpuesto por gente mala, un pleito lleno de mala sangre, de envidia y de rencor. Que no quede ninguna duda, el pleito por el que se quiere suprimir EL LIBRO es una afrenta y un insulto a la memoria de una única persona, y esa persona es Joaquín de Prada González. Aunque la lucha no está perdida, ya que el tema está en apelación, según la sentencia los libros se deberían DESTRUIR. Tal y como están ahora las cosas, Joaquín de Prada González ha perdido.
De uno de los montones de papelotes que conlleva un pleito (en la mayoría de ellos solo se dicen tonterías y mentiras) os transcribo un párrafo que se presupone lo ha escrito alguna de esas personas que intentan decir son “familia” de mi marido, o sea, “familia” del padre de mis hijos, aunque de eso NADA, no son ni hermanos de mi marido, ni sobrinos, ni cuñadas, ni ese gran etcétera. El apellido es pura coincidencia, como el nombre del perfume. Mi marido, Joaquín de Prada González, a todos los efectos, era hijo único, si bien tuvo una preciosa hermana que nos dejó de muy pequeñita y tuvo un maravilloso padre (que no tuve la suerte de conocer, aunque Joaquín me hablaba continuamente de él, y de los dos conservo muchas fotografías) y tuvo una madre maravillosa que también fue mía.
Aquí sigue el párrafo del que os hablaba, aunque de este mismo calibre los hay a montones dentro de este largo pleito. Es una página 15 de no se que parte (no me suelo molestar en leer tanta mentira) y dice así:
Puede igualmente afirmar esta parte, que la primera persona que expresaría su reproche, de estar vivo, sería el fallecido esposo de la demandada que como ha quedado sobradamente acreditado en el juicio, era una persona tremendamente reservada, tímida, introvertida y nada dada a confidencias.
Yo quiero hacer saber y lo digo en nuestro precioso y prohibido Libro “Joaquín y Loli un encuentro de Cine”, precioso libro gracias a la editorial, el editor y todos los que hemos contribuido en el, que cuando yo conocí al único amor de mi vida, él era ciertamente, una persona triste. A los 10 minutos de estar con él me di cuenta de ese hecho, que se vio confirmado cuando al rato, esa misma tarde, él mismo me lo dijera.
Lo cierto es que todo lo que pueda haber dicho y montones y montones de cosas más los tengo de su puño y letra. Todo, absolutamente todo, de lo que se hablara o en San Javier o en Campo de Criptana, me lo escribía a mi palabra por palabra y si algo pensaba él que me podía hacer mucho daño verlo por escrito, esperaba a contarme los detalles de voz en la cafetería Denver de Cartagena, cuando nos podíamos ver, entre palabras y caricias.
Él, mi marido, mi gran amor, Joaquín de Prada González, desde el instante en que nos miramos a los ojos, su vida cambió. Cuando estaba conmigo era otra persona y no quiero con ello decir que no nos costara a los dos sacar ese dolor que llevaba dentro, pero aún así, era una persona dulzona, comprensiva, cariñosa, inteligente y con él se podía mantener cualquier tipo de conversación. Mi cariño y forma de amarlo le hacía muy feliz. Estando juntos él ganó confianza y fuerza.
Él solo ha querido, como yo, una cosa en la vida y es que estuviéramos juntos. Yo nunca le he conocido como persona reservada, ni tímida, ni introvertida. Lo que si hemos hecho, por las circunstancias que imperaban entre los dos, es sólo contar o hablar de aquello que creíamos oportuno. Para saber cómo era él antes de conocerme, basta con leer los escritos de nuestros queridísimos amigos Julio Burdiel Hernández, Alfredo Flores Pérez y Luciano G. Egido (publicados en el libro “Joaquín y Loli un encuentro de cine”). Pero esas personas que le han puesto un pleito no parece que le conocieran en absoluto, y tampoco parece que hayan aprendido nada acerca de él leyendo el libro (eso si se lo han leído, que lo dudo cada momento más).
Quiero dar las gracias a todas esas personas que continuamente me mandan cartas de su puño y letra o por correo electrónico, pidiéndome saber más. A todos os quiero pedir que tengáis un poco de paciencia, que de todo os iréis enterando. Tengo toda la intención de ir publicando este maravilloso material de distintas formas, como a él le habría gustado, compartiendo nuestra felicidad con todo el mundo.
De verdad, que vale la pena que os lo contemos los dos muy juntitos.
Mi amiga Ana Mirasol de Albacete me escribió ayer 23 de febrero de 2010 lo que a continuación os pongo y aprovecho para compartirlo con vosotros y contestarle en mi blog:
“Hola Loli. ¿te suena esto?:
‘El aprecio a las buenas historias es consustancial a la condición humana. Pero sí es cierto que mucha gente no valora esta riqueza, por el simple motivo de que la han educado para vivir de espaldas a ella. Una parte muy importante de este tesoro, las tradiciones familiares (lo que se suele llamar «memoria generacional») ha sobrevivido mejor a estos embates, pero incluso hoy día peligra a causa de cambios sociales que afectan gravemente la cadena de transmisión. Digamos que hoy día no se suelen dar las condiciones para que los abuelos cuenten «batallitas» a sus nietos. Y las consecuencias de eso pueden ser desastrosas. Porque las historias familiares son parte esencial de la educación de cualquier persona. No verse expuesto a ellas genera una carencia que, en mi opinión, explica en parte fenómenos tan inquietantes como el reciente episodio del «botellón» masivo convocado a golpe de SMS.’
Es el párrafo de una entrevista que leí en Internet hace tiempo, poco después de iniciar nuestra amistad “telefónica”. Por entonces estaba yo iniciando el relato que ya sabes y andaba un poco desanimada, sin saber si merecía la pena o sólo tendría interés para mí. Y fueron esas palabras de tu hijo las que me convencieron de que yo estaba en lo cierto y que mis hijos y mis nietos debían conocer cómo fue la vida de mis padres y su repercusión en la mía propia. ¿Comprendes ahora lo que yo quería explicarte el otro día , cuando hablabamos por teléfono?
Un beso, Loli, ya nos llamaremos.
P.D. He empezado una segunda parte, pero va despacio, muy despacio.”
Ana,
Efectivamente es una entrevista a mi hijo José Manuel (que os pongo completa abajo). Me alegro que te gustara y que te haya sido de utilidad para tus trabajos que en este momento estás realizando.
En cuanto a lo de ir despacio, no hace falta ir deprisa, ni llegar primero, pero hay que saber llegar.
Un abrazo muy grande,
Loli de Prada
Aquí sigue la entrevista completa realizada por Juan Ignacio Pérez para Asociación Litoral:
José Manuel de Prada
“El reciente interés por las llamadas «leyendas urbanas» ha servido para que muchas personas descubrieran de pronto que son portadoras de un acervo tradicional”
José Manuel de Prada Samper, traductor, viajero e investigador de la cultura oral universal, nos sorprende cada cierto tiempo con una obra divulgativa que despierta nuestro afán por conocernos. Ya sea haciendo trabajo de campo o rescatando viejas ediciones desconocidas en nuestro país, sus libros nos muestran a los verdaderos protagonistas del relato popular, los narradores, personas con nombres y apellidos que comparten objetivos, técnicas y gestos, a pesar de las diferencias raciales, geográficas, idiomáticas o históricas. Escoceses, bosquimanos, irlandeses y castellanos son en sus obras vecinos de una misma comunidad, aquella que expresa preguntas y respuestas existenciales a través de los cuentos, confiando en el valor generador de la palabra.
¿Por qué consideras tan importante que la ciudadanía conozca los relatos que proceden de la tradición oral?
Porque son parte de nuestro patrimonio colectivo y porque la sabiduría que contienen todavía tiene vigencia, o es susceptible de adaptarse a las preocupaciones y necesidades de nuestros tiempos. Nuestros abuelos y bisabuelos se educaron en gran medida por medio de esos relatos. Relegarlos al olvido, menospreciarlos como algo «infantil» o «pintoresco», o incluso convertirlos en la competencia exclusiva de un puñado de eruditos es un acto irresponsable de automutilación. Más aún, es sabotear una parte fundamental de nuestra memoria, de aquello que nos hace seres humanos.
¿Crees que aún hay sectores de la población que desconocen la riqueza atesorada en la memoria de sus ascendientes?
El aprecio a las buenas historias es consustancial a la condición humana. Pero sí es cierto que mucha gente no valora esta riqueza, por el simple motivo de que la han educado para vivir de espaldas a ella. Una parte muy importante de este tesoro, las tradiciones familiares (lo que se suele llamar «memoria generacional») ha sobrevivido mejor a estos embates, pero incluso hoy día peligra a causa de cambios sociales que afectan gravemente la cadena de transmisión. Digamos que hoy día no se suelen dar las condiciones para que los abuelos cuenten «batallitas» a sus nietos. Y las consecuencias de eso pueden ser desastrosas. Porque las historias familiares son parte esencial de la educación de cualquier persona. No verse expuesto a ellas genera una carencia que, en mi opinión, explica en parte fenómenos tan inquietantes como el reciente episodio del «botellón» masivo convocado a golpe de SMS.
Tu último libro está dedicado a una narradora tradicional. ¿Qué importancia crees que tiene el individuo que narra frente a la fidelidad a la tradición, a la dictadura de la memoria o al canon del texto?
Yo sostengo (y, por supuesto, no es un planteamiento original mío) que un narrador tradicional es autor de sus propias versiones. Por supuesto, trabaja con una trama, unos motivos, que le vienen legados por la tradición, pero cómo exponga esa trama, cómo organice esos motivos, es algo que depende de él o ella. También depende de una serie de factores como el momento en que se narra, a quién se narra, cuál es la actitud del público, etc., etc. Lo que para mí hace que el estudio del folklore sea algo fascinante es precisamente eso. Y también aspectos cómo la gestualidad, la inflexión de la voz y otros factores de lo que se suele conocer con el término inglés performance. El elemento puramente textual, por supuesto, tiene también gran importancia. Yo no digo que no deban estudiarse los aspectos filológicos de un relato. Pero hoy en día, después de las aportaciones fundamentales de estudiosos como Malinowski, Linda Dégh Richard Bauman o Albert B. Lord, no podemos limitarnos a eso. Sin embargo, en España hay gente que parece anclada en Frazer, como si eso fuera el último grito.
¿Por qué crees que en los estudios hispánicos sobre los cuentos se le ha prestado tan poca importancia a la persona transmisora de los textos?
Porque el enfoque sociocultural en el estudio del folklore sólo se comienza a consolidar hacia los años de 1960, con la publicación en alemán (1962) y más tarde en inglés (1969) del crucial estudio de Linda Dégh Cuento popular y sociedad. Pero en España las personas que se dedican a estas cosas suelen sentir muy poca curiosidad por lo que se hace o deja de hacer en el resto del mundo. Por eso, tanto los métodos de recogida de cuentos como los aplicados a su análisis son más bien anticuados, por no decir francamente obsoletos. En el mundo hispánico el cuento, romance, etc., sigue viéndose como un «texto» que flota en el vacío, intemporal, al margen de los avatares de la Historia. Una vez se sitúa al arte verbal en el devenir de la Historia, se ve con claridad que está íntimamente ligado a las personas que lo cultivan. Mi estudio sobre Azcaria Prieto de Castro es, en parte, un intento de introducir en España este tipo de enfoque. Lo que yo he hecho con una narradora ya fallecida se podría hacer con personas vivas.
¿Sirve la tradición oral todavía para que la gente se explique de forma local lo que sucede a su alrededor o, por el contrario, a estas alturas se trata de una costumbre del pasado?
La tradición oral es como la energía: indestructible, porque es algo (sobre todo en lo tocante a la narración) que está íntimamente ligado a nuestra humanidad. Eso sí, la tradición, incluso donde goza de gran vitalidad, está en constante proceso de cambio, y no cabe duda de que en los países industrializados este cambio, más que como renovación o actualización, se manifiesta como un empobrecimiento. En España, hoy día, no es tan fácil recoger cuentos de encantamiento como hace treinta años, aunque es prematuro decir que estos cuentos hayan desparecido o vayan a desaparecer a lo largo de esta generación. En cambio, hay otros géneros, como las leyendas o los relatos humorísticos, que sí parecen gozar de notable vitalidad. El reciente interés por las llamadas «leyendas urbanas» ha servido para que muchas personas, entre las que me puedo contar yo, descubrieran de pronto que son portadoras de un acervo tradicional. Por otro lado, el estudio de ese tipo de relatos demuestra que sí, que seguimos creando y transmitiendo historias, y que lo hacemos en gran medida para explicarnos el mundo que nos rodea. Las leyendas modernas son fiel reflejo de muchas de las preocupaciones de la sociedad actual: la relación con personas de otras culturas, los peligros de la tecnología, la creciente criminalidad, etc., etc. Contar historias, repito, es uno de los actos humanos por excelencia. Quizá sea precisamente aquello que nos hace humanos. Y no sólo contarlas, por supuesto. También escucharlas. El hombre es un animal que cuenta y escucha historias, y lo hace por una gran variedad de motivos: para entretenerse, para educar, para transmitir información, para provocar, para curar, y así un largo etcétera. Nuestra vida cotidiana está íntimamente ligada a la narración y, por supuesto, no me refiero únicamente a la narración de relatos tradicionales, sino que incluyo también las anécdotas personales, chismes y similares.
¿Consideras que se han hecho esfuerzos suficientes para rescatar y poner en valor el patrimonio inmaterial constituido por la tradición oral o compartes la opinión de quienes creen que este aspecto de la cultura popular se ha cuidado menos en España que en otros países?
En España los estudios de folklore siempre han sufrido de una notable «desvertebración», por decirlo de algún modo. No existen por sí mismos, casi siempre han estado vinculados a la filología, la dialectología, los estudios literarios, etc. Lo que habría que hacer es «vertebrarlos». Tendría que haber una titulación en folklore en nuestras universidades, o al menos un «instituto de folklore» que promoviera el estudio riguroso de las artes verbales. Mejor aún, una especie de «red» de centros de este tipo, una red coordinada. Deberíamos tener archivos de folklore, como los que hay en Irlanda, Finlandia o Grecia. Con la tecnología de hoy en día, almacenar esta información y ponerla a disposición de los estudiosos es más sencillo que nunca. Pero, claro, habría que formar un equipo de «encuestadores» que recogiera esta información. Pero tampoco esto sería complicado, puesto que la experiencia demuestra que no es difícil implicar, por ejemplo, a estudiantes de instituto en tareas de este tipo, para que recojan no sólo la literatura tradicional de los lugares donde viven, sino también la historia oral de esos lugares. Archivos de este tipo (que tuvieran su sede, por ejemplo, en museos etnográficos como hay en muchas localidades) se podrían crear con presupuestos relativamente modestos. Por sólo poner un ejemplo, si no se hace nada, en pocos años la memoria oral de nuestra guerra civil desaparecerá con las últimas personas que vivieron esos tiempos. La cantidad de información que perderán las futuras generaciones será brutal. Porque mis propias investigaciones en determinadas zonas de España demuestran que la «memoria oral» de la gente sencilla y corriente que vivió todo aquello en calidad de «comparsas» (es decir, la inmensa mayoría de la población de una y otra zona) ha preservado mucho que no está en los archivos o en los libros escritos por los grandes protagonistas y que es igualmente importante para tener una visión clara y lo más completa posible de lo sucedido. Aparte de que estimular a los más jóvenes a hablar con sus mayores sobre estas cuestiones tiene, en si mismo, un gran valor educativo.
Hemos vibrado con tu emocionante relato sobre las andanzas de los Espinosa por España. ¿Qué es lo que te fascinó personalmente de su trabajo que incluso te impulsó a escribir sobre ellos?
Bueno, además de ser los autores de las dos colecciones más importantes de cuentos españoles, ellos eran parte de la historia que quería contar, sobre todo el hijo. Pero siempre me ha fascinado todo lo que tiene que ver con nuestros predecesores: cómo recogían los cuentos, en aquellos tiempos en que no existían las grabadoras portátiles, cómo se las arreglaban para buscar informantes, etc. En el caso de Espinosa hijo, ya desde mi primer contacto con su colección me intrigó mucho que hubiera hecho su trabajo de campo en vísperas del estallido de la Guerra Civil, y que esta le sorprendiera sobre el terreno. Sus investigaciones tienen mucho mérito, y yo he aportado algunos datos al respecto hasta ahora desconocidos, pero queda todavía mucho por averiguar.
¿Cómo definirías al padre y al hijo como investigadores del cuento popular español? ¿Qué diferencias en cuanto a motivaciones, métodos, tratamiento… percibes entre uno y otro?
El padre era un folklorista nato, pero de la época en que primaba el llamado método histórico-geográfico, que se centraba sobre todo en comparar las distintas variantes, estudiar su distribución geográfica, e intentar establecer el origen de cada relato y su «forma primigenia». La edición definitiva de sus Cuentos populares españoles es uno de los mejores exponentes de este tipo de enfoque y, a mi modo de ver, sigue teniendo un enorme valor para los folkloristas de ahora. No estoy de acuerdo con Rodríguez Almodóvar cuando lo considera (en su libro Los cuentos maravillosos españoles) un mero «monumento bibliográfico», «no muy útil para las exigencias actuales».
Respecto al hijo, hay que decir que fue, en parte, un «folklorista accidental». Como yo documento en mi libro, fue su padre quien lo animó a recoger cuentos, una vez constató que él no podría nunca viajar a España. Aun así, su trabajo es en muchos aspectos superior al de Espinosa padre. Recogió bastantes más cuentos en menos tiempo (en parte porque tenía más movilidad) y es notable su mayor interés por los narradores, cuyos nombres no deja de mencionar en el artículo en que describe sus viajes. Sus anotaciones a los relatos se limitan a dar la clasificación tipológica, enumerar los motivos y reseñar las variantes hasta ese momento conocidas. Pero la suya es una colección que no se ha superado en cantidad, variedad, y calidad de los relatos.
¿Crees que es posible la pronta reedición de los libros de Espinosa padre?
¡Ojalá! Desde luego, Cuentos populares españoles debería reeditarse. Tengo la secreta esperanza de que mi libro anime al Consejo Superior de Investigaciones Científicas a «rescatar» esta importante obra.
Esperamos que sí.
Obras publicadas por José Manuel de Prada Samper
Las mil caras del diablo (Cuentos, leyendas y tradiciones). Editorial Juventud.
Mitos, cuentos y leyendas de los cinco continentes. Editorial Juventud.
Cuentos de las Tierras Altas escocesas. Editorial Siruela.
Cuentos populares irlandeses. Editorial Siruela.
La niña que creó las estrellas. Relatos orales de los bosquimanos Xam. Editorial Lengua de Trapo.
El pájaro que canta el bien y el mal. La vida y los cuentos de Azcaria Prieto. Editorial Lengua de Trapo.
Además, ha traducido a autores en lengua inglesa como Herman Melville o Gerald Brenan.
Por si alguien ha tenido la menor duda, quiero deciros a todos los que en cualquier momento leais mi blog, que no estoy en absoluto arrepentida de haber publicado ninguna de las cartas de mi marido (sea en este blog o en cualquier otro medio). Me siento muy orgullosa y continuaré poniendo cartas y cartas, porque no hay ni una en la que pueda decir “Joaquín que mal lo hiciste”. Todo lo contrario, son cartas de verdadero amor. De un amor auténtico que aún perdura. Concretamente en esta carta que publico hoy, hablo del “exilio” que le impusieron (y del que ya he hablado en otra entrada de este blog), ese “exilio” que a todos hizo feliz excepto a Joaquín y a mí, y que en nosotros tuvo el efecto contrario al deseado, ya que nos quisimos más que nunca al habernos separado. Lo siento, no les funcionó.
Salamanca 14 Noviembre 1956
Mi queridisima Loli: cuando me escribiste la carta que yo he rebicibido hoy miercoles estabas triste. Yo no puedo hacer nada para remediar tu tristeza pues cuando me entero de ella ya es tarde. De todas formas quiero consolarte y para ello no puedo hacer nada sino decirte cuanto te quiero. Te quiero tanto como para que desaparezca para siempre de ti la tristeza. Ten animos y acuerdate de mi y de mi cariño y recuerda que falta ya menos para que nos veamos de nuevo.
No tengas miedo de quererme mucho. A veces yo te pido que me quieras demasiado, con exceso. Las cosas hay que hacerlas con generosidad, sin medida. Y si esa cosa es amar con más razón aun. Tu quiéreme así poniendo tu vida entera en quererme. Los que no quieren así no saben lo que es el amor. Pero tu y yo hemos nacido para querernos y hemos de hacerlo en su plenitud, de verdad, no calculando lo que hay que querer. No hagas caso de consejos y continua queriéndome así como me quieres, que me haces completamente feliz. Y no tengas miedo que eres correspondida. Pues de igual forma te quiero yo a ti.
Llevo estudiando lo que va de semana y hoy mismo ya he estudiado bastante y después de merendar continuaré estudiando. Es nuestra manera especial de querernos ¿no? Yo al menos estudio queriéndote mucho.
Lolichi te quiero con locura, te lo digo una vez más. Hoy, cuando recibas esta carta, me figuro estarás contenta o que al menos el recibirla te animará un poco. Ánimo que ya falta menos para el martes. Muchos besos, muchísimas estrellas, mas caricias y toda mi ternura te mando hoy con mi pequeña carta y todo para ti y más que tengo guardado para cuando nos veamos.
Te quiero muchísimo, continuamente y para siempre y seremos muy felices los dos, estoy segurísimo.
Estupendas Ana (Trotagorros) y Montse, de Bilbao, como os prometí que os dedicaría una de mis cartas, ahí va esta y espero que os guste. Sois un cielo, y siempre tenéis una palabra de cariño para mi hija Cristina y para mí, y eso es tremendamente de agradecer. Ana ¿como van tu máquina de coser y tus sombreritos? Cuando vuelva a ser joven, me harás un sombrerito para que yo lo pueda lucir junto al entrañable amor de mi vida. Os quiero.
Las cartas de mi queridísimo Joaquín que pongo en el Blog no tienen hilación entre si, como ya os habréis dado cuenta. Yo pongo aquellas que por cualquier razón tienen recuerdos muy especiales para nosotros.
En esta carta que comparto con vosotros hoy faltan 4 días para que se cumpla un año desde que nos conocimos (aquél 1 de abril de 1956). Él ya llevaba 4 meses en Salamanca, exiliado en contra de su voluntad, a la fuerza, con la única intención de alejarlo de mí.
Al no mucho tiempo de volver Joaquín a San Javier le dijeron (nunca su madre, ella fue siempre nuestra aliada) que a cambio del gesto que habían tenido de traerlo de nuevo a San Javier él tenía que “colaborar” poniendo en pausa nuestro noviazgo hasta que sacara las oposiciones, de lo contrario (argumentaban ellos), le sería muy difícil conseguir ser Notario (que era algo que ellos querían para Joaquín, más que quererlo Joaquín mismo).
Yo llegué a decirle un día que aunque sería durísimo prefería que estuviera en Salamanca junto a su madre, que le comprendía mejor y que además cuidaba bien de él. Él me dice en una carta que todo eso que le pasaba era por “vivir y comer de limosna” para todo, incluso para poder ir a verme. Más de un domingo no me fue a ver poniendo la excusa de que prefería estudiar cuando en realidad era por no tener que pedir ese dinero. Todos tenéis que tener en cuenta que yo era su maravillosa chica de pueblo, pero desde luego, sin poder adquisitivo, de lo contrario muchas cosas no hubiesen ocurrido.
Todas las cartas que tengo de este periodo son una pura lágrima (tres cartas anteriores y dos posteriores a esta que os pongo). En el domingo que nos pudimos ver mientras ocurría todo esto me llegó a decir que si no fuera por mí, que si Dios no me hubiese puesto en su camino, el no habría tenido ninguna ilusión por vivir.
¿Como pudieron pensar de nuevo en separarlo de lo único que tenía y de lo que más quería y ha querido desde aquél abril de 1956 lleno de flores y con sabor a mar? ¿No les bastó con aquél otro “número” que le montaron, nada más conocernos, entre su hermano, el médico y el cura? Ahora me horroriza leer estas cartas y me pregunto cómo el ser humano es capaz de aguantar tanto, cómo pudimos sobrevivir aquellos duros años de separaciones.
Me pregunto si acaso nosotros no eramos dignos de respeto, apoyo y cariño.
Mi hija Cristina me dice que leyendo estas cartas le da la impresión de que si Joaquín, su padre, no me hubiera conocido, posiblemente no habría tenido el incentivo y la ilusión, para estudiar lo suficiente y probablemente no habría llegado a aprobar Notarías.
San Javier 28 Marzo 1957
Mi queridísima Loli: Estoy cansado y triste.
No tengo ganas de hacer nada y tengo que hacer un esfuerzo para estudiar por lo que me cuesta más trabajo. Solo desearía dormir, estar dormido muchísimo tiempo, sin darme cuenta de nada. No es culpa mía el cansarme, ni el ponerme muy triste y estar desanimado del todo. En estos momentos prefiero no pensar. Si pienso es peor aun.
Te quiero intensamente como nunca, aunque casi me faltan fuerzas para coger la pluma. Deseo estar a tu lado, tu sabrías decirme lo que necesito ahora. Tu sabrías consolarme. Tu me repetirías una y mil veces tu amor y necesito de tu amor y necesito oírlo de tus labios.
Hoy no resultaría, la verdad, muy agradable estar a mi lado. Estaría mustio y ni siquiera una cosa bonita podría decirte. Hoy tendrías tú que ponerlo todo. Tú tendrías que ser la que me dijeras cosas a mí, muchas cosas que yo necesito ahora oír. Yo solo sabría hablarte de mi pena, de mi tristeza y tu tendrías que luchar contra mi tristeza. Pero tu no estás a mi lado, tu estás lejos de mí, mientras yo estoy a solas con mi tristeza y mi cansancio. ¿Qué haces tu ahora que yo te escribo? ¿Vives para mi? ¿Haces algo que no sea tuyo sino nuestro, de los dos? Mi consuelo es pensar que todo mi esfuerzo no es para mí. Para mí solo no lo haría. Es por los dos y el pensar que para los dos trabajo me alivia.
Ya mañana cuando tu recibas mi carta estará mas cerca el domingo. Tengo ganas de un domingo no hacer nada más que estar juntos y hablar. Estarnos toda la mañana y toda la tarde el mayor tiempo posible juntos y hablar mucho, para que no quede nada por decir.
Loli este domingo haré el viaje de todos los domingos. Iré en el tren de las 8 menos cuarto. Iré en la bicicleta pues no importa el viaje de vuelta pues ahora ya es buen tiempo y no tienes porque preocuparte. Es una hora mas que estamos juntos y por un minuto que fuera yo haría el viaje andando, no me importaría. Tu estate esperándome en la estación y ya hacemos todo cuanto tu desees pues tu sabes bien que mi único deseo es estar junto a ti el mayor tiempo posible. Yo el domingo si fuera necesario no comería si de esa forma pudiera estar junto a ti mas tiempo. Y no creas que seria un sacrificio. Yo todo lo que hago por estar contigo es un placer y no me molesta en absoluto. Y soy capaz de eso y mas.
Gracias por perdonarme mi enfado (no me enfadé eso es verdad) del otro día. Eres muy generosa. La promesa que me haces de otro día volverte a tu casa, te diré dos cosas. Primero que si prefieres a mi no me importa pasar el domingo cerca de tu casa, ya que no te dejaría volver sola. Y segundo que yo me esperaba otra promesa. Por ejemplo: “No tienes que preocuparte, aunque no te enfades yo no te volveré a hacer esperar. Arreglaremos las cosas para que haciendo yo lo imposible tu no tengas que esperar ni un minuto”. (¡Llevo tanto tiempo deseando oírte decir esto!)
Para ti mi mejor deseo que es el vivir para siempre junto a ti.
ESTOY BRUTALMENTE ENAMORADO DE LA CRIATURA MÁS MARAVILLOSA QUE EXISTE Y A LA QUE AMO MÁS QUE A MI VIDA MISMA. SOY TUYO.
Amor mío: He entornado la ventana y la habitación ha quedado en la penumbra. Me he tumbado en mi cama dejando tu hueco a mi derecha. Y he leído tu carta lenta y emocionadamente. Tu recuerdas cuando acaricias mis manos, o mejor aún tu recuerdas un diez y siete de noviembre en que mi amor sollozaba contra tu hombro. Tú lo recordarás, seguramente, pues lo llevas aún en tu corazón. Pues puedo decirte que aún era mayor que aquel día mi emoción hace un rato cuando leía sobre mi cama esa carta tuya tan maravillosa, tan estremecida de amor, jamás volverás a hacer algo tan grandioso por mi como el haber escrito esa carta. Mas de una vez con los ojos llenos de lágrimas de amor he tenido que dejar de leer para apretar la carta contra mi cara en busca de tu perfume, de tu tacto, de esas caricias geniales que solo de leerlas (les falta tu voz) estremecen toda mi carne de amor. He temblado todo yo sobrecogido. He sentido con una intensidad hasta ahora no superada sentimientos maravillosos de amor, deseo, ansiedad, avaricia. Porque yo Lolichi queridísima, soy ansioso, deseoso, avaricioso de ti. Yo no tengo paciencia, no espero pacientemente el momento de casarme. Lo espero y deseo, con la misma terrible y devoradora avaricia que tu lo esperas. ¿No sabes una cosa? Tú y yo somos una misma cosa. Tu no acabas en ti sino que te prolongas dentro de mi. Y yo, no soy solo yo sino lo que en ti hay de mi, también. Y no esperes encontrar en ti un sentimiento que simultáneamente y con la misma fuerza no se encuentre también en mi alma. Ya lo has comprobado montones de veces. Una vez más te lo digo: todos esos sentimiento de que me hablas no son tus sentimientos, son nuestros sentimientos. Lo tuyo
Eres, virgen, como un pozo sin fondo, un manantial inagotable, algo insondable, infinito y eterno. Te lo he dicho muchas veces. Cuando me creo que ya conozco todo tu amor, que ya te has dado a mi enteramente, de repente, como si abrieras una nueva puerta, me descubre un mundo ignorado, mucho más maravilloso que el que hasta entonces conocía. Me das mucho más amor y eres más mía que nunca. Esta vez con tu carta ha ocurrido eso, pero con la particularidad de que ha sido mucho más generosa. Me has llevado hasta el cuarto del tesoro y alli me has enseñado las muchísimas riquezas que allí hay para mi. Soy tuyo Atu.
Pero no voy a continuar hablando de tu carta ya que quiero añadir algo nuevo. Tu me hablas de ti para mi y yo también tengo cosas que darte. Amor que despertar y muerte que provocar. Yo también tengo poder sobre ti.
Y así continuaría eternamente hablándote íntimamente, porque a mi me encanta hablar de esta intimidad. Pero, te confieso, estos últimos días me asustaba escribirte de esto pues tengo miedo que lo puedan leer en tu casa. Ahora no quiero que hoy rompas esta carta, guárdala y hoy mismo la metes en un sobre y me la mandas. Yo llevaré el sábado la tuya y la mía y juntos las leemos en Denver y luego ya si quieres la rompemos, o las guardo yo bien. hazlo así.
Hoy habrás ido al teatro. No tienes ya que hacer nada para compensarme porque ya está hecho. Tu carta de hoy lo compensa todo. Yo pensaba que hoy sería un día triste para mi y tu lo has convertido en un día maravilloso, gracias, virgen.
El domingo te explicaré porque me entristece que vayas al teatro, pues no quiero que pienses de mi que soy un tío raro. Luego no volvemos a hablar del asunto. Con todo esto tengo unas ganas locas de que llegue el domingo. Hablaremos de todas esas nuevas cosas que tu has aprendido y haremos un domingo maravilloso. Ya lo veras.
Mándame una hojilla pues quiero ir bien afeitado tu me necesitas muy lindo y yo que siempre he ido sin afeitar me afeito para ti. Yo tengo para ti una confianza absoluta, tienes que decirme cuando has notado lo contrario pues tiene que tratarse de un error. Estoy unidísimo a ti, que eres mi virgen, mi bien y mi tesoro. Quisiera que mi carta la leas como yo he leído la tuya. Dime luego lo que sientes.
También es mi deseo que te haga mi carta pasar un rato de amor tan grande y maravilloso como el que yo he sentido gracias a la tuya.
Te quiero mucho, amor mio. Estoy estudiando mucho y comportándome como tú quieres. Ámame muchísimo.
Dime si mi carta es digna de lo que merece tu carta. Háblame siempre de todo cuanto sientas. Para despedirme no encuentro mejores palabras que las que tu empleas para despedirte de mi: un abrazo eterno recibiendo las mejores estrellas calientes y estremecedoras. Tuyo Quin.
Aquí se acaba esta maravillosa carta, pero sigue un poema precioso que me ha mandado mi amiga Ana Mirasol para que lo incluya en el blog y como me ha encantado aquí os lo pongo y le digo a Ana:
¡Querida Ana! Como no va a ser digna esta preciosa poesía de Antonio Machado que con tantísimo gusto has sabido elegir para Joaquín y para mí. ¡Eres increible! Que pena no haber llegado a ti antes, ha sido una perdida grandiosa para mi. Continuaremos en contacto…
Y también quiero darle las gracias a Conchita Cosme de Alcántara. ¿Porqué? Pues por estos preciosos ciclámenes que adornan su casa y que me ha mandado en forma digital para que yo los comparta con vosotros. ¡Gracias Conchita!
Era un niño que soñaba
un caballo de cartón.
Abrió los ojos el niño
y el caballito no vio.
Con un caballito blanco
el niño volvió a soñar;
y por la crin lo cogía…
¡Ahora no te escaparás!
Apenas lo hubo cogido,
el niño se despertó.
Tenía el puño cerrado.
¡El caballito voló!
Quedóse el niño muy serio
pensando que no es verdad
un caballito soñado.
Y ya no volvió a soñar.
Pero el niño se hizo mozo
y el mozo tuvo un amor,
y a su amada le decía:
¿Tú eres de verdad o no?
Cuando el mozo se hizo viejo
pensaba: Todo es soñar,
el caballito soñado
y el caballo de verdad.
Como siempre, el fotografo no sale en la fotografía, pero en este caso es mi marido Joaquín de Prada Gónzalez, que retrata al amor de su vida con las primeras mini faldas de la época y con dos de sus tres hijos, Cristina y Jose Manuel.
Mis hijos llevan meses trabajando en pasar las antiguas películas de Super8. Es un trabajo durísimo, pero ver esas películas mudas me da vida.
Ahora Joaquín ha puesto en su blog un vídeo con el Cumpleaños de Cristina (4 añitos) y el de su abuela, Carmen que cumplia 77 años.
Yo sólo os pongo el enlace a su página y al Super8, pero todo el trabajo lo ha hecho él, con Peter y Cristina.
Joaco quiere que me fije en lo bien que se ve la imagen, en que es de Alta Definición, pero yo lo que veo es que entonces eramos muy felices, de eso sí me doy cuenta, claro que me doy cuenta.
¡Gracias Joaco por hacer este video y ponerlo en internet para que los que nos quieren puedan verlo!
Tengo muchas ganas de verte. Tengo locura por estar a tu lado. Todo el día resisto haciendo un esfuerzo para que no me domine el deseo de verte, pero cuando llega este momento, no puedo más y me llena una excitación que me impide vivir. Hasta me tiembla el pulso ¿Por qué tanta ansiedad? ¿Por qué tanto deseo de verte? ¡Te quiero tanto! Es que ha crecido mucho mi amor en los últimos días y no estoy aún acostumbrado a llevar todo ese amor y por eso me excito ahora y deseo verte tanto. Por eso ahora ni se me ocurre nada que pueda agradarte leer. No tengo fuerzas. Sólo sé decir: te quiero. Y decírtelo un millón de veces. Te quiero, mi amor, eres mi dueña.
Joaquín.
15-VII-57
Amorcico mío: nunca te he llamado tantas veces porque nunca he necesitado tanto de ti. Te he llamado de todas formas, con todos esos nombrecicos que tienes. Te he llamado Loli, Atu, Lolichi. Yo sé que tú no podías oírme y por eso no me parece mal que no vinieras hasta mí. Te necesitaba mucho, Lolichi. Era mucho mi dolor para llevarlo yo sólo, y por eso necesitaba que vinieras para ayudarme. Qué maravilloso es tu amor. Tu amor, Lolichi, es como un milagro. Un milagro que me llena el alma de felicidad, que me da la razón para vivir, vivir para recibir tu amor. Vivir para quererte. Eso es todo mi ideal. Esa es la ilusión que me mueve, que me da fuerzas. Quererte es algo maravilloso y sentir la emoción de verte es algo que no tiene nombre.
Amor, soy tu Joaquín
16-VII-57
Eres mi mujercica. Ya tengo una mujercica mía, mía. Eso me hace inmensamente feliz. Me hace considerarme, a pesar de ser muy pobretico, el ser más rico del mundo entero. Tengo una mujercica maravillosa. Y lo que es mejor, tengo su amor maravilloso también.
Eres mí y en mis sueños siempre estás a mi lado. En la realidad estamos separadicos pero también estamos muy juntos porque te llevo dentro de mí. Eres lo único que tengo, tú lo sabes y por eso tengo que cuidarte mucho y por eso te guardo dentro de mí para no estropearte. Eres mi vida toda. Tú me das la felicidad. El poder pensar ahora mismo que tengo una mujercica, es lo único que me proporciona felicidad. Y cuando tengo a mi lado a mi mujercica soy del todo feliz. Tu hombrecico
Yo y mis hijos queremos felicitar a nuestro entrañable amigo Luciano G. Egido.
Luciano, la más grande felicitación que hayas podido tener queremos que vaya a través de Joaquín y de todos nosotros. Enhorabuena Luciano por este premiazo que te han concedido y que tanto te mereces: Premio de Novela Histórica de la Fundación Villalar, por el libro “Los túneles del paraíso”, publicado por la editorial Tusquets.
Comparto con vosotros esta fotografía de hace poco tiempo en la que tan amablemente me está dedicando el libro “El cuarzo rojo de Salamanca” un día que vino a Barcelona y en el que pudimos tener el placer de estar juntos, comer juntos y pasar un buen rato. Al lado de la foto podéis leer la dedicatoria que me está poniendo.
Para los que tanto disfrutan de las cartas de Joaquín, aquí va una breve carta que me escribió el 27 de febrero de 1959 y en la que me cuenta que ha estado con su amigo Luciano.
fetería de la Gran Vía. Te diré antes que nada que te quiero mucho que soy completamente tuyo y que te necesito brutalmente. Hoy me hacías mucha falta. Pienso que soy un egoísta, por cualquier cosa quiero tenerte a mi lado. Te diré que hay de mí. He venido a este Madrid en un coche que sale de Criptana a las 7 de la mañana. He estado en casa de mi preparador y he hecho el ejercicio. No me ha salido mal aunque tampoco bien del todo, unos nervios que no te puedes imaginar. Mi preparador me ha dicho que me sé los temas y que solo tengo que acostumbrarme a dar temas. Vendré cada 15 días a dar temas. Estoy contento pues todo me será de una gran utilidad. Ya te contaré con más detalle. Pasé un rato horrible con los nervios. Me viene bien esto para luchar contra los nervios. Estoy optimista. Tengo que estudiar mucho pero creo que no estoy mal preparado.